De enero a octubre del año, 153 mil 567 mexicanos fueron deportados de Estados Unidos, nivel cercano al periodo previo a la pandemia.

En los primeros 10 meses de 2019, el recuento de repatriaciones fue de 176 mil 204; es decir, 13 por ciento más que en el mismo periodo de 2020, pero en octubre pasado, con 17 mil 752 eventos, casi se iguala al movimiento en el primer trimestre, según cifras oficiales.

El grueso de migrantes y deportados sigue integrado por varones jóvenes, con ligero aumento en la presencia de mujeres. Especialistas advierten que desde el año pasado aumentó el porcentaje de deportados de la zona centro y norte de Estados Unidos, y se amplió el número de años de residencia previa a la devolución.

En tanto, en el lapso enero-noviembre de 2020, México impidió el paso al norte de 68 mil 500 migrantes, la mayoría de Honduras, Guatemala y El Salvador, y deportó a 44 mil 200. El cúmulo de extranjeros devueltos por México es un tercio respecto del de 2019, debido a la disminución en la movilidad.

Difícil pronóstico

Luis Cava, investigador de El Colegio de la Frontera Norte, explicó que las variaciones del fenómeno se deben al flujo de migrantes y al sistema administrativo y penal del vecino país; es decir, el alza o baja de deportaciones no se debe a la decisión de un presidente, por tanto, es difícil proyectar qué sucederá en la administración de Joe Biden.

A ese contexto, debe añadirse los miles de solicitantes de asilo a Estados Unidos que son enviados a México a esperar aquí sus procesos legales. La más reciente cifra no oficial al respecto es de 68 mil personas en esa situación, cuyo paradero no es un dato público.

“Cuando ganó Donald Trump me preguntaban: ‘¿cómo va a ser la expulsión masiva de migrantes?’ A lo cual yo respondía que Estados Unidos es más que un presidente, es un conjunto de instituciones que no se puede cambiar de un día para otro. La política migratoria es una maquinaria.

Posiblemente un mandatario puede apretar o aflojar algunas tuercas, pero no puede ser que se den cambios drásticos. Lo que vimos con las cifras en las administraciones de Barack Obama y Trump tienen que ver con el flujo. Es decir, no es que Trump haya sido más benevolente, con menos eventos de expulsiones, sino que hay menos personas intentando ingresar a Estados Unidos, entonces, no se vislumbran elementos para señalar que con el próximo gobierno haya un cambio drástico.