ace un año escribía en este espacio que si nada ocurría, el presidente Donald Trump tenía asegurada la relección por la buena marcha de la economía estadunidense. Luego ocurrieron dos cosas fuera del escenario: la pandemia por el nuevo coronavirus y el asesinato de George Floyd que puso las tensiones raciales en el centro de la contienda del pasado 3 de noviembre.
Las ciencias sociales, en especial la economía, nos enseñan a hacer análisis con la evidencia disponible, dejando con letras pequeñas y asteriscos la posibilidad del error a partir de hechos futuros y fortuitos. Ahí es donde entra en escena la prospectiva política, que más que hacer pronósticos, lo que trata es de construir diversos escenarios no para adivinar lo que habrá de ocurrir, sino para considerar que cualquiera de los resultados no resulte una sorpresa. Dicho eso, parece pertinente en la entrada del último mes de este por demás atípico 2020, esbozar cómo imaginamos el 2021 y por qué.
Estados Unidos cerrará un año paradigmático y de claroscuros. Por una parte, destacan, y no para bien, en el manejo de la pandemia. Sus elecciones dividieron a la sociedad y polarizaron a un electorado que por décadas se había movido a escasos centímetros del centro político. Peor aún, el todavía hoy Presidente de Estados Unidos se niega a aceptar a cabalidad el resultado de la elección, abriendo un espacio de tiempo, sin precedentes.
El sistema electoral norteamericano no habría podido contemplar o tan siquiera imaginar que el derrotado de una elección, que negara el resultado y alegara fraude, fuese al mismo tiempo el inquilino de la Casa Blanca. Incertidumbre que de aquí al 20 de enero presionará a los mercados, enrarecerá las relaciones diplomáticas –ejemplo, el hecho de que Trump haya querido ¡invadir Irán! la semana pasada– y distraerá a las autoridades de lo que debería ser prioritario: reducir el número de contagios diarios de Covid-19, que ya rondan 150 mil diarios, y reactivar su dañada economía. Después de estas semanas inverosímiles, Trump empezará a diluirse. El cómo trate la nueva administración al futuro ex presidente, definirá los próximos años para el partido republicano y la política de Estados Unidos. En 2021, con Joe Biden al frente, lo más importante en términos económicos y políticos será la readhesión al Acuerdo de París y a una política energética menos contaminante que la de Trump. Si Biden cumple la mitad de lo que ha prometido en esa materia, Estados Unidos va a dar un giro de 180 grados y eso tiene un impacto para México. El que nuestro principal socio comercial y abastecedor de combustibles, particularmente gas y gasolina, esté pensando en ser una economía 100% limpia–verde para 2050, supone un reto descomunal.
En esa línea, Estados Unidos tiene una ventaja normativa por la que, paradójicamente, llevamos peleando varios años: el T-MEC. De este lado de la frontera, 2021 significa el año en el que la administración federal llega a la mitad del camino y el ciclo electoral que renovará prácticamente a la mitad de las autoridades locales del país, además de la cámara de diputados. Eso implicará un primer semestre del año con aún mayor tensión política. La meta común, sea cual sea la militancia o filiación política, debería ser poder llegar a las urnas como lo que somos: ciudadanos en democracia.
El objetivo debe ser el tener elecciones pacíficas, donde recordemos que en la boleta hay alternativas y opciones, nada más. Para México, 2021 será un año de reacomodo en el plano internacional. Llevamos un lustro adaptando nuestras formas y reacciones a un liderazgo disruptivo como Donald Trump, y pronto tendremos un regreso a la institucionalidad y a la mesura, cualidades que llevaron a Biden a la candidatura demócrata y eventualmente, al triunfo electoral.
2020 ha significado un terremoto social, económico y político a escala global. Ha trastocado la forma en la que interactuamos, nos saludamos, los espacios donde trabajamos y la manera en la que imaginamos la realidad.
Tal vez desde 2001, el año en el que los atentados terroristas en Nueva York moldearon lo que serían las próximas dos décadas, no había un hito tan relevante. 2021 será el primer año de esa nueva realidad global, con retos económicos y políticos, y con una nueva realidad de cómo interrelacionarnos como sociedad por delante.