Jueves 23 de junio de 2022, p. 8
Procedentes de Mérida, Yucatán, los restos del general Clemente Ricardo Vega García, titular de la Secretaría de la Defensa Nacional en el sexenio de Vicente Fox (2000-2006), fueron recibidos en la base aérea militar 19 –ubicada en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México– y de ahí trasladados al velatorio militar, a espaldas de la Sedena.
El deceso del mando militar ocurrió tras el padecimiento de una enfermedad mental degenerativa. Para reconocer su paso por la entidad castrense, recibió los mayores honores que se dan entre los los militares; ahora, ante su muerte, los mandos castrenses lo recuerdan como un personaje ejemplar que deja un legado de valores y virtudes.
Fue el titular de la Sedena, Luis Cresencio Sandoval, quien dio a conocer ayer en Twitter el deceso: Despedimos con pesar a un militar ejemplar, que deja un legado de valores y virtudes que hacen patente el compromiso institucional y vocación de servicio que todo soldado debe de mostrar en el cumplimiento de sus responsabilidades.
En el paso de Vega García por la titularidad de la Sedena se concretaron procesos que vinculaban a integrantes del Ejército con actividades de la delincuencia organizada.
El más significativo ocurrió en 2001, con la detención del general Ricardo Martínez Perea, quien encabezaba el 21 Regimiento de Caballería Motorizada en Nuevo Laredo, Tamaulipas, e incluso el entonces presidente Vicente Fox, lo señaló como responsable de cooperar en actividades de narcotráfico con el cártel del Golfo. El mando fue sentenciado a 15 años de prisión por un tribunal castrense, pero finalmente fue absuelto de todo cargo.
Años después, tras sucumbir a la enfermedad de Alzheimer, diagnosticada en 2017, los restos de García Vega fueron recibidos por una larga valla de soldados y cadetes en el complejo militar de Lomas de Sotelo, al nororiente de la capital del país.
La carroza que trasladó el féretro se estacionó enfrente del velatorio y una guardia lo levantó para colocarlo sobre un pedestal de madera sobre la avenida, mientras la viuda del mando, su hija y nietos observaban y escuchaban el homenaje.
Tras cuatro minutos que duró la interpretación de los toques de silencio y fúnebre, acompañado por una guardia de cadetes, sobre cuyos brazos descansaban tres águilas reales, la misma guardia militar levantó el ataúd y lo llevó al interior del velatorio, donde en privado la familia y sus conocidos le dieron el adiós final.