e dirijo a usted por primera vez. Le comento que, ocasionalmente, me visita en mi casa un grupo de militantes de base de Morena, cuya composición suele renovarse con frecuencia. Tocan base –como en tantos lugares debe ocurrir–, conversamos unos 10 o 15 minutos, a veces me dejan alguna publicación de Regeneración –el medio de Morena– y hasta la próxima. El pasado miércoles me dejaron una historieta –dibujos animados–, llamada La economía en la 4T: alejándonos del neoliberalismo.
En la historieta una niña, quizá de secundaria, conversa con su padre –un economista–, al volver de la escuela. Familia de clase media/media o algo menos. La conversación refiere al profesor de la niña, quien ha explicado temas sobre la economía mexicana incluidos en el Informe a la nación, el de usted, Presidente. Como tarea, la niña debe hacer un resumen explicando cómo entendió los temas; el padre le ofrece ayuda y, más aún, propone difundir ese resumen en el chat familiar y en las redes sociales. La historieta tuvo un tiraje de millón y medio de ejemplares.
Ese gran tiraje, más la metahistoria en que el resumen sería difundido, reflejan el interés de los militantes por la difusión de unas explicaciones, que incidan en los lectores, sobre lo que es una economía que se aleja del neoliberalismo
. Usted, Presidente, tardó más de la cuenta –opino–, durante el tramo de su campaña presidencial, en incorporar a su discurso la repulsa al neoliberalismo; su acento estaba centrado en el horror de la corrupción. Finalmente asumió usted esa necesidad imperiosa. No obstante, el mismo día que recibí la historieta de Regeneración leí su opinión adversa: He llegado a sostener que, si el modelo neoliberal se aplicara sin corrupción, no sería del todo malo
.
Fue una bomba de gran potencia a la línea de flotación de los militantes de Morena. La historieta y su intento pedagógico pueden haberse hundido; sus autores (Carlos y Ricardo Peláez Goycochea) habrán sentido un balde de agua helada contaminada; la confusión entre las bases militantes más o menos informadas, seguro hizo de las suyas. Para quienes nos dedicamos a estudiar estos problemas, no pasa nada. Su expresión fue un equívoco y su actitud, algo picaresca cuando la dijo, pudo ser una bola de tres bandas, en el lenguaje de te lo digo Juan para que me lo entiendas Pedro. O, puede ser el regreso de usted a la tesis de que el problema es la corrupción y ya; la orientación de la política económica puede ser ésta o aquélla. No es así, Presidente; más aún, el neoliberalismo está muy lejos de reducirse al modelo
.
A los dirigentes de Morena les dejó usted la tarea de dar maromas y hacer actos de prestidigitación con su credo actual, en el mejor de los casos. En el peor, Morena abandona la lucha contra el neoliberalismo, que es la lucha de mayor envergadura que darán las izquierdas reales y los pueblos de la tierra, en el futuro previsible.
Más tarde estuvo usted en el merecido homenaje a Arnoldo Martínez Verdugo. Dijo usted ahí que en la izquierda, de acuerdo al marxismo y a las ciencias sociales, las transformaciones debían darse por la vía armada, no se concebía en el conocimiento, la doctrina clásica del marxismo, la transición o el lograr los cambios, por la vía electoral, por la vía democrática, por la vía pacífica
. Es un equívoco también, o dos, Presidente, aunque en este caso no veo efectos políticos sobre los militantes de Morena.
Ni el marxismo
ni las ciencias sociales
han postulado la vía armada para lograr cambios en la vida social. No existe el marxismo
, y los marxismos existentes, que postulan caminos distintos, saben que la vía armada para superar el capitalismo recorrió un arco que va de la revolución bolchevique a la revolución cubana. Esa vía está cerrada en todas partes, por ahora.
El cambio social que interesa a los marxismos no es cualquier cambio que mejore la vida de los más, por más deseable que resulte. Les interesa, por las mejores razones, la superación definitiva del capitalismo, nada menos. Sí, hay muchas transformaciones en las condiciones sociales que pueden mejorar la vida de las mayorías, mediante un cambio político alcanzado por vía electoral. Más aún, ese empeño puede –y debería– incluir la difícilísima y necesarísima superación del neoliberalismo por la vía de la acumulación de cambios políticos efectivos reiterados, porque una mera declaración política, Presidente, no puede eliminar el neoliberalismo.
De otra parte, ningún marxismo puede postular la superación del capitalismo por vía electoral. Es posible, sí, postular la hipótesis de un aprendizaje social y popular de largo plazo, acumulado, y unas transformaciones acumuladas en la correlación de fuerzas que, en algún momento del futuro, permita plantearse con seriedad la superación del capitalismo.
Su tremenda legitimidad política, Presidente, explica que pueda usted expresar opiniones desalineadas a las necesidades de los excluidos de siempre y su agobiante futuro de largo plazo.