El poeta chileno, premio Reina Sofía, leyó fragmentos de su obra para los espectadores del ciclo Lecturas para reinventar el presente, del encuentro literario // La autora canadiense hizo el estreno mundial de ¡Qué nochecita!, texto basado en El simposio de Platón
Martes 27 de octubre de 2020, p. 3
La poeta y ensayista canadiense Anne Carson y el poeta chileno Raúl Zurita, premios Princesa de Asturias de las Letras y Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, respectivamente, participaron en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Oaxaca en el ciclo Lecturas para reinventar el presente.
Dos poetas imprescindibles: Zurita, quien ha sido capaz de construir una experiencia estética con la denuncia, un discurso innovador y experimental en el que ha conjugado el lenguaje y el cuerpo, lo visual y lo rítmico, el gozo y el martirio, lo profundamente trágico y, a pesar de eso, la belleza indiscutible de la vida
, expresó Venia Reséndiz, presidenta de la asociación civil Fondo Ventura, quien hizo la presentación en este encuentro virtual.
Y Anne Carson, cuya propuesta de retomar la mitología grecolatina en su literatura desde formatos inusuales, probablemente incluida en su incursión en el ámbito del arte, le ha valido ser considerada una de las escritoras contemporáneas más eruditas e innovadoras del medio literario actual
.
Cantos, olas y el desierto
Primero, Raúl Zurita (Santiago, 1950) leyó fragmentos de su obra poética en este encuentro literario que se realiza vía Internet. Y se escuchó por el altavoz de la computadora:
El Pacífico es el cielo cargan entonces los ríos que se / aman abriéndose / como abanicos creciendo hasta reventarse en las olas / del océano que se rompe arriba del horizonte. Son los / antiguos ríos anotan los hombres mirándolos No: son / las mareas del cielo replican las crestas del Pacífico / álgidas viniéndose entre las nubes.
Su voz da paso a Cantos para las cantantes olas del desierto: La Paz para los desiertos que / somos, / para la visión del cielo cubierto / de islas, para los / arenales del mar
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Y esta dedicatoria en Canto a su amor desaparecido:
A la paisa / A las madres de la Plaza de Mayo / A la agrupación de los familiares que no aparecen / A todos los tortura, palomos del amor, países chilenos y asesinos.
Leyó también Las ciudades de agua I, II y III, Carta a los mangantes y Todo está en ti, y terminó su participación así:
Epílogo. Pero escucha, si tú no provienes de un / barrio pobre de / Santiago es difícil que me entiendas tú. / No sabrías nada de / la vida que llevamos, mira, es sin aliento, / es la demencia, / es hacerse pedazos por apenas un / minuto de felicidad.
Anne Carson (Toronto, 1950) leyó ¡Qué nochecita! “Voy a leerles un fragmento de Platón, en su diálogo El simposio, en el que he estado trabajando últimamente para un proyecto que debió haber sucedido en la primavera pasada, pero fue cancelado por causa del Covid-19, así que, probablemente, esto nunca será escuchado por nadie más que por ustedes. O sea que es un estreno mundial y, tal vez, la única ocasión en la que esto estará en el mundo”.
Se avizora un triángulo amoroso
Simposio, en la antigua Atenas, no es lo mismo que en la actualidad: “Era una fiesta en la que los caballeros se reunían a beber, pero este simposio particular es inusual dentro de los propios Diálogos de Platón, y lo es porque casi todos los caballeros reunidos allí tenían resaca.
Entonces decidieron que no beberían más, sino que ofrecerían discursos elogiando al amor. Ya casi al final, aparece Alcibíades, mozo bien parecido, adinerado, quien en el pasado fue amante de Sócrates. Y Alcibíades prefiere hablar del filósofo y no del amor. Lo compara con Pericles, Néstor y Aquiles, habla de cómo lo salvó en el campo de batalla y cómo despreció la medalla de héroe, las horas que pasaba en estado reflexivo cuando algún tema lo apasionaba
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Dice Alcibíades de Sócrates en la voz de Carson: “Es comparable a un dios, la perfección moral, o una ganga increíble de oro puro, sólo tienen sentido sus palabras. Y ese, caballeros, es mi elogio de Sócrates. Lo mezclé con un poco de reproches. Después de todo, lastimó mi orgullo… Sócrates, sin embargo, hace como si él fuera el muchachito deslumbrante y yo el anciano que mendiga amor. Ya le hizo lo mismo a muchos otros”.
Alcibíades, narró Anne Carson, termina su discurso. Los demás se ríen porque lo sienten muy prendado de Sócrates, quien lo refuta y lo acusa de sembrar cizaña entre él y Agatón, de manera que el tradicional triángulo amoroso se asoma por debajo de los protocolos caballerescos. Alcibíades ama a Sócrates, que ama a Agatón
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La lectura de estos dos poetas está grabada y puede verse en la página de Facebook de la FIL de Oaxaca.