Con autorización de la Fundación Juan Rulfo, presentamos este fragmento de un texto inédito del autor jalisciense en torno a la narrativa mexicana de los siglos XIX y XX, fechado en 1982. El documento se incluye en Una mentira que dice la verdad.
l movimiento literario denominado de la Revolución
irrumpe en nuestras letras como un impulso no superado antes ni después de su aparición.
Nace con Mariano Azuela, quien a pesar de haber publicado Los de abajo en 1915, mientras se encontraba desterrado en Texas, no será sino después de 1930 cuando se da a conocer en México, editado en Madrid por Espasa Calpe. Aparte de Los de abajo, las novelas subsiguientes tratan problemas urbanos, como María Luisa, Los fracasados, Mala yerba, Andrés Pérez, maderista y otras 14 novelas. Sin embargo, las más conocidas y apreciadas siguen siendo Los de abajo y Nueva burguesía. Su Cien años de novela mexicana ha sido bastante discutida por su carácter polémico.
Martín Luis Guzmán, originario de Chihuahua, donde nació en 1887, también publicó en España La sombra del caudillo, única novela que escribió, pues El águila y la serpiente es, como el resto de sus obras, un libro de memorias. En ella incluye algunas anécdotas de la Revolución, como La fiesta de las balas
, que le fueron relatadas por subalternos de Villa; pero lo hace en forma esporádica. Su biografía de Pancho Villa, a quien trató como reportero y en la cual quiso retratar la forma de expresarse de este guerrillero, es una de las menos logradas de su producción. Escribió también libros de viajes y la biografía –única que existe– de Francisco Javier Mina, titulada Mina el mozo, que carece de valor literario. Político de carrera larga, dedicó sus últimos años al periodismo. Fundó la revista Tiempo, patrocinada por el Estado.
La sombra del caudillo sigue siendo su obra maestra, aunque como todos los que escribieron sobre la Revolución refleja su frustración acerca de este movimiento. Resulta por lo tanto lógico que los mejores novelistas de la Revolución hayan sido editados por primera vez en España, así como que pocos o ninguno de ellos fueran partidarios de esta acción, que costó tantas vidas y que, mediante el caudillismo de Obregón y Calles, se convirtió en bandera que todos los gobiernos de nuestro país, sin excepción, siguen exaltando.
Rafael F. Muñoz. También natural de Chihuahua (1899-1972) y tal vez el mejor novelista que salió de este grupo, relata en sus cuentos numerosos episodios testimoniales, pues desde muy joven anduvo en la bola como periodista. Sin embargo, no hizo reportajes sino relatos y novelas. Entre las segundas, Si me han de matar mañana, mientras en El feroz cabecilla y otros cuentos de la Revolución reúne una serie de cuentos de gran categoría y vigorosamente escritos, tales como El hombre malo
, Los perros
y, sobre todo, Oro, caballo y hombre
. Este último relata la trágica y a la vez paradójica muerte de Fierro, uno de los más sanguinarios lugartenientes de Villa. Con todo, su obra maestra es sin duda Se llevaron el cañón para Bachimba, la historia del ejército derrotado de Pascual Orozco. Coincide sin proponérselo con la obra del venezolano Arturo Uslar Pietri, quien en Las lanzas coloradas también relata el camino hacia la derrota de Boves, el enemigo de Bolívar.
Bachimba es, a mi parecer, la mejor obra escrita sobre la Revolución. Su atmósfera, su lirismo, la intensidad de su acción son llevados mediante una prosa bien estructurada hasta conseguir el ambiente literario, quizás espontáneo, pero logrado de modo magistral. Su otra novela, Vámonos con Pancho Villa, no tiene el alcance ni las ambiciones del Cañón para Bachimba. Esto se debe a que fue hecha por encargo para la realización de una película norteamericana.
Gregorio López y Fuentes, nacido en Papantla, Veracruz, intentó numerosos temas, entre ellos el indigenismo. Tiene varias obras, aunque la única que se salva por su calidad es Campamento. El indio, que le valió un premio en Estados Unidos, tiene muchos defectos, entre otros la falsa imagen con que trata el problema indígena, pues sencillamente parece desconocer sus costumbres.
José Vasconcelos, oaxaqueño y hombre de incalculable cultura, escribió su tetralogía sobre el fracaso de la Revolución. De estos cuatro libros sólo ha quedado para la posteridad el Ulises criollo, libro también de memorias, pero donde golpea con dureza la época del caudillismo. Filósofo e historiador, esotérico y místico, fue no obstante uno de los intelectuales de mayor talento que ha dado nuestro país en el presente siglo, y su obra seguirá considerándose perdurable aún por mucho tiempo. Murió lleno de amargura y desilusionado detrás de un escritorio de la Biblioteca México. Sin embargo, dejó grandes admiradores y discípulos, y un hálito de respeto para su persona y sus obras.
Autor de hermosos cuentos de carácter costumbrista, es también quien denuncia, en su novela El resplandor, las miserias de nuestro pueblo como una demostración de que el movimiento revolucionario no logró resolver las carencias de la mayoría.
Sobre este tema, escribieron de la misma manera Nellie Campobello, de Durango (1909), quien tiene novelas como Cartucho y Apuntes sobre la vida militar de Francisco Villa. Sus libros están llenos de bocetos y retratos revolucionarios, sin llegar a crear una obra propiamente realizada. Quien también escribió muy poco, pero de gran calidad, fue el jalisciense Cipriano Campos Alatorre, nativo de Tonalá. Los fusilados
y otros cuentos integran la única obra que dejó terminada. Murió muy joven, siendo maestro rural de Milpa Alta, DF. Con ellos puede decirse que se cierra el ciclo de la Revolución.