Lola siente el tiempo
olores Mendoza, si mal no recuerdo; Lince motu proprio: Lola Lince. La ritual Lola Lince.
Ahi va arrastrando su silla, ahi va arrastrando su duelo, ahi desabotonada va, persistente, bailarina, única. Ahi va con su ramo de tulipanes. Ahi va, doblemente enmascarada, dando la cara así, de espaldas. La máscara es pregunta, interrogación, cuestionamiento, curiosidad, burla no regocijada, amarga, amarga, seria burla.
Ahi va la Lola, la Loló, la inquebrantable (alguna vez algún médico le dijo que no volvería a bailar, ni a caminar acaso). Y ahi viene, mírala, como si nada. Como si no hubiera bailado casi nunca o como si aun en terapia, con fierros en el pie, siempre hubiera bailado, lo que sí.
Ah qué la Lola, la Dolores, la Mendoza, la ya distante pero nunca más real Susana San Juan, risa incluida, nótese, anótese (esto en Sin sosiego, recital escénico sobre Pedro Páramo). La Lola Lince, que si Dolores sería poeta: Dolores Lince, ¿a poco no? Veamos: Poblada está mi frente de gaviotas / La soledad dormita / Enterrada yace la raíz / Como un río colma mi boca de agua / Me pierdo en su bullir. Sí, es texto suyo, de los tempranos años 90 probablemente.
La vemos joven, vieja, acabada, energética, y transpuesta, que luego transpone y hace transponer
. O transportar.
Ocupar la butaca en sus presentaciones equivale a abordar un medio de transporte que (de cuidadosa silla voladora a quién dice que no platillo osado) ignoramos a dónde pero temperada, comedidamente nos llevará, nos lleva, hasta depositarnos de nuevo en nuestro sitio, ahora nuestro verdadero sitio: un aquí que es aquí después de Todo.
A finales de marzo Lola Lince recibió el Premio Aminalli, que por segunda ocasión otorgan Los Talleres de Coyoacán, luego de presentar El sentimiento del tiempo, obra en tres partes a la que aludimos arriba. La presea, antes otorgada a Rosario Verea, es promovida por Isabel Beteta, fundadora del mencionado espacio cultural.
El sentimiento del tiempo trascendido, transpuesto, es el sentir que imbuye la danza, la coreografía, el arte de Lola Lince, quien puede ser fuerte, lánguida, ida, presente, ligera, grave… y cuyo trabajo ante todo es poético: sentimiento del tiempo por ars poetica trascendido.