a pandemia del coronavirus junto con el confinamiento y, ahora, la recuperación económica por la apertura de las actividades productivas, han provocado fuertes ajustes en las condiciones laborales.
Hay dos fases en el proceso. La pandemia ocasionó en general una severa caída del empleo; disminuyó, a la vez, la oferta y la demanda de productos y servicios. Con la apertura económica y el avance en la vacunación, se preveía que los trabajadores retomaran las plazas vacantes y recuperaran paulatinamente sus niveles de ingreso y consumo.
El proceso de vuelta al trabajo no ha sido terso. Hay cambios en la situación y las decisiones de la gente; pueden ser de corto plazo o más duraderas y con repercusiones desiguales. Deben asentarse aún las condiciones en que quedaron muchos negocios, lo que puede cambiar el panorama de las economías locales y regionales y definir la forma de la recuperación.
Todo esto es parte de la conformación de lo que se ha llamado la nueva normalidad
, que no se muestra de modo claro. Se especula mucho con este asunto.
La nueva normalidad podrá readecuar las formas en que se labora, como ha demostrado el trabajo en casa. La tecnología se adapta de modo rápido y sustenta tipos distintos de relaciones laborales. Podrán modificarse los patrones de generación de ingresos y de consumo, de estudio y aprendizaje, de interacción social.
Esto no ocurrirá, ciertamente, de modo automático, nunca lo ha hecho. Un caso indicativo de los cambios en curso es el de Amazon. Esta empresa global ha crecido enormemente desde la irrupción de la pandemia, en 2020 contrató medio millón de personas y recientemente añadió 75 mil en Estados Unidos y Canadá, pujando al alza los salarios para captar trabajadores. Esto se basa en la ventaja de ese gigante: tiene mucha caja. Otra cosa son las condiciones en que se hace ese trabajo y lo que significa socialmente ese tipo de negocio (conviene ver la excelente película Nomadland, también leer el artículo publicado en la revista The Atlantic (https://www.theatlantic.com/ideas/archive/ 2021/06/amazon-prime-day-dystopian/619265/).
Durante varios meses, en las economías más desarrolladas, hay escasez de trabajadores para llenar las plazas vacantes. El proceso se ha ido revirtiendo en las semanas recientes, bajan las tasas de desempleo, aunque es significativa la heterogeneidad en el mercado de trabajo.
En Estados Unidos y Gran Bretaña la escasez laboral ha sido una de las condiciones más llamativas de la primera fase de la recuperación económica. Muchas empresas en distintos sectores enfrentan una menor oferta de trabajo lo que provoca un cambio en las pautas para contratar y alza las remuneraciones.
Esto se aprecia en segmentos como: restaurantes, comercio, transporte, servicios de todo tipo, burocracia, construcción. En las manufacturas se reporta que en abril había en promedio el doble de puestos vacantes que un año antes de la pandemia y que supera por mucho los registros desde la década de 1990.
En Estados Unidos, la revista de negocios Barron’s (Dow Jones), informó que se registraron en abril 9.3 millones de plazas disponibles (según la Encuesta de Oferta de Trabajos y Rotación Laboral), frente 7.1 millones del mes de enero pasado y de la cifra record de 7.6 millones en noviembre de 2018. El Instituto de Estudios del Empleo de Gran Bretaña señala que la recuperación empuja la demanda de trabajo de las empresas y que todos están reclutando al mismo tiempo. De modo anecdótico se reportó que hasta las firmas reclutadoras no hallan suficientes reclutadores.
Se advierte ahora un cambio en las decisiones de los trabajadores. Se trata de cuestiones como el retiro anticipado y el ajuste de las condiciones de vida; esta es la sociología del trabajo, un fenómeno muy dinámico. Se observan consideraciones de índole personal, familiar y social y de cuestionamientos acerca de las relaciones inherentes al trabajo, las formas de dependencia y los modos de vida. La pandemia revela la naturaleza de esas relaciones.
Los trabajadores se retraen cuando hay aún millones de personas sin empleo. El desajuste en el mercado de trabajo se asocia con la alteración de los incentivos y los efectos de índole estructural en la actividad productiva. Las ayudas fiscales de apoyo a las familias han pospuesto la vuelta al trabajo, lo que indica el nivel de precariedad de muchos asalariados. De otra parte, se señala la fricción en las cadenas de abastecimiento globales que impactan negativamente a la producción y el empleo.
Lo que ocurre en los países más ricos es muy distinto de lo pasa en otras partes en donde ni las familias ni las empresas has recibido ayudas. Las secuelas aún no se exhiben por completo. La recuperación basada en la apertura postconfinamiento no podrá sostener un crecimiento suficiente para absorber productivamente a la fuerza de trabajo, con consecuencias negativas en las condiciones del bienestar y la marginación.
No puede descartarse un repunte de los contagios que exija un nuevo ajuste social.