Campañas, confusión y controversias // Morena, PRI en resurrección // La maldición de Felipe // Lorenzo, Félix, Maru: suspenso
sus sabidas características excepcionales (el mayor número de cargos en juego, la mayor extensión territorial en un solo lance en comicios intermedios, su condición definitoria de la segunda parte del proyecto obradorista), las elecciones del próximo junio, cuyas campañas empezaron ayer, han de sumar el hecho de que son desde ahora las más controvertidas en los ámbitos internos partidistas (sobre todo en la organización más relevante, la que tiene el poder, Morena) y las más estropeadas y rebatidas en el ánimo social-electoral (los votantes, en sí) e institucional (los conflictos en y con el Instituto Nacional Electoral, sobre todo).
No es un asunto menor: cuando más claridad y definición de expectativas requiere el ciudadano para tomar decisiones comiciales que serán trascendentes, los partidos y sus dirigentes han hecho un extraordinario trabajo de confusión e infidelidad a sus principios doctrinales. Ahí están en marcha conjunta entes teóricamente antitéticos o, cuando menos, practicantes de ligues discretos que no dejaban constancia formal. Mezclas, ahora sin recato, del agua y el aceite ( acuaceitosos, sería un neologismo aplicable): Acción Nacional con el Revolucionario Institucional y lo que queda del de la Revolución Democrática. Y Morena aliado con el emblema del oportunismo y la rapiña, el Partido Verde Ecologista de México (cuatro mentiras).
Además de esas amalgamas de siglas, el resultado práctico ha resultado lamentable a la hora de la definición de sus candidaturas específicas. Morena, tomada por asalto por Mario Delgado (es decir, el grupo de Marcelo Ebrard, necesariamente con autorización de Palacio Nacional), repartió postulaciones a diputaciones, presidencias municipales y gubernaturas sin ningún espíritu real de regeneración nacional: cual si los más representativos momentos del Partido Revolucionario Institucional hubieran revivido, se recurrió al dedazo, al amiguismo, a la valoración del poderío económico para impulsar campañas y a la depreciación de la militancia genuina.
Los principales opositores al partido en el poder (PAN, PRI y PRD) no mostraron mejores prendas y, por no contar con cartas nuevas o más limpias, se acogieron a sus catálogos maltrechos. Hasta Felipe Calderón, beneficiado con la candidatura de consolación para Margarita Zavala, ha hecho duras críticas al PAN al calificar como torpes a sus dirigentes, señalarlos movidos por complicidades internas
y postular a impresentables
, con exclusión de nuevos líderes
. En Twitter, el funerario y fraudulento ex ocupante de Los Pinos soltó la que podría etiquetarse como la maldición de Felipe: Pagarán con y por sus malos resultados
.
En el PRI la oportunidad devino en una descarada apropiación facciosa de las candidaturas viables a diputaciones, con los apellidos Moreno, Moreira y Murat como ganones. Y en lo que queda del PRD volvió a aprovecharse de las circunstancias lo que queda de los Chuchos.
Todo ello en medio del duelo mayor, entre Palacio Nacional y el bando del Instituto Nacional Electoral que encabeza Lorenzo Córdova, con Ciro Murayama como segundo de a bordo. Nada hace suponer que el árbitro
inicial, Córdova, vaya a salir fortalecido de esta batalla, sobre todo si se toma en cuenta que el verdadero árbitro final, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, parece estar aceitado para funcionar como contrapeso final de lo que haga o decrete el citado INE.
Dos casos concentran atención especial: el de Guerrero, donde Félix Salgado Macedonio muestra una seguridad absoluta de que el Tribunal Electoral le regresará la condición de candidato de Morena a gobernar, y la de María Eugenia Campos, Maru, la panista que busca relevar a Javier Corral, cuyo gobierno es el que tiene ya bajo proceso a la citada aspirante, en un episodio de presunta corrupción en la que habrían participado políticos del PAN y otros ahora en Morena, desde una cuenta secreta del ex gobernador priísta César Duarte. ¡Hasta mañana!
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