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Falleció el historiador Luis Fernando Granados
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▲ Granados Salinas se formó en la UNAM y se doctoró en la Universidad de Georgetown.Foto tomada de redes sociales
 
Periódico La Jornada
Domingo 11 de julio de 2021, p. 11

El historiador Luis Fernando Granados Salinas falleció este sábado a causa de complicaciones de un cáncer, informó su hermano Tomás a través de Twitter.

Grano de Sal, casa editorial del también escritor, también lamentó el fallecimiento.

Tomás Granados publicó: Hoy concluyó la batalla de mi hermano contra un cáncer tramposo que sólo se dejó ver cuando ya había invadido un órgano y que pronto emigró a otros. Tras dos intervenciones y una devastadora quimioterapia, sus riñones se pusieron en huelga definitiva, relató.

Asimismo, consignó que hace unas cuantas horas salió la impresión del libro Relación de 1520, libro de Hernán Cortés rescrito después de una audaz relectura por Luis Fernando. Es un fantástico alegato por leer las fuentes históricas lo más desnudas que se pueda, comentó.

Hijo del extinto periodista Miguel Ángel Granados Chapa, Luis Fernando Granados (Ciudad de México, 1968) fue licenciado en historia por la Universidad Nacional Autónoma de México y doctor en esa disciplina por la Universidad de Georgetown.

Fue autor de Amanecer: la revolución francesa, escrito con el auxilio de Tomás Granados, y de Sueñan las piedras: alzamiento ocurrido en la Ciudad de México, 14, 15 y 16 de septiembre de 1847. Éste último recibió el premio Marcos y Celia Maus de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, así como el galardón Francisco Javier Clavijero, del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

El historiador también escribió En el espejo haitiano. Los indios del Bajío y el colapso del orden colonial en América Latina.

Su hermano recordó que nada nos aproximó más que haber encarnado a un antihéroe de Saramago: durante años inventamos al columnista Raimundo Silva, corrector de mala muerte que se fija en minucias editoriales que a nadie le importan.

Destacó el deslumbramiento por la prosa limpia y llena (a veces retacada) de sutilezas, de mensajes en clave y de confesiones que se frenaban justo antes de entrar en el terreno de lo cursi, de su hermano.

Luis Fernando, continuó Tomás Granados, fue un grande: de estatura (junto a mí), de inteligencia, de locura a veces genial y a veces destructiva. Me hizo seguirlo a la URSS cuando ni siquiera éramos púberes, a Cuba para vacacionar entre pioneros búlgaros y nicaragüenses, a los scouts en Pachuca, al peligroso velódromo que une Indios Verdes con CU. Añadió: “gracias a este viajero viví la Revolución Francesa día a día durante el bicentenario, sentí en las manos alguna de las piedras que los prechilangos le arrojaron al ejército invasor en 1847, imaginé el fin de la esclavitud haitiana y la fanfarronería de Hernán Cortés mientras lo manipulaban los mesoamericanos.

A él le gustaban más los acordes del Volga y a mí los del Rin; pocas veces nos sentamos juntos a escuchar una orquesta sinfónica, aunque cada uno intuía cuánto habría disfrutado el otro de habernos acompañado.

Los restos de Granados Salinas son velados desde anoche en la agencia García López de Miguel Ángel de Quevedo, en Coyoacán.