Martes 16 de noviembre de 2021, p. 29
Sin límite alguno, motociclistas circulan sobre las banquetas a toda velocidad y en sentido contrario, y las usan de estacionamiento aprovechando las obras públicas que se han realizado para ampliarlas, poniendo en riesgo la integridad física de los peatones y sin respetar los semáforos en diversas calles de los perímetros A y B del Centro Histórico.
Los espacios peatonales que se abrieron hace unos meses gracias a la remodelación de la avenida Balderas y que ofrecían un paso amplio y seguro para los transeúntes, ya no ofrece esa facilidad, comentaron ciudadanos al salir de la estación Juárez del Metro.
Lo anterior, debido a que si bien los automovilistas transitan a baja velocidad por el tramo que va de la calle Artículo 123 hacia la calle Independencia, personas que circulan en motos no respetan a los peatones ni el sentido de la calle; conducen a alta velocidad y utilizan ambos sentidos del espacio peatonal
, señaló el señor Mariano Rodríguez.
Repartidores, la mayoría
Muchos motociclistas son repartidores de comida preparada y de otros productos y artículos comerciales que van a entregar pedidos, indicó.
La situación es más complicada por las noches, cuando grupos de personas ingieren bebidas etílicas y drogas en la vía pública, escandalizando y obstruyendo la vía pública. A pesar de las obras de remodelación, la calle Balderas no es un espacio seguro para los peatones
, indicó Aurelio González.
Esa situación se produce por la afluencia de parroquianos que salen de cantinas, vinaterías y restaurantes de la zona, agregó.
No muy lejos de Balderas, en la calle Dolores, en el barrio chino, sin importar la cantidad de personas que caminan por esta zona peatonal, muchas en familia con niños y adultos mayores, los motocilistas circulan sobre la calle echando su moto casi encima de la gente para que nos hagamos a un lado y pasen, y si alguien les dice algo enseguida nos dicen groserías
.
Sobre esa calle, los motociclistas también usan de estacionamiento el callejón cerrada de Dolores, comenta María del Rocío, empleada de una tienda en la zona.