Ante la captura de la academia y la ciencia por parte de las empresas de alimentos ultraprocesados, a través de la cual se han intervenido las decisiones de la política pública de salud, los investigadores Martha Elena García y Guillermo Bermúdez urgieron a hacer frente a los conflictos de interés que se presentan no sólo en el sector gobierno, sino también en los centros de investigación, universidades y organizaciones no gubernamentales.

En la presentación de su libro Alimentarnos con dudas disfrazadas de ciencia: nutriendo conflictos de interés en México, señalaron que las investigaciones costeadas por la industria tienen mayores probabilidades de llegar a conclusiones favorables sobre el consumo de sus productos o a resultados que minimizan los riegos a la salud, a diferencia de las realizadas en forma independiente.

Bermúdez refirió que la industria tabacalera desarrolló una especie de libro de jugadas o estrategia general a la que se han apegado otras empresas, incluidas las de bebidas y alimentos.

García expuso que los objetivos de dicha estrategia son crear un ambiente favorable a sus productos, desacreditar las evidencias científicas sobre sus efectos dañinos y destacar sus supuestos beneficios para persuadir a los consumidores de seguir comprándolos y retrasar, minimizar y eliminar las políticas públicas para regularlos.

En este sentido, lamentó que en el caso de las instituciones de educación superior haya universidades que parecen un brazo de la industria alimentaria en lugar de una voz independiente en los debates sobre nutrición y salud pública.

Bermúdez reconoció que si bien no todos los científicos ni los profesionales de la salud ni asociaciones civiles son corruptos, sería prudente emprender iniciativas para transparentar el financiamiento que reciben de la industria como primera medida para prevenir conflictos de intereses y que las empresas den a conocer a quiénes otorgan recursos.

El colaborador de La Jornada Víctor Manuel Toledo, académico y biólogo, expuso que estamos viviendo el momento culminante del capitalismo corporativo, el cual está mostrando la máxima concentración de riqueza, los máximos niveles de monopolio en todas las ramas y esto por supuesto que en la defensa de la vida y de la justicia, de la dignidad humana, nos sitúa en una guerra total. Así vive hoy el mundo y sus dos grandes impactos son la enorme inequidad social, así como la mayor crisis ecológica ambiental, representada por el cambio climático.