Metáfora y alegoría son muy poderosas para que la gente se identifique con las historias
Wolfwalkers: espíritu de lobo parte del deseo de poner a un cazador en un lugar de empatía hacia lo que extermina, afirman sus directores
Lunes 14 de diciembre de 2020, p. a10
La Irlanda del siglo XVII no es precisamente un momento y un lugar históricos que hayamos visto lo suficiente en pantalla. Caracterizado por una sangrienta conquista, liderada por Oliver Cromwell en representación del parlamento británico de la época, se trata de un momento fundamental en la historia de aquel país, que determinó su relación con el catolicismo que regía previo a la llegada británica y que hoy sigue nutriendo un debate en torno a lo social como lo espiritual, pero que también funciona como un punto de partida para discutir sobre las ideas de modernidad y progreso que suelen regir el mundo actual más allá de cualquier frontera.
Odiado a la fecha por gran parte de la sociedad irlandesa, Cromwell sigue siendo objeto de acalorados debates en torno a su participación en la ya mencionada conquista británica. Sin embargo, como suele suceder en toda revaloración histórica, cualquier ángulo distante del antropocentrismo habitual suele ignorarse.
Después de tres postulaciones al premio de la Academia, dos como director y una más como productor, el irlandés Tomm Moore amenaza con una cuarta aproximación a la estatuilla, esta vez de la mano de su colega animador y aquí codirector Ross Stewart, al frente de Wolfwalkers: espíritu de lobo. El nuevo largometraje del estudio Cartoon Saloon, estrenado en la edición 2020 del festival de cine en Toronto y en nuestro país durante la versión virtual del festival de cine de Los Cabos, se aleja de la revisión antropocéntrica mencionada para enfocarse en otra conquista igual de sanguinaria: la de los humanos respecto de la naturaleza, los pueblos originarios y, de paso, hacer un comentario tanto de las relaciones intergeneracionales como las de género.
Wolfwalkers: espíritu de lobo se centra en la historia de la pequeña Robyn (Honor Kneafsey), hija de un cazador durante la conquista Cromwelliana de Irlanda, quien desarrolla una relación con Mbeh Óg MacTíre (Eva Whittaker), perteneciente a un grupo de seres mitológicos conocidos como Wolfwalkers, capaces de convertirse en lobos y comunicarse con los mismos para mimetizarse con la naturaleza. Es así que los directores Moore y Stewart realizan una fascinante reflexión sobre la conexión humana con el medio ambiente, al mismo tiempo que cuestionan el valor del progreso en aras de la destrucción de los recursos naturales.
A propósito del lanzamiento de Wolfwalkers: espíritu de lobo en la plataforma Apple Tv Plus el pasado 11 de diciembre, platicamos con ambos animadores irlandeses sobre su visión de los temas que aborda la película y el poder de los cuentos de hadas para acercar temas complejos a las audiencias más jóvenes.
Es evidente que hay dos temas centrales en la narrativa de la película. Uno es la lealtad a la identidad y el otro es en torno a la relación con la naturaleza. ¿Eran temas premeditados o el desarrollo de la historia los reveló eventualmente?
Ross Stewart: Hay premeditación, por supuesto. Los temas son los que mantienen nuestro interés y pasión a lo largo de un proyecto, especialmente con uno como éste, que nos tomó siete años de trabajo. Debe ser algo con lo que estés muy comprometido. Tomm y yo somos entusiastas de los asuntos ambientales. Nos preocupan los derechos de los animales, pero también el feminismo y la polarización social. Cuando nos planteamos este proyecto teníamos dos listas, una de las cosas que nos apasionaban y otra con temas respecto de los cuales estamos muy en contra. Esa lista fue la base para construir conflicto y drama dentro de la historia. Fue ahí que surgió la idea de preguntarnos qué se necesitaba para cambiar la mentalidad de un cazador y ponerlo en un lugar de empatía hacia aquello que extermina. Eso nos llevó a pensar en que su hija tendría una amistad con los Wolfwalkers, se transformaría en lobo y lo obligaría a cambiar su perspectiva queriendo ahora salvar lo que antes era visto como ajeno. Esos temas estaban ahí desde el principio
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–La película también se fija en el lugar de las mujeres en la sociedad, aunque visto desde una época lejana y un mundo de fantasía. ¿Consideran que eso hace más accesibles estos temas para la audiencia y para ustedes a la hora de narrar la historia?
Tomm Moore: Creo que el tema que llegó más tarde fue el del feminismo. Aunque ya estaba ahí, se fortaleció en cuanto decidimos contar la historia desde la perspectiva de Robyn. Es obvio que hay mucho trabajo por hacer respecto del lugar de las mujeres en la sociedad, sin duda las cosas eran todavía peores en los años 1600, a pesar de que lo que mostramos en la película es una versión muy contenida de cómo era realmente esa realidad. Siempre hemos creído que la metáfora y la alegoría son herramientas muy poderosas para que la gente se sienta identificada con cualquier historia. Lo que hicimos fue plantear una realidad de cuento de hadas, alejada del mundo moderno, porque así el público se permite imaginarse ahí dentro. Eso siempre suaviza el ejercicio de verse involucrados en temas difíciles
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Se evita predicar
Ross Stewart: Además es importante no querer dar cátedra cuando se abordan estos temas. Hay a quien le causa conflicto toparse de frente con ellos porque los siguen considerando muy pesados. A nadie le gusta que se le imponga qué pensar sobre algo así. Pero si te enfocas en contar una historia y, en este caso, desarrollar la amistad de los personajes, el público se deja llevar. No es que los temas se diluyan en el fondo, sino que evitas predicar e imponer tu visión
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–Pensando que es una historia sobre nuestra relación con la naturaleza, que será consumida por nuevas generaciones, ¿dirían que éstas son más conscientes respecto de los temas que abordan aquí, cómo lo han hecho en trabajos anteriores? o ¿simplemente hay más visibilidad sin que hagamos mucho al respecto?
Ross Stewart: Siempre he creído que la sociedad quiere hacer lo que es mejor para el medio ambiente. El problema es que quienes están a cargo en los gobiernos, o cualquier posición con la capacidad de implementar cambios reales, suelen equivocarse y están erróneamente influenciados por otros intereses que por lo general responden a sacrificios desde lo económico que no están dispuestos a tomar. Falta motivación. Esa gente llega a puestos de poder porque finalmente eso es lo único que quieren: el poder y el dinero que viene con ello. Desafortunadamente, 99.9 por ciento de la gente, que genuinamente queremos hacer del mundo un mejor lugar, no somos quienes tomamos esas decisiones
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Tomm Moore: Pero yo sí he notado que las nuevas generaciones tienen más interés por estos temas. Incluso quienes pertenecen a facciones más conservadoras, como los jóvenes republicanos en Estados Unidos, son más conscientes que generaciones anteriores. Para la juventud el cambio climático es algo que les afecta de forma directa y debemos resolver. Es bueno tener cautela, pero también esperanza de que la gente joven está despertando constantemente a las dificultades que el mundo les pone de frente
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