Intimidar, fin del ataque en Mactumactzá
Hallier Arnulfo Morales señala que ese sistema ha sido atacado por los grupos más conservadores del país
fue un mensaje clarísimo para amedrentar, intimidar y torturar a los estudiantes, asegura Hallier Arnulfo Morales. Ayer, los normalistas de Chiapas realizaron nuevas protestas .Foto Juan Carlos Santiago
Domingo 30 de mayo de 2021, p. 4
Las normales rurales están entre las instituciones públicas más violentadas y atacadas por gobiernos de todos los colores, pero también por los sectores más reaccionarios y conservadores que han mantenido desde los años 40 del siglo XX una campaña de odio contra los estudiantes, racista y clasista, por su condición de ser pobres, de extracción indígena o popular
, afirmó Hallier Arnulfo Morales Dueñas, investigador y profesor de la Escuela Normal Rural Gral. Matías Santos Ramos, en San Marcos, Zacatecas.
En entrevista con La Jornada, afirmó que un gobierno federal que presume de reivindicar las causas sociales no ha entendido la historia ni la labor de las normales rurales, porque aún siendo menos de 10 por ciento de la matrícula actual de estudiantes normalistas –a nivel nacional hay un total de 104 mil 577 alumnos, atendidos en 257 normales públicas–, les sigue dando un trato judicial, por encima de un trato educativo como futuros maestros
.
Recordó que las 16 escuelas normales rurales que aún existen en México han enfrentado por décadas ataques del gobierno y de los sectores más conservadores para desaparecerlas. Hay una larga cadena de agresiones que se remontan hasta los años 40 y que se agudizan en los 60 con la desaparición de la mitad de las escuelas normales rurales, y que continúa hasta hoy en día
.
Integrante del seminario de investigación histórica Centenario de las Normales Rurales: Procesos, miradas y latitudes (1922-2022), destacó que el operativo policiaco que se aplicó para la detención de casi un centenar de estudiantes de la Escuela Normal Rural de Mactumactzá, en Chiapas, no fue de contención, fue un mensaje clarísimo para amedrentar, intimidar y torturar a los estudiantes
.
Explicó que ante décadas de abandono presupuestal, los estudiantes se han convertido en gestores de sus escuelas. No sólo para buscar recursos, también para que las autoridades educativas emitan cada año las convocatorias de ingreso, tareas que, dijo, corresponden claramente al gobierno, pero que se usan como estrategias para buscar la desaparición de las escuelas
.
Morales recordó que en el proyecto de Presupuesto Federal de Egresos 2021, el gobierno federal propuso una reducción de 95 por ciento del presupuesto a las normales, a las que sólo pretendía destinar 20 millones de pesos, por lo que la Cámara de Diputados aprobó una reasignación de 150 millones.
Protestan por la falta de recursos
Al respecto, estudiantes de diversas normales rurales señalaron que una de las principales causas para salir a protestar en sus estados son los escasos recursos destinados a la denominada ración
, con lo que cada plantel cubre el costo de sus tres alimentos diarios.
“Hay escuelas que destinan menos de 65 pesos para las tres comidas de cada compañero. Como somos hijos de campesinos y obreros, somos de familias pobres que no pueden darnos ningún apoyo.
Muchos vemos en las escuelas normales rurales la única posibilidad de tener una educación universitaria, porque tenemos la oportunidad de recibir una beca con la que nos dan sustento, un lugar donde dormir y estudiar
, señala una alumna de la Escuela Normal Rural Carmen Serdán, de Teteles, Puebla.
Al igual que en las normales de Tiripetío o Mactumactzá, señalan estudiantes normalistas, enfrentamos todas las carencias. Internados donde los baños están en pésimo estado, dormitorios sin colchones y muchos creen que porque somos pobres no merecemos tener espacios dignos, lo mínimo para comer, pero se olvidan que somos los futuros maestros de los más pobres, y resistir es parte de nuestra formación
, señalaron.
Morales Dueñas destacó que debido a la imagen tan negativa que se ha construido del normalista rural, de vándalos y delincuentes de pies de barro, la población que no los conoce les teme, pero quien sabe de su labor, los defiende
.
El gobierno federal, dijo, debería comprender que no se trata de escuelas con adolescentes incómodos, sino de instituciones con un gran arraigo comunitario y popular, donde se educa en la solidaridad y la hermandad
, concluyó.