l fracaso del Frena para menoscabar la figura del presidente Andrés Manuel López Obrador, más que ese intento fallido, golpea en general a la oposición de derecha que aún con parches no logra tener eco para sus acciones.

Frena se había convertido en la punta de lanza de una derecha vacua que hoy trata de articularse sin otro argumento que su sentimiento discriminatorio en contra de quien habita hoy en Palacio Nacional y a quien no consideran, por clase social, merecedor del lugar que le otorgó el voto popular.

Sólo así se puede explicar el encono en los ataques que parecen no tener razón de ser, si se mira lo que ha hecho la misma derecha cuando accede al poder. En pocas palabras, no pueden hacer la crítica a quien trata de recomponer lo que ellos destruyeron: el país.

Como su nave insignia –Frena–, la derecha tampoco tiene líder y no logra cohesionarse. Acción Nacional busca entre quienes han sido su boya salvadora los apoyos. principalmente económicos, que le permitan sacar la nariz del fango político en el que se han hundido, sobre todo cuando hay dudas sobre la administración de los recursos que recibe ese partido.

En el PRI la situación parece aún más compleja. Mientras los liderazgos visibles del organismo buscan refugio en la derecha, otros actores de mayor importancia, pero hoy menos inmiscuidos en los conflictos partidistas, buscan abandonar, en el hecho, su participación política y algunos otros han hecho saber sotto voce a varios de sus cercanos la intención de abandonar al tricolor y hacerlo de manera pública.

Para el PRD sólo es una opción, o mejor dicho, una chamba que le dará la posibilidad de seguir medrando mediante el erario. Ya sin convicciones políticas e incluso con una militancia muy escasa, a los amarillos nada más les conviene arrimarse al tanque de oxígeno que les permita seguir respirando aire partidista.

Así, la opción de derecha nace muerta. Juntar odio con fracaso, como decíamos en la entrega anterior, sólo puede dar como resultado la frustración. Para todos queda claro que el poder requiere contrapesos serios, razonados y no ataques de odio, por lo que al igual que los de las casitas en el Zócalo, los de las casotas muy pronto podrían ver desmoronarse a su organización.

Por lo pronto, desde alguna esquina de la arena política llegó hasta el Zócalo la contraorden para que los 50 que aún permanecen en la plancha de la plaza pública más importante del país no la abandonen, y al mismo tiempo se exigió que desconocieran a Gilberto Lozano, quien fungía de líder del plantón.

Por eso, porque la derecha ha caído en la desesperación, es que el conato de enfrentamiento de ayer por la tarde entre quienes supuestamente apoyan al gobierno federal y el grupo del Frena pudo haber sido montada por agentes provocadores al servicio de los organismos que respaldan el plantón, para tratar de restituir un poco de la credibilidad perdida en los poco menos de dos meses de permanencia en la plaza.

Y así las cosas, menos de medio centenar de personas serán las encargadas de mantener la fachada de las casitas como símbolo de una oposición vacía que, por lo pronto, ya fracasó.

De pasadita

Como ya explicamos en esta columna, la lista de gente contagiada por coronavirus ha aumentado en la ciudad, pero también ha caído enferma la economía y esto ha hecho que las decisiones sobre el qué hacer frente a la pandemia se tomen con las precauciones que imponen los males.

La gente, por su parte, ha iniciado nuevas formas de comercio. Novedosas maneras de hacer el mercado surgen constantemente. Lo mismo las fiestas clandestinas en las que se cobra la entrada, la vida de cantinas a puertas cerradas o la entrega de mercancía a domicilio y el home office anuncian, entre otras cosas, que las ventas callejeras por las que hoy hay un pleito duro en el Congreso local están a punto de desaparecer por el alto grado de contagio que podrían acarrear, así que los diputados capitalinos debería empezar a pensar en otras cosas porque el asunto parece no tener remedio. Aguas.

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