Jueves 19 de agosto de 2021, p. 3
La Jornada publica, con autorización de Círculo de Poesía y Visor México, un par de poemas del libro Noche fiel y virtuosa, que ahora se edita en español, escrito por Louise Glück en 2014, seis años antes de obtener el Premio Nobel de Literatura. El fragmento de Un jardín de verano
y La pareja en el parque
cierran el título, donde un pintor anciano reflexiona sobre el silencio y el lienzo en blanco en sus años finales de vida.
La pareja en el parque
Un hombre pasea a solas por el parque y a su lado pasea una mujer, también a solas. ¿Cómo lo sabemos? Es como si una línea existiera entre ellos, como una línea dibujada en un campo de juego. Y sin embargo, en una fotografía podrían parecer un matrimonio, cansados el uno del otro y de los muchos inviernos que han soportado juntos. En otra época podría tratarse de dos extraños a punto de encontrarse por casualidad. Ella deja caer su libro; al agacharse para recogerlo, toca, por accidente, la mano de él y el corazón se le abre de golpe como una caja de música. Y de la caja sale una pequeña bailarina hecha de madera. Soy yo quien ha creado esto, piensa el hombre; aunque ella solo puede dar vueltas sobre sí misma, sigue siendo una bailarina de algún tipo, no solamente un trozo de madera. Esto debe explicar la desconcertante música procedente de los árboles.
V
Beatriz se llevó a los niños al parque de Cedarhurst.
Brillaba el sol. Los aviones
pasaban de un lado a otro, apaciblemente porque la guerra había acabado.
Era el mundo de su imaginación:
verdadero y falso carecían de importancia.
Recién pulido y reluciente:
así era el mundo. El polvo
aún no había hecho erupción sobre las cosas.
Los aviones pasaban de un lado a otro, con destino
a Roma y París; no podías llegar a esos lugares
a no ser que volaras sobre el parque. Todo
debe pasar, nada puede detenerse…
Los niños se tomaban de la mano, se inclinaban
para oler las rosas.
Tenían cinco y siete años.
Infinito, infinito: esa
era su percepción del tiempo.