Jueves 28 de octubre de 2021, p. 19
Nadia Muciño fue asesinada en 2004 frente a sus hijos que entonces tenían cinco, cuatro y dos años. De sus homicidas, su esposo Bernardo López purga una condena de 42 años en espera del resultado de su apelación y su cuñado, Israel, fue absuelto en medio de un cadena de irregularidades judiciales donde se perdieron pruebas y se anularon los testimonios de los menores que lo incriminaban porque a esa edad no podían diferenciar la realidad de una fantasía
.
A mi hija le quitaron la vida cruelmente
, frente a sus hijos, a pesar de que había denunciado previamente la violencia en su contra, narró su madre Maria Antonia Márquez. Fue encontrada con una soga, murió por ahorcamiento, no obstante, en principio se calificó de suicido; se descuidó la escena del crimen permitiendo que la familia de los asesinos quemaran el lugar, perdiéndose evidencias fundamentales y, antes de desestimar sus testimonios, se obligó a los menores a carearse con quienes mataron a su madre.
María Antonia detalló el largo peregrinar para encontrar justicia, incluyendo la absurda absolución de Israel por un tribunal mexiquense que canceló definitivamente condenarlo por el feminicidio. El caso llegó ayer ante los relatores de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a quienes explicó que en el juicio de Israel no se le permitió atestiguar en la apelación ante el tribunal, la petición fue rechazada porque “yo no tenía legitimidad para actuar en el proceso, como si ser la mama de una hija asesinada no te diera derecho a exigir justicia.
Emplazados en la audiencia, representantes de la Fiscalía mexiquense y la Comisión Estatal de Atención a Víctimas, fueron parcos, no aludieron a las violaciones legales y sólo exaltaron la creación de programas e instituciones para atender la violencia contra la mujer. Fue el coordinador de Asuntos Internacionales de la Secretaría de Gobernación, Marcos Moreno, quien a nombre del Estado mexicano asumió, sin objeción alguna, la cadena de violaciones a los derechos humanos y ofreció un acuerdo integral de reparación del daño.
A nombre de la CIDH, Julissa Mantilla expresó el reconocimiento a María Antonia Márquez porque “su lucha es la de muchas madres –que asumen la crianza de sus nietos–, pero al mismo tiempo siguen buscando justicia para sus hijas”. Ofreció un monitoreo puntual de la CIDH para dar seguimiento a los compromisos que el gobierno mexicano deberá entregar por escrito en los próximos días como parte del arreglo por la vía amistosa
para saldar el caso.