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Ciudad perdida

Quince millones de armas de EU en México // Con ellas, 67.4% de homicidios dolosos

L

a versión de que la DEA trató de meter presión al gobierno de México con la detención del general Salvador Cienfuegos, porque sus agentes han perdido muchos de sus privilegios, ha empezado a crecer no sólo en nuestro país, sino en Estados Unidos.

Todos los acuerdos de cooperación mutua están bajo revisión, pero sobre todo aquellos en los que el esfuerzo estadunidense no ha sido suficiente para frenar ciertos problemas; el ejemplo, o mejor dicho, el asunto de mayor trascendencia, es el trasiego y la introducción ilegal de armas desde la vecina nación del norte.

Los datos sobre el contrabando de armas son difíciles de conseguir, por su naturaleza, claro, y las versiones, si no contradictorias, en todos los sentidos resultan alarmantes. En este año, en una publicación especializada, el ex secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo Montaño, aseguró que en todo el país circulan 15 millones de armas, de las que 85 por ciento ingresaron de forma ilícita, y con ellas de cometieron 67.4 por ciento de homicidios dolosos. Hay estudios serios que hablan de que la esperanza de vida en México se redujo en 0.5 a dos años a causa de la violencia.

Por el lado mexicano se han tratado de lograr algunas medidas que apuntan hacia una mayor vigilancia, principalmente en puntos fronterizos, pero también en diferentes centros de control dentro de la República que desaparecieron el sexenio pasado y que impidan, hasta donde permita la corrupción, el continuo trasiego, mientras hay acciones legales del gobierno de Donald Trump que favorecen la venta y el contrabando de armas. El 70 por ciento del tráfico ilegal proviene de Estados Unidos. Sólo en Houston, Texas –cita el diario The Washington Post al tratar ayer el asunto–, existen 50 mil tiendas donde se les puede adquirir.

Antes de la detención del general Cienfuegos, México –representado por el canciller Marcelo Ebrard– habría exigido mayor firmeza por parte de las autoridades estadunidenses para el control en la venta de pertrechos, pero al parecer no se dieron los avances previstos.

Al mismo tiempo, los agentes –fundamentalmente de la DEA– resistieron el cambio en la estrategia del gobierno mexicano y de tener la llave de la seguridad del país, se han limitado en un alto porcentaje al acceso a fuentes de información con las que contaban. En una reunión del gabinete de seguridad de México –del que hablamos en la entrega anterior–, sus componentes decidieron restringir su colaboración con la agencia, dado que ellos, la DEA, ocultaban información a México.

Así que los rumores que hablaban de la expulsión de los hombres de la DEA, si bien estaban equivocados, sí advertían un clima diferente, por decirlo de algún modo, en el México de la 4-T, y de ahí, al parecer nació la idea de detener al ex secretario de la Defensa Nacional en el aeropuerto de la Los Ángeles, California.

Nunca se terminó la investigación que se inició desde 2019 y, como comentamos en esta columna, las investigaciones de la DEA no pasan de una serie de textos, en su mayoría tomados de conversaciones en las redes sociales, que no serían probatorias de ningún ilícito.

Por si fuera poco, la agencia estadunidense no logró vincular a Cienfuegos con ningún ilícito cometido en contra y de Estados Unidos. Todos los presuntos actos ilegales con los que se le acusaba o se le acusa fueron cometidos en México y sin agravio para el vecino del norte.

Así que más que un trato entre los dos países para dejar libre al general, lo que hubo fue un intento de presión hacia nuestro país, que incluso rechazó la intención del fiscal William Barr, quien pretendió venir a entrevistarse con las autoridades mexicanas acompañado por el hombre más importante de la DEA. La visita y el posible arreglo fue rechazado.

Ahora México deberá ver cómo viene el virtual presidente electo Joe Biden, quien tendrá que poner orden en las filas de las agencias de investigación de su país. Suerte.

De pasadita

Uno de los tentáculos nefastos del sindicato de Notimex pretendió extenderse hasta el Congreso capitalino, lo frenó la diputada Donají Olivera, periodista de carrera que no se dejó presionar por intentonas de llevar al caos la oficina de comunicación social de la Cámara. Las mentiras y las triquiñuelas ya no sirven.