Martes 18 de enero de 2022, p. 5
Filogonio Naxín (Mazatlán Villa de Flores, 1986) expresa en entrevista: “Siempre digo que mi primera lengua es el mazateco, mientras mi segunda es el trazo, la línea y el dibujo.
“Hablo, escribo y canto en mazateco; sin embargo, cuando estaba en primaria no entendía lo que los profesores me comunicaban. Entonces, empezaba a rayar mi cuaderno y así me adentré en un segundo lenguaje.
Con el tiempo, esas líneas se convirtieron en figuras, retratos y paisajes
, comparte el pintor oaxaqueño quien exhibe ¡Ibí tetsukujín! ¡Aquí estamos vivos!, muestra de 20 monotipos y 13 collages en el Museo Nacional de Culturas del Mundo, que da una visión muy personal de los 500 años de la caída de Tenochtitlan que se conmemoraron en 2021.
Ninguna institución le encargó la serie. Fue Naxín quien quiso saber más acerca de la llamada Conquista: “Es un tema que de niño desconocía. En la preparatoria ya se abordaba dentro de la (materia de) historia; sin embargo, siempre se hablaba de que fuimos conquistados. Fue hasta la Facultad de Bellas Artes, de la Universidad Autónoma Benito Juárez, de Oaxaca, cuando me puse a reflexionar de qué se trataba. ¿Llegaron seres de otro planeta?
“En los tiempos actuales siempre se toca el tema. A raíz de esto me puse a investigar para conocer el contexto desde la historia, aunque más que nada porque pertenezco a un pueblo originario, los mazatecos.
Es sentir que estamos presentes aún, aquí, vivos. Seguimos resistiendo, tanto nuestras lenguas, nuestra cultura y cosmovisión. Es la otra parte que me incitó a pensar que básicamente se resiste desde el individuo. Se pertenece a una cultura, y a raíz de esto se dialoga con este presente que es el mundo contemporáneo. Esto es lo que me hace reinterpretar
. Para Naxín es posible generar dicho diálogo con lo contemporáneo sin perder la esencia de la cultura a la que pertenece.
Su pintura “habla mucho desde la cosmovisión mazateca, aunque también desde la resistencia, en el caso de ¡Ibí tetsukujín!, muy presente. Tiene que ver desde la lengua, cuyas palabras y frases se integran en mi trabajo. Para mí, la cosmovisión tiene que ver desde los colores, estas dimensiones que se ven como interplanetarias. También con vivir en una montaña, donde no hay contaminación, ni ruidos. Los colores se vislumbran como naturales. El paisaje está presente desde los tonos del cielo y las luces. Eso del cosmos, así le llamo, como cuando nos recostamos en la montaña y nos parece ver cerca las estrellas y el universo”.
Naxín fue autodidacta de los ocho a los 22 años, cuando ingresó a la Facultad de Bellas Artes. Allí, aparte de especializarse en pintura, aprendió grabado.
¡Ibí tetsukujín! ¡Aquí estamos vivos! permanecerá hasta febrero de 2022 en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo (Moneda 13, Centro Histórico).