Jueves 26 de noviembre de 2020, p. 5
Los goles más recordados de la historia los marcó el mismo hombre, Diego Armando Maradona, en un solo partido y con cuatro minutos de diferencia. En el Mundial de México 1986, en el estadio Azteca, Argentina enfrentó a Inglaterra en los cuartos de final. Un partido cargado de connotaciones políticas, la herida de la guerra de las Malvinas, cuatro años antes, aún estaba fresca y supurante.
La Albiceleste venció 2-1 a Inglaterra en un episodio que cobró alturas de revancha bélica o diplomática. El escritor uruguayo Eduardo Galeano escribió en su clásico El futbol a sol y sombra (Siglo XXI, 1995): Maradona vengó con dos goles de zurda al orgullo patrio malherido en las Malvinas
.
El segundo tiempo fue digno de una novela de suspenso. Un Diego canchero que al saltar por el balón no dudó en ayudarse con la mano izquierda y conseguir un gol que resolvió con picardía futbolera y palabras posteriores.
Cuando le preguntaron tras el partido si aquella anotación al minuto 50 había sido legal, respondió que fue la “mano de Dios la que intervino”, un juego lingüístico que revelaba su ingenio y malicia.
En el comienzo de su festejo, Maradona mira tres veces al árbitro, como si no terminara de creer que la ilegitimidad de la mano no impidiera la validez del gol
, escribe el argentino Andrés Burgo, en el libro El Partido (del siglo), (Tusquets, 2016).
Para algunos de sus compañeros, Maradona se delata con ese gesto, se reconoce en falta. Para otros, en cambio, que nunca se detenga, que salga corriendo tan rápido como si eso borrara las pistas del crimen, es su segunda virtud
, agrega Burgo en el texto.
Y como una reivindicación de la magia que poseía, Maradona realizó una locura sobre la cancha sólo cuatro minutos más tarde. Un acto legendario que fue como si lavara la culpa del primer tanto. Un recorrido desde atrás de la media cancha que en 10 segundos dejó sembrados a seis jugadores ingleses y venció en el área al portero Peter Shilton. El gol del siglo.
“Maradona surca el césped y nadie lo detiene: 52 metros, 44 pasos, 10.6 segundos, 14.4 kilómetros por hora, 12 toques con la pierna izquierda, cinco ingleses eliminados en una persecución autodestructiva, y otros dos rivales que quieren acosarlo pero no lo alcanzan (…) ¿Cómo se disfruta –y cómo se tolera– la bomba atómica de los goles?”, describe Burgo en su libro.
Jorge Valdano, escritor y delantero de aquella selección Albiceleste, contó a La Jornada el 25 de febrero de 2014 que Diego en algún momento pensó pasarle la pelota en esa jugada.
Buscaba el momento de darte la pelota a vos y siempre se me cruzaba un inglés
, le manifestó Diego.
Valdano se sintió afortunado de no recibir el pase durante ese ataque. Pensó en las posibilidades de aquella proeza esfumadas por la intervención de otro jugador argentino que no fuera Maradona.
Qué bueno que no me pasó el balón, si no, qué le iba yo a decir a la humanidad y a mis hijos, ¿arruinar el gol del siglo?
, sostuvo Valdano con alivio.