Opinión
Ver día anteriorLunes 23 de noviembre de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Jazz

De Zacatecas a Juan Alzate

T

erminaba agosto, la curva de contagios parecía iniciar un lento pero franco descenso. El Instituto Zacatecano de Cultura visualizó que para octubre Zacatecas pasaría del semáforo naranja al amarillo y decidió que el Festival Internacional de Jazz y Blues sería presencial.

Un nuevo festival de jazz que bajaba de la nube ponía de buen humor y documentaba nuestro optimismo para que los músicos, los clubes, los hacedores de luz y sonido pudieran tomar un breve (pero ultra urgente) respiro.

Eran dos semanas de festival. Marco Antonio Saucedo, director de la Red Estatal de Festivales, me invitó a dar una conferencia sobre El arte objeto y las culturas en resistencia el 11 de noviembre. Me pidió que propusiera a dos expertos para que me acompañaran y de inmediato pensé en Juan Alzate (Morelia) y Víctor Chew (Zacatecas).

Pero el virus sólo había retrocedido para tomar impulso. En menos que canta un gallo (o un testigo protegido), los contagios se dispararon y Zacatecas figuraba entre los sitios más preocupantes. La conferencia ya no sería en el Museo Rafael Coronel, sino en el estacionamiento del Palacio de Convenciones, en el mismo rol de autoconciertos.

Ya en Zacatecas, y con la alerta oficial de que estaban por regresar a semáforo rojo, nos encerramos en el hotel, donde sólo platicábamos de vez en vez con Juan Alzate y Mónica Reyna; charlas que, a final de cuentas, nos levantaron el ánimo y documentaron nuestro optimismo.

Mónica está armando el Fondo Documental Juan Alzate, que en breve será instalado y abierto al público en un club de jazz que se inauguró hace dos meses en Tlalpujahua y que contará con fototeca, fonoteca, hemeroteca, biblioteca y todo el acervo musical que Alzate ha acumulado a través de los años como uno de los músicos más importantes de nuestra historia, como director del Jazztival durante dos décadas, como investigador, o bien como profesor en el Conservatorio de la Rosas y, actualmente, en las universidades Autónoma de Querétaro y de Guanajuato.

“Nos despidieron del Conservatorio de las Rosas por exigir que nos pagaran nuestro salario de varios meses que nos debían, y las prestaciones que tardaron años en pagar, además de una serie de irregularidades que los compañeros y yo pusimos de manifiesto. Pero a las autoridades no les gustó y nos corrieron. Afortunadamente, la Universidad de Querétaro me contrató de inmediato.

“Ahí me dedico a las áreas de jazz y de música clásica en la licenciatura de música popular contemporánea. Me encargo de saxofón, ensambles y de improvisación de jazz. Dirijo también la big band y este semestre empecé a dar clases en la Universidad de Guanajuato, pero sólo de saxofón en general.”

¿Y el Jazztival?

A raíz de la pandemia, se tuvo que reinventar; lo hicimos en agosto de manera semipresencial y con un fuerte apoyo a los grupos locales, pues, como ya sabemos, a nivel mundial los jazzistas son los que más han padecido en cuanto a trabajo, ingresos y demás. Las autoridades han respondido bien a ese reto, sobre todo el Instituto de la Juventud Moreliana y la Secretaría de Turismo del Estado.

¿Qué haces en Tlalpujahua?

Organizo una extensión del Jazztival. Me vine para acá para protegerme un poco de la pandemia. Estamos en un espacio de más de 2 mil metros y el municipio nos apoya para que aportemos una continuidad cultural diferente por medio del jazz. En septiembre inauguramos un club que, por lo pronto, abre una vez al mes.

La conferencia tuvo una sorprendente respuesta, a pesar de la roja situación; en el estacionamiento se alineaban más de 30 automóviles y el sonido y el diálogo con Alzate y Chew fluyeron bastante bien. Todos nos quedamos con un buen sabor de boca. Salud.