Jueves 15 de julio de 2021, p. a12
David Picasso escapa al estereotipo del boxeador mexicano. Si en el imaginario popular los púgiles se debaten entre la gloria deportiva y el despeñadero, el joven de 20 años quiere que su patrón de vida cambie esa percepción sobre un oficio peligroso, sin duda, pero que ofrece una salida digna a muchas personas en situaciones difíciles.
El dilema de Picasso es de otra naturaleza. Estudia física en la Facultad de Ciencias de la UNAM –quiere especializarse en neurociencias– y buscará pronto un campeonato mundial en peso gallo. Este fin de semana enfrentará al venezolano Edixon Pérez como parte de ese recorrido.
Está muy arraigado el estereotipo del boxeador asociado a la violencia, vidas decadentes y fracaso
, explica Picasso, “pero a veces se olvidan los casos de éxito tras una carrera en el cuadrilátero, por ejemplo de empresarios afortunados como Mayweather, De la Hoya o el Canelo”.
Si acaso, el único lugar común en el modelo de Picasso es su origen, el barrio popular de la Guerrero y sus alrededores, territorio histórico del boxeo. Gracias al deporte, y desde luego a la vida académica, está seguro que evitó las inercias del entorno.
Sin el boxeo y la escuela, no sé qué rumbo habría tomado
, piensa Picasso; por eso me gustaría colaborar en cambiar esa imagen sobre los puglilistas
.
Un recurso urgente –considera– es el desarrollo de investigación apoyada en la ciencia para reducir el riesgo de este deporte. Por eso, entre otras razones, quiere como campo de especialización las neurociencias.
Me intriga desde luego por mi propio riesgo como boxeador profesional
, expone, pero también para apoyar a mis compañeros. En la medida en la que haya más estudios científicos aplicados a este deporte, creo que podemos reducir el peligro que representa golpear a una persona
.