o han pasado más de tres décadas desde que comprar un vehículo era cosa de gente pudiente. El automóvil se fue convirtiendo en una necesidad, no sólo para transportarse, sino para trabajar. Aquellos tiempos en los que la posesión de un coche era símbolo de estatus social han pasado.
La actual contingencia mundial en la que todavía nos encontramos, nos ha mostrado el valor real de las cosas. El automóvil se ha devaluado. La probabilidad de que un vehículo de combustión interna sea sustituido por uno eléctrico es cada vez más clara.
Sin embargo, la posibilidad de tener un coche nuevo, aunque vaya a ser obsoleto en unos años, es una realidad atractiva para muchas personas que nunca han tenido uno o que el que tienen es muy viejo y les causa muchos gastos por descomposturas.
Aparentemente, la venta de vehículos creció 13.1 por ciento, sólo en noviembre, debido a las campañas comerciales para que la gente caiga en la tentación de sumarse al, todavía, sector privilegiado de la población y aprovechando
las ofertas por El Buen Fin. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) ha informado que durante el mes pasado más de 95 mil familias se sumaron a la carga vehicular en las diferentes ciudades de la República.
Los cálculos comerciales de la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA) fueron rebasados, pues era (lo es todavía) impredecible la profundidad del cambio económico de la población, debido a la permanencia del virus que provoca el Covid-19.
Pero también, son alrededor de 95 mil familias que contraen una deuda que podría complicarse más adelante, debido a la incertidumbre de la pandemia, al gastar su aguinaldo y adquirir un bien que les generará otra deuda más para su economía.
Podríamos señalar que como siempre
, quienes salen ganando son las empresas automotrices, sin embargo, en esta ocasión, sólo podemos decir que se han recuperado milagrosamente, pues las ventas disminuyeron peligrosamente para los fabricantes.Una caída de 28.9 por ciento, con relación a 2019, no es, en sí, hablar de una recuperación tranquilizadora. Según algunos empresarios del sector automotriz, se ha logrado una recuperación sostenida, pero lenta
.
De todas formas, son las economías familiares las que corren el mayor riesgo, al exponer la mediana o poca estabilidad económica que se tiene actualmente. El aguinaldo se ha invertido en un bien cuestionable, como lo es la compra de un vehículo estándar.
Otra suerte corre para los automóviles eléctricos. Las ventas subieron, las expectativas son más atractivas, aunque la disponibilidad masiva en México todavía no es una realidad.
Al parecer, la pandemia no parece perjudicarle tanto a la empresa Tesla, como a las otras fabricantes de vehículos eléctricos. La venta entre julio y septiembre fue de 140 mil unidades, lo cual significó el aumento de 53 por ciento en comparación al de 2019.
Por esta razón, otras industrias progresarán a la par todavía más. Una de ellas es la del litio. Como ya mencionamos anteriormente, es tan importante esta industria, que lo primero que hizo al regresar a su país el ex presidente de Bolivia Evo Morales, después de un año de exilio, fue dedicarse de lleno al cuidado del desarrollo de la industria del litio en su nación.
En nuestro país debemos aprovechar también la oportunidad de generar una gran industria del litio; aprovechar que el estado de Sonora tiene uno de los yacimientos más grandes del químico en el mundo.
Una de las características que ha llevado a Tesla a mayores éxitos, es la producción de modelos con precios más accesibles. En el trimestre de agosto a septiembre se fabricaron un poco más de 128 mil vehículos. Los modelos de lujo fueron únicamente cerca de 17 mil unidades. Además, otra de las eficiencias de Tesla es la rapidez en la entrega de sus pedidos.
En México la transición del transporte es más lenta. Se han vendido 61 mil 646 automóviles eléctricos en los pasados cuatro años. La mayor demanda ha sido la de coches híbridos; durante 2019, la cantidad vendida fue de 23 mil 884 unidades.
En el caso de los automóviles eléctricos, el fenómeno social es, prácticamente, el mismo. Sólo una élite puede tener acceso a la compra de uno de éstos, aún resultan muy caros para la generalidad en México.