omo bien estableció el escritor uruguayo Eduardo Galeano, este mundo está patas arriba. La incansable luchadora social salvadoreña Vidalina Morales citó el libro con este título, cuando recibió el premio de derechos humanos Letelier Moffitt del IPS en 2009, en representación de la Mesa Nacional frente a la Minería de El Salvador, la cual, tras larga batalla, alcanzó en 2017 la aprobación de una ley de prohibición a la minería metálica en su país. Vidalina dijo que Pacific Rim –la minera canadiense que había demandado a su país por más de 300 millones de dólares– “además de incumplir requisitos ambientales y violentar leyes, sus exploraciones causaron daños ecológicos, pérdidas económicas, conflictos sociales y corrupción. Es decir, agredió al país y, por tanto, debe ser enjuiciada. Pero no, la empresa demanda al Estado. Se invierten los roles: el victimario (Pacific Rim) demanda a la víctima (El Salvador); la escuela del mundo al revés
expuesta por Galeano.
El mundo patas arriba es también el caso de Calica, cuya filial estadunidense, Vulcan LLC, tiene a México demandado por alrededor de mil 500 millones de dólares ante el Ciadi del Banco Mundial. La empresa busca explotar más de mil hectáreas de selva en las inmediaciones de Playa del Carmen, Quintana Roo, que serían irreversiblemente devastadas, como ha ocurrido ya con otras mil hectáreas de selva destruidas por excavaciones por debajo del manto freático. En este mundo patas arriba las comunidades afectadas no cuentan con instancias con poder como el Ciadi para demandar a la empresa. Sólo las empresas pueden demandar a los estados cuando éstos afectan sus ganancias.
No obstante, en su lucha por defender los territorios en el municipio de Solidaridad, representantes de las comunidades acudieron la semana pasada al undécimo foro de Naciones Unidas sobre Empresas y Derechos Humanos en Ginebra para denunciar a Vulcan y Calica. En boletín de prensa, establecen como el señor Quetzal Tzab, representante en la acción colectiva emprendida por las comunidades contra la mina, expuso los graves daños causados por la empresa en detrimento de los acuíferos y cenotes de la región y los flujos subterráneos, así como sobre la biodiversidad, todo lo cual constituye una clara violación del derecho humano a un ambiente sano, consagrado en el artículo 4 constitucional
. Quetzal Tzab también denunció la violación a los derechos territoriales de comunidades indígenas que habitan la región y llamó por el derecho de la niñez a un ambiente sano, ya que la contaminación provocada por la empresa afecta la salud, particularmente de comunidades marginadas. Raúl Benet, asesor ambiental de las comunidades, enfrentó a Chanan Weissman, representante del Departamento de Estado de Estados Unidos ante la cumbre, y cuestionó su supuesto compromiso con los derechos humanos. Éste se comprometió a revisar el caso y responder a las comunidades mayas (https://bit.ly/3isUOGS).
El mundo patas arriba se sufre en todo país en que los pueblos son sometidos a tratados de libre despojo. Vayamos a Ecuador, país con el que el gobierno mexicano está a punto de concretar un TLC. Como me comenta Paulina Muñoz, valiente lideresa de la Red Ecuador Decide Mejor sin TLC, estos tratados son un instrumento del modelo económico neoliberal que se imponen a cada país. Las organizaciones sociales vemos con profunda preocupación el futuro de miseria al que nos llevan los intereses económicos de las grandes corporaciones para el control de los territorios y sus recursos. En los últimos 15 años nos han gobernado en Ecuador respondiendo a esos intereses, facilitando el modelo que hemos resistido desde la movilización social. Desde la Red Ecuador Decide manteníamos esperanzas sobre la postura del gobierno mexicano de no firmar un TLC con Ecuador, que le abre el camino para la entrada a la Alianza del Pacífico, que es su interés principal. Pero la visita que hizo el presidente Guillermo Lasso a México va configurando el desenlace a favor del TLC
. En suma, las organizaciones sociales ecuatorianas rechazan la firma del TLC entre Ecuador y México (https://bit.ly/3ulh9J0).
Estas reflexiones son pertinentes justo cuando el presidente López Obrador viajará a Lima el 14 de diciembre a celebrar la cumbre de la neoliberal y divisoria Alianza de Pacífico (https://bit.ly/3VMOkkA), junto con los presidentes de Chile, Gabriel Boric, de Colombia, Gustavo Petro y Pedro Castillo, presidente de Perú, que tomará la presidencia de dicha alianza. Guillermo Lasso estará presente tratando de sellar el TLC de Ecuador con México y abrir puertas para su membresía a esta alianza. Si AMLO y los otros presidentes no piensan abolir la Alianza del Pacífico, fundada por presidentes entreguistas, como Felipe Calderón, al menos no la deben extender. Más bien, primero habría que convertirla en un instrumento que atienda las necesidades sociales y ambientales, en lugar de intereses comerciales y privados, y que se direccione a fusionarse con mecanismos verdaderamente regionales, como Unasur y la Celac.
Ante este mundo patas arriba del libre comercio, los presidentes progresistas de América deben estudiar e inspirarse en Herman Daly, fallecido el 28 de octubre, profesor de la Universidad de Maryland, fundador de la economía ecológica, autor de Para el bien común y otra decena de libros. Daly dejó su puesto de economista senior del Banco Mundial y se convirtió en pionero de la crítica del paradigma del crecimiento económico y precursor de la urgencia de reconocer los límites ecológicos del planeta.
* Investigador del Institute for Policy Studies www.ips-dc.org