Una marcha de causa justa con un lado negro // Día contra la violencia aderezado con furia
as calles del Centro Histórico de la Ciudad de México presenciaron ayer, otra vez, la marcha del dolor de quienes no descansan en la búsqueda de la justicia, y las adoradoras de la violencia que pudre la razón de las primeras.
Fueron las mismas escenas de violencia, pero algo resultó diferente. Aunque sin exceder la fuerza para repeler los embates de las mujeres embozadas y vestidas de negro, el cuerpo policiaco de la capital se vio profesional, por decirlo de alguna manera.
Las de negro llegaron hasta las puertas de Palacio Nacional con el afán único de la destrucción, pero también dispuestas a conseguir la pifia mortal de un policía que convierta a una de ellas en la víctima que marque a este gobierno para siempre.
Pero otra vez fracasaron: ahora la policía supo responder a los peligros que provocaban y canceló la agresión con movimientos que mostraban la eficacia del entrenamiento al que seguramente fueron sometidas.
Ya no hay argumento de defensa. Las mujeres que estaban en el templete al final de la plancha del Zócalo reclamaban justicia, terminar con el odio de género, cambiar lo que parecen las reglas de un juego macabro en el que ellas llevan la peor parte, pero unos metros más allá, las de negro volcaban su supuesto odio en acciones furiosas que anunciaban a las otras que la violencia no tendrá fin.
Ahora parece que ya no hay solidaridad que alcance para seguir cubriendo la contradicción de la lucha de tantos años de las mujeres feministas. Las acciones de violencia arreciarán, seguramente, y los cuerpos de seguridad serán sorprendidos otra vez si no se encuentra una forma de prevenir estos episodios de furia calculada que va disfrazada de venganza.
Tal vez este sea el momento correcto para que los mismos organismos feministas llamen a las otras a frenar los actos de violencia y así se impida que esa violencia vuelva a desfilar por las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México.
Las demandas feministas deben avanzar, la población en México tiene muy clara la justicia de cada uno de los motivos de las protestas, pero las acciones como las que cometen las de negro son lastres que pesan e impiden que los avances sean más rápidos, y quizás eso sea lo que a final de cuentas pretendan las del odio.
En muchas partes del mundo ayer se celebró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y en otros tantos lugares hubo cantos, consignas, exigencias de igualdad y justicia, pero en México se añadió la violencia.
De pasadita
Sin muchos méritos, pero con muchas ganas de seguir con el cobro de sus salarios, una buena cantidad de alcaldes de las 16 demarcaciones de la ciudad pretenden seguir enchinchando en los lugares donde ahora suponen gobernar.
Desde Morena debería exigirse, cuando menos, una evaluación de esos políticos para saber si deben considerarse una vez más dentro de las listas de los posibles candidatos. Aunque habrá una encuesta que dictamine la situación de los que aspiran, está claro que esas mediciones tienen una gran cantidad de problemas que falsean la voluntad de la gente.
Para empezar, por ejemplo, no estaría mal que en ese partido se revisara qué tan apegados han estado los alcaldes a las ideas de transformación que demanda una ciudad que ha sido muy castigada por fenómenos de corrupción y que requiere una reconstrucción que no se ve en muchas alcaldías, y si no, pregunten a la gente que viven en Azcapotzalco, o Gustavo A. Madero, para que se tenga una medición más o menos justa de lo que por aquellos lares pasa.