Domingo 11 de septiembre de 2022, p. 8
El Auditorio Blackberry recibía por primera vez al vocalista Mike Milosh. La banda Rhye se había presentado en otros recintos, como el Frontón México, el extinto Plaza Condesa y el Corona Capital GDL. Ahora el punto de reunión sería en el Auditorio BB, donde las personas cantaron su más reciente álbum de estudio Home.
Ilse Hendrix dio la bienvenida a esta velada llena de música bailable, vibras que contagian a los demás con sonidos instrumentales y la voz distorsionada que invita a los asistente a cantar y moverse como si estuvieran en una discoteca.
Las canciones Sentir, Luna Blanca y Fuego fueron de los temas más animados de la artista mexicana que con sus influencias R&B, dark wave y electrónica le daba una calurosa bienvenida al público de Rhye. Mientras algunos esperaban ansiosos en la antesala del recinto tomándose una cerveza o un trago, otros miraban el espectáculo de una artista en crecimiento.
Ilse agradeció a los asistentes que acudieron temprano para disfrutar de su música, cuando terminó su discurso se tomó una foto de espaldas al público y salió del escenario.
Conforme caía la noche el ambiente se tornaba más denso y sonaban los gritos, principalmente de aquellos que ansiaban la aparición de la banda; se escuchaban pláticas dispersas sobre diversos temas mientras el staff colocaba todo para que Mike Milosh y su agrupación subieran a la tarima y comenzaran la fiesta.
Después de tanta algarabía, las luces se apagaron y los integrantes de Rhye salieron a escena, hasta el final Mike, con una playera blanca y su particular forma de tomar el micrófono, la que inspira tranquilidad, armonía y paz.
Al sonar las primeras canciones los gritos no se hicieron esperar, las mujeres se soltaron el cabello y los hombres bailaban junto a ellas sosteniendo los vasos de cerveza.
Empezaba una gran noche, todo el mundo aplaudía y bailaba. Sin embargo, al transcurrir los minutos el ambiente bajó de lo energético a lo más íntimo al entrar el violín a la función y dar paso a canciones como Open, seguido de Taste, y este era apenas el comienzo de la intimidad, pues en el interludio del concierto, el artista solicitó que todos que guardaran silencio para realizar una especie de meditación en conjunto. Al cerrar los ojos sólo se escuchaba un sonido: el silencio; después, del fondo surgió una voz que parecía la de un ángel, poco a poco los ritmos tomaban forma y el silencio se convirtió en un estruendo de gritos y aplausos por la actuación.
Tras el momento íntimo, brotaron más pases de baile con canciones como The Fall, Song of for you y Please. En pleno auge y ante la sorpresa de la gente, el artista agradeció por asistir y salió sin que hubiera necesidad de elaborar un gran discurso, ya que su música habló por él aquella noche de miércoles en el Auditorio Blackberry.