Sábado 9 de octubre de 2021, p. a12
En plena producción y en medio de un alud de nuevas grabaciones discográficas, Steve Reich (Nueva York, 3 de octubre de 1936) cumplió 85 años hace unos días, consolidado como uno de los compositores vivos más importantes en el orbe.
Su importancia, relevancia y valía son inconmensurables y no corresponden al tamaño de su fama, a pesar de haber recibido distintas condecoraciones, entre ellos el Premio Polar, galardón sueco considerado el Nobel de la música.
Es el caso típico del autor cuya modestia sepulta todo reflector. Es normal que existan compositores cuya producción, en vida, los ubica ya en la inmortalidad y que resulten reconocidos muchos años después, o nunca.
El tema del reconocimiento al talento y al trabajo es interesante y tenemos en Steve Reich a un gigante que ya pasó a la historia y sigue produciendo no precisamente en el anonimato, pues su discografía es abundante y sus seguidores son legión ni es el típico autor incomprendido. Simplemente es un astro que brilla con luz propia, no refleja al Sol, crea su propia luz.
Hay por lo menos cinco obras, en las que nos centraremos hoy, que comprueban su legado histórico: Drumming, Music por 18 musicians, Differente Trains, Electric counterpoint y Piano counterpoint.
Hay más, pero esas son suficientes para sustentar con hechos lo dicho.
Invito a usted, hermosa lectora, amable lector, a comprobarlo con la escucha de esas obras, disponibles en Spotify, Apple Music, Deezer, YouTube Music (no confundir con el YouTube clásico de los videos) y otras plataformas de su preferencia.
En todas ellas está la esencia del sistema que inventó Steve Reich y que bautizó con el nombre de phasing.
La técnica de composición musical denominada phasing consiste en la emisión de sonido con dos (o más) instrumentos que interpretan una frase repetitiva en un tempo estable pero no idéntico: uno de ellos va ligeramente atrasado respecto del segundo y crea un efecto de eco que se desliza (phasing) hasta que se produce un sistema muy complejo mediante el cual el eco vuelve a esucharse como un unísono. Es el equivalente rítmico de los ciclos de dos formas de onda que se desplazan en fases.
Ese sistema puede apreciarse de cuerpo entero en Drumming: 56 minutos de frases que se repiten y forman olas que se desplazan en fases. Escucharla nos conduce a un estado de trance, a un efecto hipnótico donde los instrumentos de percusión toman formas lejanas y cercanas, oleajes que nos remiten a la música ancestral de África por igual que a procedimientos técnicos similares a los que inventó Karlheinz Stockhausen (1928-2007) en su obra maestra titulada Stimmung, donde alcanzamos niveles elevados de sinestesia.
Al igual que las auroras boreales que suenan en la obra de Stockhausen, la activación de los sentidos en Drumming, de Steve Reich, remite a lo ritual, lo ancestral, lo tribal: voces, silbidos, campanas de cristal. Alucinante.
Steve Reich acostumbra participar en la grabación de los discos con sus partituras, por ejemplo: aplaude junto con Kristjan Jarvi al interpretar su obra titulada precisamente Clapping music (Música de aplausos), por igual que toma las baquetas y su turno junto a músicos muy jóvenes en distintas grabaciones que ha hecho de su obra Drumming (hay videos en YouTube).
En la siguiente obra que hoy recomendamos, Music for 18 Musicians, Steve Reich utiliza el sistema phasing para lograr efectos sico-acústicos como los que mencionamos en la escucha de Drumming. Hay distintas versiones disponibles en las plataformas digitales y en todas ellas garantizo un estado de trance al escucharlas, algo así como observar, oler, tocar, saborear y escuchar el lento avance de las ondas de agua en el estanque de un jardín cuando deslizamos sobre él, desde nuestros dedos, una piedra de río.
Pongamos a sonar ahora Different Trains. Lo primero que escuchamos-vemos es un tren. Su silbato, su traca-traca mágico. Es un sonido con muchos componentes que avanzan deslizándose. Y el efecto es poético, íntimo, profundamente personal, porque el sonido del tren es una evocación, un referente cultural. Todos tenemos una historia personal con los trenes, inclusive las nuevas generaciones, que no lo conocieron, poseen pase y pócima de efectos mágicos con la mera enunciación de la palabra tren.
En el caso personal de Steve Reich, según me contó en una entrevista que le hice hace algunos años, los Different Trains son los que tomaba cuando niño entre Chicago y Nueva York, donde vivían sus padres una vez que se separaron y turnaban custodia.
Ahora hagamos que suene Electric Counterpoint, que viene en el mismo disco, enseguida de Different Trains.
Vemos-oímos una ola eléctrica que avanza, retrocede, tintila como un lento relámpago: es la guitarra de Pat Metheny.
Esta obra, Electric Counterpoint, es un buen ejemplo para demostrar la ineficacia de los compartimentos estancos en música. Muchas veces he escrito aquí que lo que hace Pat Metheny no es jazz sino música contemporánea. Lo que hace en este disco, que mucho recomiendo, es una música de encantamiento, una meditación, una sonrisa serena.
Si la escucha de esta obra lo encandila, hermosa lectora, amable lector, puede poner a sonar Piano counterpoint, de Steve Reich, como una continuación del viaje. Garantizo alucinación venturosa.
Esa obra, Piano counterpoint viene en el disco titulado, con minúsculas, steve reich radio rewrite (Nonesuch Records), que ya reseñó en su oportunidad el Disquero pero recomiendo volver a escucharlo para completar el contexto celebratorio de los 85 años de Steve Reich, además de que es un disco-tesoro y que también confirma la inutilidad de los compartimentos estancos en la música.
En este caso, he escrito varias veces que lo que hace Radiohead no es rock sino música contemporánea y está demostrado en esta grabación, que realizó el guitarrista del grupo, Jonny Greenwood, quien toma aquí el lugar de Pat Metheny para interpretar Electric Counterpoint. Suena a Steve Reich, pero también a Radiohead, de la misma manera como en el disco que escuchamos con Pat Metheny suena a Steve Reich pero también a Pat Metheny.
Es la magia de la música de Steve Reich, que así funciona.
Vaya, es un músico tan libre, tan original, tan abierto de miras, que tomó las estructuras armónicas de dos canciones de Radiohead: Jigsaw Falling into Place, del álbum Rainbows, de 2007, y Everything is its Right Place, de Kid A, de 2000, para escribir la obra que titula ese disco, que también recomiendo: radio rewrite, como se titula la pieza de Steve Reich reinterpretando a Radiohead.
El tejido armónico, la sucesión de acordes, las notas pivote, los pedales repetitivos, elementos perennes en la música de Steve Reich, suenan en radio rewrite, y todos esos materiales ha reconocido públicamente el propio Tom York, cantante de Radiohead, son influencias de Steve Reich.
De manera que ese disco suena a Radiohead pero suena a Steve Reich al mismo tiempo.
En la celebración de los 85 años de Steve Reich, reproduzco, por último, un fragmento de mi entrevista con él:
–John Adams, Philip Glass y Terry Riley me han dicho que el minimalismo no existe, ¿qué opina usted?
–Estoy de acuerdo con ellos. Aunque este tipo de términos resultan útiles para historiadores y periodistas musicales, como usted. Así como en el barroco, Bach y los otros reflejaron la arquitectura barroca en sonidos, así nosotros partimos del minimalismo que inventó Sol LeWitt en escultura. Ah, el término lo inventó mi amigo Michael Nyman.
–Si no es minimalismo, ¿cómo describiría usted su música?
–Suelo recurrir a asuntos que me conciernen, pero también hago música sin ninguna temática. Los compositores no estamos obligados a nada, salvo a escribir buena música. Yo suelo utilizar una palabra para describir mi música: música.
Ríe de buena gana el maestro Steve Reich. Nos despedimos entre carcajadas.