México: país de pobres // México rural: ámbito de pobres extremos
os niveles de pobreza (P) y de pobreza extrema (PE), cuya evolución de 2016 a 2020 presenté en la entrega del 28/01/22, siguiendo lo publicado por Evalúa CDMX en su página web, se referían a nivel nacional. Cuando los datos se desagregan entre medio urbano, U, (localidades de 2 mil 500 habitantes y más) y rural, R, (localidades de menos de 2 mil 500 habitantes), surgen dos panoramas desiguales. Conviene recordar que México es un país predominantemente urbano (77 por ciento en 2020). Mientras 68 por ciento (más de dos tercios) de la población urbana (PU) es pobre y 37% (más de un tercio) es PE, 88 por ciento (casi nueve de cada 10) de la población rural era P y 62 por ciento (cerca de 2/3) era PE, veinte puntos porcentuales (pp.) más en P y 31 pp. más en PE que en U. Dos Méxicos contrastantes, aunque ninguno para envidiar. El que prácticamente nueve de 10 habitantes del medio rural vivan en P es una realidad abrumadora. También muy grave resulta la alta incidencia de la P en U: más de dos terceras partes, dos de cada tres habitantes urbanos. Queda claro que México es un país de pobres tanto en el medio rural como en el urbano, y el medio rural es un ámbito de pobreza extrema. También queda claro que R es más pobre que U. Pero en términos de número de personas, en México predomina la pobreza urbana (Véase el cuadro). Del total nacional (N) de 92.4 millones de pobres, 66.6 millones, 72.1 por ciento, vive en U y 25.8 millones, 27.9 por ciento en R. De los 53.9 millones de PE, 35.8 millones viven en U (66.5 por ciento) y 18 millones (33.5 por ciento) en R. Esto concuerda, en lo general, con los resultados del Coneval que llega a proporciones similares (70 por ciento) de los P en el medio urbano. En cambio, en la distribución de la PE en ambos medios, el Coneval subestima el predominio de U (que estima en 54.5 por ciento) que es 66.5 por ciento con el MMIP. La distribución U-R de los no pobres es la que hace más evidente la desigualdad campo-ciudad: nueve de cada 10 no pobres habitan en el medio urbano.
La lectura horizontal de las columnas % de N (H)
, que presentan la incidencia de la pobreza (que se denota con H), permite visualizar la pirámide social: pobreza extrema-pobreza moderada-no pobres (PE-PM-NP) en N, U y R que (sin decimales) es como sigue: N: 42-31-27; U: 37-32-32; R: 62-27-12. Nótese el enorme contraste entre la pirámide rural y la urbana. La R es de base muy ancha (62 por ciento), pico muy reducido (12 por ciento), 5 veces menor que la base, y nivel intermedio menor a la mitad de la base (27 por ciento); la base es mucho mayor que la suma de los dos niveles superiores: 62 vs. 39 por ciento. En cambio, la pirámide urbana es casi un edificio vertical con los dos niveles superiores iguales, y muy cercanos al tercio: 32%, y la base sólo ligeramente más ancha (37%). En este caso los estratos se aproximan mucho a terciles (tres partes del mismo tamaño). La pirámide N, combinación de la de U y la de R, tiene la forma usual de una pirámide en la que cada nivel es más reducido que el inferior. La estratificación nacional se caracteriza por ser la PE el mayor estrato (aunque menor al 50 por ciento) seguido de lejos por la PM y la NP que son cercanos entre sí. En U también es la PE el mayor estrato, pero sólo 3.4 puntos porcentuales mayor que un tercio y, por tanto, cercano a los otros dos estratos (PM y NP) que son iguales y muy próximos al tercio. La estratificación rural, en cambio, se caracteriza porque casi dos tercios de la población están en la PE, superando con mucho la suma de los otros dos estratos. Otra manera de ver estas estratificaciones es comparando los tamaños del menor estrato (que es siempre el de NP) con el mayor (que es siempre el de PE). Mientras en U los NP son 86.5 por ciento de los PE, en R son sólo 19 por ciento y en N representan 64.3 por ciento. Estos resultados muestran que el MMIP (Método de Medición Integrada de la Pobreza) es también un método de estratificación social y debería llamarse MMIPE. Del análisis del cuadro se concluye que el medio rural, R, (definido como localidades menores a 2 mil 500 habitantes) se caracteriza por: 1) un enorme predominio de la PE (61.6 por ciento); 2) una fuerte presencia de la PM (26.7 por ciento, más de una cuarta parte); 3) por tanto, un predominio abrumador de la P (88.3 por ciento) y una presencia muy leve de los NP (11.8 por ciento). En agudo contraste, U, se caracteriza por: 1) un predominio de la P (68.3 por ciento, más de 2/3); 2) un predominio de escaso margen y relativo de la PE respecto a la PM (36.7 vs. 31.6 por ciento), y una igualdad entre la PM y la NP, de tal manera que 3) la suma de PM y NP (31.6+31.7= 63.3 por ciento) constituye el subuniverso urbano dominante, la población que no es PE. Los corolarios de política pública de estas realidades son muy importantes. En primer lugar, la focalización, la vía predominante entre 1997 y 2018, no tiene mucho sentido si casi las tres cuartas partes de la población nacional son P y 42.4 por ciento es PE. Mucho menos procede en el medio rural donde 88.3 por ciento es P y 61.6 por ciento es PE. La vía adecuada es la universalista, el óptimo de la cual es el Ingreso Ciudadano Universal (ICU) aunado a coberturas universales de alta calidad en educación, salud, seguridad social, vivienda, agua y sanidad, energía y acceso a medios interactivos de comunicación.