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En peligro de desaparecer, el arte parietal de la gruta submarina Cosquer

La cueva en el sur de Francia tiene más de 30 mil años de antigüedad // En sus muros hay grabados y dibujos del Paleolítico superior

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▲ Desde su descubrimiento, en 1985, surgió la idea de hacer una réplica del sitio, proyecto que ya está en desarrollo.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Martes 31 de mayo de 2022, p. 5

Marsella. Los buceadores arqueólogos ajustan sus máscaras y se lanzan desde el barco en una cala de Marsella, en el Mediterráneo. A 37 metros de profundidad se encontrarán en la entrada de la gruta Cosquer, un Altamira o Lascaux submarino con dibujos únicos en el mundo y con amenaza de desaparición.

El acceso a esta cueva de más de 30 mil años de antigüedad ubicada en el sur de Francia se realiza por la entrada original en el fondo del mar y luego a través de un túnel anegado de más de 100 metros que remonta y desemboca en una caverna de 2 mil 500 metros cuadrados, en gran parte sumergida.

Una vez allí, los muros aún secos ofrecen grabados y dibujos del Paleolítico superior, en particular animales marinos, focas y pingüinos, algo único en los grandes sitios de la arqueología prehistórica. Un “shock estético” que marca una vida, reconoce el arqueólogo Luc Vanrell, de 62 años, quien lleva tres décadas estudiando esta gruta.

Hoy día, el lugar está amenazado. Tras un alza súbita de 12 centímetros del nivel del mar en 2011, las mareas altas más fuertes avanzan algunos milímetros año tras año.

Se trata de una carrera contrarreloj para estos científicos franceses, porque la subida de las aguas debido al calentamiento climático asociada con la contaminación marina socavan cada años estas obras maestras del arte parietal.

Con el propósito de conservar el rastro de este patrimonio único, los buceadores arqueólogos intensifican sus exploraciones para tener, por ejemplo, una representación virtual de la gruta.

A algunos kilómetros de allí, en el corazón de Marsella, técnicos y artistas terminan la construcción de una réplica, que abrirá al público el 4 de junio.

En este día primaveral, la misión consiste en continuar la cartografía digital en 3D de las paredes de la gruta, en las que se han catalogado unas 600 entidades gráficas.

Nuestro objetivo soñado sería llevar la gruta a la superficie, dice sonriendo uno de los buceadores, Bertrand Chazaly, responsable de las operaciones de digitalización.

Una vez terminada, nuestra gruta Cosquer virtual, de precisión milimétrica, será un instrumento de investigación indispensable para los conservadores o arqueólogos que no puedan acceder de manera física al lugar, explica

.Único por su talla

En la época, estábamos en plena glaciación, el nivel del mar era 135 metros más bajo y el litoral se encontraba 10 kilómetros más lejos, cuenta el arqueólogo Michel Olive, encargado del estudio de la gruta en el Servicio Regional de Arqueología (DRAC, por sus siglas en francés).

Desde el barco de la misión científica señala con el dedo un amplio espacio cubierto por el mar Mediterráneo. La entrada a la gruta, levemente elevada y expuesta al sur, se encontraba de cara a una vasta llanura de gramíneas protegida por los acantilados, un lugar extremadamente favorable para el hombre prehistórico, agrega.

Las paredes adornadas de la gruta testimonian la variedad de animales presentes en el lugar: caballos, cabras, ciervos, bisontes y antílopes saigas, así como focas, pingüinos, peces, un felino y un oso. En total hay 229 figuras de 13 especies.

También han sido catalogadas 69 pinturas de manos rojas y negras y tres huellas involuntarias de manos, entre ellas de niños, al igual de varios cientos de signos geométricos y ocho representaciones sexuales masculinas y femeninas.

Una riqueza gráfica que se debe a la duración excepcional de la frecuentación de la gruta por hombres y mujeres de la prehistoria, entre 33 mil años y 18 mil 500 años antes del momento presente, según la última datación, explica Luc Vanrell, presente en esta expedición.

La densidad de las representaciones gráficas coloca a Cosquer a la misma altura de las cuatro grutas de arte parietal del paleolítico más grandes del mundo, con Altamira en España, Lascaux y Chauvet en Francia, estima.

Y, como es probable que las paredes hoy día bajo el agua también estuvieran originalmente decoradas, esto hace de Cosquer un sitio único en Europa por su tamaño, agrega.

Descubierto por casualidad

Henri Cosquer, buceador escafandrista profesional y monitor de una escuela de buceo, dijo haber descubierto por casualidad, en 1985, la entrada submarina de la gruta, a 15 metros de la orilla.

Luego, por etapas, se aventuró a lo largo del túnel de 137 metros hasta llegar a una cavidad abierta por el agua y el tiempo en el masivo calcáreo.

Un día emergí en la gruta en la negrura. Estás empapado, sales del lodo, resbalas. Tuve que hacer varias incursiones para recorrerla entera. Al principio no vi nada con mi linterna, y luego hallé la pintura de una mano. Allí comenzó todo, contó.

Si bien la ley obliga a declarar sin demora este tipo de descubrimiento para que sea preservado, Cosquer guardó el secreto durante mucho tiempo para él y su entorno.

Esta gruta no pertenecía a nadie. Cuando usted encuentra un lugar bueno para recoger setas, ¿se lo cuenta a todo el mundo?, se justificó con picardía.

Pero el rumor de un Lascaux submarino comenzó a circular atrayendo a buceadores.

Henri Cosquer, de 72 años, oficializó su descubrimiento ante las autoridades en 1991. La gruta, autentificada como sitio arqueológico de gran importancia, fue bautizada con su nombre. Su entrada, cerrada con una verja, está reservada a los equipos científicos.

Degradaciones irreversibles

Durante los 30 años siguientes se llevaron a cabo decenas de misiones arqueológicas para estudiar y preservar el lugar, así como para proceder al inventario de sus riquezas gráficas.

Los medios disponibles fueron mucho menores que los de la gruta Chauvet, descubierta en Ardeche (sureste de Francia) más tarde en 1994, y de acceso más sencillo.

Pero en 2011, Michel Olive y Luc Vanrell hicieron sonar la alarma tras haber constatado el avance brutal del nivel del agua y degradaciones irreversibles en algunos paneles.

“Era una catástrofe, un shock que nos derrumbó sicológicamente”, cuenta Vanrell, que recuerda los enormes daños en los dibujos de caballos.

Todos los datos muestran que la subida del nivel del agua es cada vez más rápida, confirma la geóloga Stéphanie Touron, especialista en grutas con pinturas en el laboratorio de investigación de monumentos históricos de Francia.

La gruta Cosquer sufre también las consecuencias de la contaminación por microplásticos que acelera la degradación de las pinturas.

Frente a estas amenazas, el Estado francés, propietario del lugar clasificado monumento histórico en 1992, lanzó un estudio nacional para registrar este patrimonio lo más rápido posible.

Enigmas por resolver

Entre los enigmas que se mantienen figura el de la huella fortuita de un material tejido sobre una pared, que podría confirmar la hipótesis de que estos cazadores-recolectores confeccionaban vestimentas en la época en que frecuentaban la gruta.

La representación de caballos con largas crines también plantea interrogantes. Luc Vanrell avanza la hipótesis de una primera domesticación o al menos de un encierro del animal por parte del hombre, ya que en el estado salvaje las crines son más cortas, casi al ras, por el efecto de la vegetación ante el galope de los caballos.

Los suelos arqueológicos conservados bajo una capa de calcita (un mineral) también deben ser estudiados, explica Cyril Montoya, que habla de la presencia de restos de carbón que servían para pintar o zonas de calentamiento sobre estalagmitas transformadas en faroles para iluminar la gruta.

La pregunta clave de para qué se utilizaba la gruta permanece sin respuesta, admite Michel Olive.

Si bien los arqueólogos están de acuerdo en decir que nuestros ancestros lejanos no vivían allí, algunos hablan de “un santuario y otros de un lugar de reunión, incluso un lugar de extracción de ‘leche de luna’, esa sustancia blanca de las paredes utilizada para las pinturas corporales o como ayuda para las pinturas y grabados”, explica.

El desafío de la réplica

La idea de crear una réplica para el público existió desde el descubrimiento de la gruta.

Pero fue necesario esperar hasta 2016 para que la región Provenza-Alpes-Costa Azul decidiese instalarla en la residencia Mediterráneo, edificio moderno sin uso en el corazón histórico de Marsella, la segunda ciudad de Francia, al lado del Museo de las Civilizaciones de Europa y del Mediterráneo.

Para la empresa Klébert Rossillon, a cargo de su concepción, construir este proyecto de unos 24.7 millones de dólares, de los cuales 10 millones son financiados por la región, fue un gran desafío: colocar la réplica de la gruta en un espacio más reducido y al mismo tiempo ser lo más fiel posible al original.

Finalmente, tras una leve reducción a escala, se mostrarán mil 750 metros cuadrados de caverna, 100 por ciento de las paredes pintadas y 90 por ciento de las paredes grabadas, asegura Laurent Delbos, a cargo de la obra.

Para seguir el original, la empresa dispuso de los datos de modelización en 3D de la gruta recogidos por los arqueólogos bajo los auspicios del ministerio de Cultura regional.

El trabajo manual se apoyó en un equipo de especialistas de réplicas de grutas decoradas con el cual ya se construyó una recreación de la gruta Chauvet, en Ardeche.

Los artistas prehistóricos escribieron una partitura hace mucho tiempo; yo soy uno de sus intérpretes, resume el artista plástico Gilles Tosello, de 66 años, quien se ha dedicado a reproducir con la mayor fidelidad posible los dibujos prehistóricos, con los mismos instrumentos y el carbón vegetal utilizado en la época.