or ellas no ha quedado. Se han conducido valientes, sobrevivientes, guerreras, claras, lúcidas, analíticas, sinceras, empáticas, determinadas, sororarias, empoderadas, cuestionadoras, exigentes. Así se refirió el Movimiento Estatal de Mujeres a sus hermanas de género el pasado 25 de noviembre, Día Internacional por la Erradicación de las Violencias contra las Mujeres.
Las mujeres chihuahuenses organizadas han demandado, propuesto a los diferentes órdenes y poderes del gobierno, incidido en políticas, en leyes, no tanto en presupuestos porque los funcionarios no se dejan. Cuando la desesperación por la negligencia y la burocracia las harta, se manifiestan, desafían. Una nueva generación de ellas es más iconoclasta e irreverente, como las muchachas que hacen pintas en el mobiliario urbano, pero detrás de todas, la causa es la misma: las violencias sin fin contra mujeres y niñas en Chihuahua.
Ofrecen algunas cifras que en muchos casos superan las proporcionadas el mismo día en el Informe Especial del Secretariado del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Ellas hablan de 213 feminicidios en Chihuahua del primero de enero al 9 de noviembre y 122 desaparecidas; el Secretariado consigna 29 feminicidios de enero a octubre, pero reporta 224 homicidios dolosos donde las presuntas víctimas son mujeres. De acuerdo con sus datos, Chihuahua ocupa el segundo lugar nacional en este rubro y en feminicidios, el séptimo. Juárez sigue siendo el municipio donde más mujeres se asesinan en toda la nación.
En lo que se refiere a violaciones, el Secretariado consigna 13 mil 867 a escala nacional entre enero y octubre de este año, de las cuales 931 en Chihuahua, colocando al estado en cuarto lugar nacional. Por cada 100 mil habitantes, sube al segundo. En trata de personas, Chihuahua ocupa el sexto sitio.
Las mujeres organizadas y el Ichmujeres señalan cómo la violencia familiar se ha disparado en el contexto de la pandemia y el Secretariado lo corrobora: si bien Chihuahua ocupa el quinto lugar nacional, con 9 mil 801 de un total de 184 mil 662 denuncias, los datos se tornan muy reveladores cuando se refieren a las llamadas a los números de emergencia por casos de violencia: de un total nacional de 221 mil 323, Chihuahua ocupa el primer lugar, con 41 mil 950; en las llamadas que denuncian abuso sexual, de un total de 4 mil 325, Chihuahua participa con 489, colocándose en segundo lugar; también ocupa el primer sitio en llamadas que denuncian acoso u hostigamiento sexual, con 997 de un total de 7 mil 122 y cuarto lugar en llamadas por incidentes de violación: 232 de un total nacional de 3 mil 71.
Los movimientos de mujeres de Chihuahua continúan y seguirán en su lucha. Sin embargo, denuncian que continúa la impunidad, que siguen siendo criminalizadas, que continúan tocando las puertas de gobiernos que van y vienen, que las autoridades que sancionan siguen sin hacer lo que les corresponde. Ellas han incidido, han conquistado el reconocimiento de sus derechos, pero ni su entrega y combatividad han parado esas violencias sin fin.
Ante las violencias sin freno; ante autoridades omisas o cortas o ineficaces, las mujeres no deben quedarse solas. Es necesario que la sociedad las acompañe y apoye, no sólo denunciando y exigiendo a los diversos niveles de gobierno el alto a los delitos de género y a la impunidad.
Porque ni la presencia de los cárteles ni la proliferación de las adicciones no explican, ni solas ni combinadas, el por qué hay tanta violencia de género en Chihuahua. A las mujeres se les violenta no sólo donde están los criminales; también y tal vez con más frecuencia en su propio hogar. También en sus centros de trabajo: Chihuahua ocupó el primer lugar nacional en hostigamiento y acoso sexual en el ámbito laboral, según la Endireh 2016. (https://www.inegi.org.mx/programas/endireh/2016/)
Hay un machismo tóxico, estructural y cotidiano que se bebe y entra por ósmosis en los muy diferentes ámbitos de socialización. Tal vez en eso no difiera Chihuahua de la mayoría de las entidades. Pero lo que es posible manejar como hipótesis es que la incorporación masiva de las mujeres a la economía formal como ha sucedido por acá –así sea siempre en condiciones de desventaja– cimbra los mecanismos de control patriarcal y diversifica la exposición de las mujeres a otros agresores más allá de los domésticos. El choque entre la independencia creciente de las mujeres en todos los ámbitos, su protagonismo laboral y su creciente competencia profesional y el afán de los hombres por tener la obediencia y el sometimiento de ellas es algo para lo que muchos no encuentran otra respuesta que la violencia.
Aquí es donde los destinatarios de la justa rabia de las mujeres no sólo deben ser las autoridades, también los hombres. Y ahí todos tenemos que revisar dónde escondemos nuestro patriarcalismo, nuestro machismo. Qué bueno que nos sumemos a sus marchas y a sus protestas, pero al mismo tiempo es necesario que emprendamos la construcción de nuevas masculinidades no basadas en el control ni el sometimiento, sino en la libertad, el respeto, la cordialidad y el cuidado.
P.S. Este 16 de diciembre se cumplen 10 años del feminicidio, aún impune, de Marisela Escobedo. Para sumarse a la memoria y a la demanda de justicia:
https://www.facebook.com/423780921539890/posts/779555102629135/?sfnsn=scwspmo