Jerry Masucci, el arquitecto de la salsa
n su empeño por dignificar la salsa y que ésta fuera atendida por la gran audiencia estadunidense, Masucci se acercó a la Academia Nacional de las Artes y las Ciencias de la Grabación, patrocinadora de los premios Grammy, para solicitar que se instituyera un galardón particular a la salsa, al margen de la clasificación de otros
o étnica
, que obstruía cualquier aspiración. La gestión nunca fue cursada por la industria de grabaciones, poco interesada por elevar a nivel nacional esta música marginal de minorías.
El conocimiento de esta realidad hizo que Masucci diera un viraje hacia la conquista de dos objetivos: los medios de comunicación masivos controlados por latinos, que en Estados Unidos son muy poderosos, y el acceso al mercado europeo y asiático.
Con la ayuda de la multinacional Columbia Broadcasting System (CBS), uno de los poderosos consorcios de dominio informativo yanqui, ambos fueron alcanzados. Para 1980 la salsa era escuchada en los cuatro rincones del mundo, catapultada desde su capital, Nueva York.
Sin embargo Masucci quería más. Argüía que, pese al emporio que había formado, la venta de discos resultaba ínfima frente, por ejemplo, al pop, por lo que la salsa debía producir más. Hay que dinamizar más este negocio
, planteaba. Uniendo la palabra a la acción, organizó bailes y festivales masivos en grandes locaciones de Nueva York, como el estadio de los Yanquis, giras por el extranjero y producciones fílmicas.
Todo parecía marchar dentro de los cálculos; sin embargo, empezaron a surgir ambiciones desmedidas al lado de unas debilidades reales, como el afán obsesivo de ganar el mercado estadunidense, que llevó a las Estrellas de Fania, en muchas de sus producciones, a distorsionar todo aquello que sustentan los ritmos latinos y lo diferencian de cualquier otro.
El ocaso del imperio empezó a tomar forma: la falta de buenos compositores y arreglistas que pudieran enfrentar la avalancha de venta sin llegar a disminuir la calidad inicial, aceptar el juego de la comercialización con miras a tocar a públicos diferentes y la migración de talentos a otros sellos discográficos, fueron apenas algunas de las señales del desmoronamiento de la All Star y de toda la empresa.
Desencantado por los niveles de mediocridad y olvido a los que había descendido la salsa, Masucci estableció un retiro voluntario de 10 años en los que poco se supo de él.
En 1994 reapareció con los supervivientes de la Fania All Stars. Tres conciertos, un álbum en directo y un video fueron el resultado de la nueva reunión, con la que además celebraba 30 años de la fundación de su sello discográfico.
El primer concierto del rencuentro se celebró en el estadio de beisbol Hiram Bithom, en San Juan, Puerto Rico, el 4 de junio de ese año. La grabación sonora y videográfica se llevó a cabo exclusivamente ahí. El 18 del mismo mes repitieron la historia en el Madison Square Garden, finalizando en Miami el día 24, siempre con los mismos resultados: localidades agotadas y público delirante.
Jerry estaba feliz y, aunque sabía que podía contar con sus amigos para continuar con el proyecto Fania All Stars, no desconocía que los tiempos eran otros y que para volver a abrirse paso en el negocio de la música necesitaba sangre nueva. Buscó en Puerto Rico, Colombia y Venezuela, pero fue Cuba la que finalmente atrajo su atención para incorporar en su sello (Nueva Fania) a agrupaciones emergentes como los Dan Den, Sobredosis, Paulito FG, Pedro Dikan y Janet Sol entre otros.
En eso andaba el buen Jerry cuando lo sorprendió la muerte. Todavía una semana antes de su deceso había presentado a la Fania All Stars en Medellín, Colombia. De allí viajó a Buenos Aires, donde residía parte del tiempo, para atenderse de un problema de peritonitis. Una complicación causada por un coágulo en el cerebro hizo que la operación no fuera exitosa.
Al morir, Masucci tenía 62 años. Sus restos fueron trasladados a su ciudad natal, Nueva York, donde fue velado y posteriormente cremado ante la presencia de los familiares y amigos. Durante ese fin de semana las principales radiodifusoras hispanas de Estados Unidos programaron salsa en honor de su principal impulsor.
Mucho se puede decir de este hombre, para bien o para mal, pero nadie negará el papel que marcó dentro de la historia musical del mundo.