obre el tema de Rusia y Ucrania, nadie en Sudáfrica apoya la guerra. Lo hemos dejado claro. Y hemos dicho que deseamos ver que se intensifiquen los esfuerzos en una diplomacia fortalecida, utilizando los buenos oficios de Naciones Unidas, en particular del secretario general y de otros líderes que puedan tener peso en términos de persuadir a los interlocutores de sentarse a la mesa y negociar un acuerdo en este terrible conflicto. Aborrecemos la guerra porque provoca incontables sufrimientos, como los experimentamos durante el apartheid.
No recuerdo ningún intento de Estados Unidos por hacernos tomar partido. En cambio, en nuestra interacción con nuestros socios en Europa y otras partes ha habido cierta sensación de acoso condescendiente de que “escojan esto o…”
Así pues, es importante que todos aceptemos nuestra capacidad de sostener opiniones diferentes. Después de todo, somos naciones soberanas que son consideradas iguales conforme a la Carta de Naciones Unidas. Podemos diferir en poder económico y en capacidad económica de influir en el desarrollo de diferentes partes del mundo, pero lo que hará funcionar el mundo es que nos respetemos unos a otros. Esto es muy, muy importante. Y algo que en definitiva me disgusta es que nos digan “escojan esto o si no…”
Cuando un ministro me habla de ese modo –cosa que el secretario Blinken nunca ha hecho, pero otros funcionarios sí–, en definitiva no acepto que me acosen, ni esperaría que ningún otro país africano digno de ese nombre estuviera de acuerdo en recibir semejante trato.
Acerca de Rusia, he tratado muchas veces de explicar a muchas personas que es un socio económico muy insignificante de Sudáfrica. Nuestro comercio con Rusia es de menos de 4 mil millones de dólares anuales, en comparación con los 20 mil millones que tenemos con Estados Unidos. Abogamos por la paz porque sabíamos lo que iba a ocurrir. Sabíamos que habría destrucción, que habría muerte y desolación. Y eso es lo que todos vemos. Y lo que siempre hemos preguntado es: ¿cuándo va a acabar esto? Hagamos todos los esfuerzos por lograr la paz.
Con respecto al papel que organismos multilaterales como Naciones Unidas deben desempeñar, creemos que todos los principios pertinentes a la Carta de Naciones Unidas y al derecho humanitario internacional deben ser respetados por todas las naciones, no sólo por unas cuantas. Así como el pueblo de Ucrania merece su territorio y libertad, el pueblo de Palestina merece también su territorio y libertad. Y nos debe preocupar por igual lo que ocurre al pueblo de Palestina como lo que le ocurre al pueblo de Ucrania.
No hemos visto un enfoque parejo en la aplicación de las disposiciones del derecho internacional. Esto es lo que en ocasiones conduce al cinismo acerca de los organismos internacionales y a desconfiar de su capacidad para proteger a los más débiles y más marginados. Tenemos que cambiar esa desconfianza y ese cinismo, y asegurar que todas las instituciones internacionales traten a todos los seres humanos en forma tal que les muestre –ya se trate de la Corte Penal Internacional, la Corte Internacional de Justicia, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el G-20, la Unión Europea o el que sea– que vamos a proteger sus intereses.
Nos congratulamos por el cese del fuego en Palestina este agosto. Sin embargo, nos preocupa que muchos civiles han perecido, que la infraestructura que da servicio a civiles ha sido destruida, que el pueblo de Palestina vive en edificios que son cascarones. Y esto nos preocupa porque nosotros mismos hemos experimentado el apartheid. El mundo tiene también la tarea de asegurar que creemos la paz en el territorio palestino y una solución de dos estados, en la que dos naciones convivan en paz una al lado de la otra.
Creemos que los países son libres de establecer relaciones con diferentes naciones. Que los países africanos que deseen relacionarse con China lo hagan, en cualquier forma que adopten esas relaciones. No pueden hacernos parte del conflicto entre China y Estados Unidos… y me permito decir que éste causa inestabilidad para todos nosotros porque afecta el sistema económico global.
En verdad esperamos que Estados Unidos y China lleguen a un punto de reconciliación, en el que todos podamos esperar desarrollo económico y crecimiento para todos nuestros países, porque es extremadamente importante para todos. Y se trata de dos grandes potencias, las dos mayores economías del mundo. Tienen que encontrar una forma de trabajar juntas para permitir que todos crezcamos.
*Naledi Pandor es ministra sudafricana de Relaciones Internacionales y Cooperación. Expresó estas opiniones durante una conferencia de prensa conjunta con el secretario de Estado Antony Blinken, a principios de agosto. Texto editado y reproducido con permiso del gobierno de Sudáfrica. Título de La Jornada.
Traducción: Jorge Anaya