Polvorín político en ese país evidenció la doble moral
del Grupo de Lima y del secretario de la OEA: Evo Morales
Miércoles 18 de noviembre de 2020, p. 33
Lima. Francisco Sagasti, un ingeniero industrial de 76 años, asumió ayer la presidencia de Perú, apenas unos meses después de haber entrado a la política como legislador, misión que pondrá a prueba su larga experiencia académica y de vida.
Sagasti, quien juró en el cargo ante el Congreso, tendrá la tarea de, no sólo desactivar el polvorín político en el que se encuentra el país, sacudido por fuertes protestas, sino también de encaminar una transición hasta julio del próximo año.
Haremos todo lo posible para devolver la confianza al país
, dijo Sagasti el lunes en un discurso cuando recibió un amplio respaldo del fragmentado Congreso unicamaral.
El nuevo jefe de Estado, elegido en enero legislador por el centrista Partido Morado, completará el mandato gubernamental en julio de 2021, en el que se incluyen elecciones generales el 11 de abril.
Sagasti, quien se convirtió en el tercer presidente de Perú en ocho días tras una convulsionada semana de protestas, tiene un largo currículo, con estudios en la Universidad Nacional de Ingeniería y una maestría y doctorado en la Universidad de Pensilvania.
Ha sido consultor en temas de ciencia y tecnología de organismos internacionales como el Banco Mundial y la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Latinoamérica y la Organización de los Estados Americanos (OEA), pero nunca ha sido parte de un gobierno y es un recién llegado a la política.
Sin embargo, participó, sin querer, en uno de los acontecimientos más recordados de la historia reciente del país, cuando fue uno de los cientos de rehenes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) en la residencia de la embajada de Japón en Lima en 1996.
Muchos criticaron que, durante el secuestro, Sagasti estableció un acercamiento con sus captores y que incluso pidió autógrafo
a uno de los líderes del grupo rebelde.
Sagasti no ha desmentido el hecho, pero explicó que fue en un contexto diferente, antes de que fuera liberado y sin imaginar que los rebeldes iban a mantener 72 rehenes durante 126 días.
“Se lo dije al número dos de estos terroristas: ‘a mí me ha mantenido secuestrado tres días, por lo menos quiero de su puño y letra un reconocimiento de esto. ¿Está usted dispuesto a dármelo?’. Y éste dijo: ‘sí’”, contó Sagasti en una entrevista a inicios de este año a la radioemisora local RPP.
La designación de Sagasti podría calmar a la juventud peruana, que fue el motor de las recientes protestas y mostró hastío por los políticos tradicionales.
Aunque la desconfianza está arraigada en un país en el que en las últimas dos décadas tres ex presidentes estuvieron en prisión preventiva y otro se suicidó antes de su detención en medio de investigaciones por corrupción.
Sagasti, amante de la música clásica y compositor, también tiene experiencia en varias instituciones académicas y fundó hace cuatro décadas el Grupo de Análisis para el Desarrollo, una de las instituciones más respetadas en Perú.
En tanto, el ex presidente boliviano Evo Morales denunció que la crisis política de Perú puso al descubierto la doble moral
del Grupo de Lima y del secretario general de la OEA, Luis Almagro, a los que acusó de servir a la derecha internacional.
El Grupo de Lima, integrado por gobiernos conservadores de la región para denunciar supuestas violaciones a la democracia en Venezuela, no se ha pronunciado sobre la situación peruana, y Almagro felicitó al nuevo presidente interino Sagasti.