Espacios de libertad y resistencia
Domingo 5 de junio de 2022, p. 9
Al menos ocho si no es que diez años que ninguna cámara había penetrado los muros barrocos del Santuario de Jesús Nazareno en Atotonilco –declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco–, durante el retiro religioso anual que reúne entre 3 mil mujeres provenientes de toda la República Mexicana que realizan ejercicios espirituales y de silencio a lo largo de una semana desde hace 250 años, una tradición fundada por Luis Felipe Neri.
Pero la realizadora Daniela Alatorre Benard corrió con gran fortuna, ya que se encontró con un nuevo encargado, un sacerdote joven que le permitió realizar un seguimiento a las mujeres de una familia, Perla Ávila, Zoila Ávila Guadarrama, Marina Guadarrama, que habían acudido durante más de 15 años.
Así, se encontró filmando diariamente en la Santa Casa de Ejercicios de Atotonilco entre las cinco de la mañana y las cinco de la tarde y lo seguiría haciendo los tres años siguientes, sólo que a partir del segundo ya le permitían quedarse en una habitación.
Es un espacio muy cerrado. Entonces, el hecho de que me dejaran entrar significaba hacerlo sola con la cámara. Tenía muchos años de estar programando películas en el Festival de Morelia y producir con otros directores, creo que el hecho de decidir dirigir combinó dos cosas: estaba en un momento de inseguridad sobre qué historia quería contar y cómo hacerlo, y me era mucho más fácil hacerlo sola sin llevar a un equipo, además necesitaba generar esa intimidad, un espacio en el que se sintieran cómodas y no amenazadas, y yo tampoco, como directora
, explica la fundadora de la productora No Ficción.
Esa es la razón por la que en el documental Retiro (México, 2018), tiene los créditos de directora, guionista, fotógrafa, sonidista, editora (con Sonia Sánchez) y productora (junto con Natalia Almada, Elena Fortes y Abril López Carrillo). El filme, ganador de una Mención Especial del Jurado y del Premio Ambulante en el 17 Festival Internacional de Cine de Morelia, estrenó en cartelera la semana anterior con distribución mixta de No Ficción en la Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey, Toluca, Tepoztlán y San Cristóbal de Las Casas.
Pero lo más importante, plantea, fue que durante los ocho años que ha estado involucrada en este proyecto, es que su percepción de ese retiro católico en Guanajuato, se fue modificando con el tiempo, primero porque advirtió que el retrato debía ser hecho con muchísimo cuidado al encontrarse en un lugar sagrado para muchas mujeres, además del espacio de sus afectos.
Estas mujeres encontraban en la compañía femenina un acompañamiento en el desarrollo de su fortaleza, así como la posibilidad de estar una semana del año sólo para ellas y cómo les afectaba esta circunstancia, independientemente del contexto religioso
, reflexiona.
A la par del discurso central predominante, de ocho sacerdotes católicos que guían los ejercicios espirituales de las mujeres que acuden, con un discurso que busca preservar el statu quo de la Iglesia y la estructura de una familia convencional, Daniela fue dándose cuenta paulatinamente que sucedían cosas en la periferia y a la par: pequeñas conversaciones, acompañamientos en las filas para comer o bañarse, que le resultaban más poderosas que el discurso central.
A pesar de que hay miles de mujeres es un espacio posible de silencio y reflexión para ellas, que no lo tienen con tanta facilidad. Otra pregunta importante era de qué se tienen que refugiar. Los simbolismos religiosos como la corona de espinas o los velos reflejan este discurso relacionado con el sufrimiento y guardárselo, con el perdón, la aceptación, que son peticiones muy complejas para mujeres como éstas que han sufrido tanto dolor y tanta violencia
, advierte.
Estos espacios religiosos se cuentan históricamente entre los escasos sitios a los que las mujeres latinoamericanas tenían permitido acudir y se volvieron pequeñas zonas de resistencia, en el que convive la tensión que se genera entre el discurso religioso principal, prioritario y que dicta un deber ser
y estos espacios de acompañamiento entre mujeres en la búsqueda y el ejercicio cotidianos de la libertad, con sus contradicciones y contrastes, con mucha ambigüedad, pues suceden simultáneamente y a la par, una no anula a la otra.
Además, luego de la pandemia la película se ve distinta pues demostró cada vez de una manera más clara la importancia de reconocer el trabajo de cuidados, de las mujeres que tuvieron que quedarse en casa cuidando a los hijos o dejar sus trabajos. Me interesan estos temas y la pandemia dejó claro que no los estamos hablando suficiente
, finaliza.