a reciente matanza en un mercado de la ciudad de Buffalo, estado de Nueva York, es una más que sucede en el país de las libertades para tener y almacenar armas en los hogares. Payton Gendron, de 18 años, preparó y difundió en la plataforma Twitch los arreglos de la escena donde asesinó a tiros a 10 personas de piel negra el pasado 14 de mayo. También dejó heridas a otras tres. De nuevo, la nación asolada por las tensiones raciales, la violencia armada y los crímenes de odio.
Una investigación preliminar determinó que Gendron veía portales de Internet de supremacistas blancos y teorías conspirativas racistas. Y estudió la masacre de Christchurch, en Nueva Zelanda, en 2019, y la de Noruega en 2011. Según informan las autoridades, el joven tenía planes para seguir matando negros en otra tienda. El año pasado el asesino amenazó con disparar en la escuela secundaria Susquehanna donde estudiaba. Fue detenido y llevado a un hospital para una evaluación siquiátrica. Pero no se supo más.
La difusión que hizo el joven en la plataforma Twitch llevó a la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, quien es originaria de Buffalo, a exigir que las compañías tecnológicas reconozcan su responsabilidad en la propagación del racismo. Se refería a la manera en que estas ideas depravadas fermentan en las redes sociales y se propaga como un virus
. Si no hay control, añadió, alguien podría tratar de imitar el ataque en Buffalo
.
Antes de esta masacre, otras tres ocurridas en centros educativos los últimos cuatro años conmocionaron a Estados Unidos. La más grave, en la secundaria Marjory Stoneman Douglas, de Parkland, Florida, con 17 muertos. Según el recuento de Everytown for Gun Safety, grupo que defiende un mayor control sobre la venta de armas, los últimos 10 años suman 290 los tiroteos en escuelas. Y en 14 hubo heridos o muertos.
La nación, conmocionada
, se afirma en los medios, pero sigue sin respuesta la gran pregunta “¿por qué no se endurece la regulación o se prohíbe el libre uso de armas en el país? Todo apunta a la Asociación Nacional del Rifle (NRA), con 5 millones de afiliados activos, que concentra un gran poder e influencia en diversos estamentos del sistema gubernamental y que se opone a cualquier tipo de regulación.
Fundada en 1871 sin fines de lucro y con sede en Fairfax (Virginia), originalmente su finalidad era impulsar la caza y los deportes de tiro. Pero en el siglo pasado su máximo objetivo fue ya la defensa de la segunda enmienda de la constitución estadunidense, en la que se establece el derecho de los ciudadanos a poseer y portar armas. Para conservar sin cambio dicha enmienda invierte dinero (cerca de 5 millones de dólares al año) en las campañas legislativas de los políticos republicanos y demócratas.
A ello se suma el que ofrecen los fabricantes de armas y municiones, que obtienen cada año utilidades multimillonarias por la venta de sus productos. Pero el mayor poder de la NRA y de los fabricantes de armas reside en quienes votan en las elecciones y en la capacidad de movilización de sus integrantes. Cabe recordar que el anterior mandatario de Estados Unidos, Donald Trump, siempre manifestó ser un amigo
y firme defensor de la NRA.
En 1999, cuando se registró la matanza en la escuela preparatoria de Columbine (Colorado) en la que murieron 15 personas, en una encuesta realizada entre funcionarios de Washington calificaron a la NRA como “el lobby más poderoso del país”. En ese entonces el presidente de la organización era el actor Charlton Heston. Y aunque se piensa que sus partidarios pertenecen al Partido Republicano, también militan en el demócrata. Ahora es otro componente del sistema político del vecino país y de ella hacen parte los grupos extremistas blancos, racistas y enemigos de los derechos civiles.
La NRA es una guillotina que pesa sobre aquellos legisladores que pretenden modificar lo que dicha organización considera de valor histórico: poseer armas de fuego. En realidad es hacer legal la venta y el uso descontrolado de ellas.
Ante esta nueva tragedia, el presidente Biden, severo crítico de la NRA, de nuevo insiste en regular la venta y posesión de esas armas. Y condena el odio racial. Si no lo logra, de la mano de los grupos supremacistas blancos, esas armas y ese odio, tendrán mayor presencia en Estados Unidos.