Jueves 22 de diciembre de 2022, p. 5
La amplificación de una fotografía a color de Enrique Bostelmann (1939-2003) sobre la puerta corrediza que da entrada a Federico Silva, lucha y fraternidad. El triunfo de la rebeldía, exposición retrospectiva montada en el Museo del Palacio de Bellas Artes (MPBA), establece el tono de lo que se verá: un artista que se multiplica en muchos a la vez.
Están sus inicios, cuando era ayudante del muralista David Alfaro Siqueiros, resumidos en cuadros como Máscara (1945), piroxilina sobre madera, y La lucha del pueblo mexicano a través de su historia (1950), un estudio para pintura mural. Con el tiempo, el pintor, muralista, escultor y escritor Federico Silva (1923-2022) se liberó del realismo social
, su obra se volvió más abstracta y empezó a experimentar con el arte cinético, del que fue pionero en América Latina, con la escultura y la gráfica digital.
Nunca permaneció estático ni dejó de trabajar, como lo demuestran las tres esculturas que creó expresamente para la muestra: Lucha y fraternidad, ambas de 2021, hechas en piedra de tlalmimilolpan, un compuesto de concreto y piedra caliza de su confección, y Lucha y fraternidad (2022), elaborada en plata.
Federico Silva, lucha y fraternidad, exhibición de 151 piezas, estaba pensada como un homenaje al artista en la antesala del centenario de su nacimiento, que se cumpliría el 16 de septiembre de 2023. Al fallecer el pasado 29 de noviembre, en vísperas de la inauguración, la muestra se convirtió en un tributo póstumo.
César David Martínez Bourget, coordinador de investigación educativa del MPBA, estuvo presente durante el periodo de gestión de la muestra, tiempo en el que se desarrolló un proyecto paralelo que pretendió apuntalar algunas de las aristas del artista que debían ser más exploradas
; por ejemplo, “su docencia en la Universidad Nacional Autónoma de México, cuando participó en las cátedras de arte cinético en la Academia de San Carlos.
“Se recuperaron algunos de sus apuntes y se generaron elementos que dieron salida a las reflexiones materiales y plásticas que tuvo el artista en torno a la escultura, específicamente su libro De escultura y otros menesteres (1986). Esto permitió dialogar con un Silva más íntimo”, apunta el historiador. De ahí la inclusión de tres audios que dan fe de su actividad como escritor al comprender fragmentos seleccionados por el artista de sus tres autobiografías: Cuadernos de Amaxac. A fin de cuentas, el arte arde en el infierno (2006), Dos x tres. Crónica. Apuntes autobiográficos (2010) y México por Tacuba (2013).
Federico Silva participó tanto en la selección de la obra como en su distribución en salas. Puso especial interés en la inclusión de su periodo de arte cinético, sus aluxes
–personajes de la mitología maya que cuidan los montes– y su producción escultórica de los años 80. También sugirió la presencia de más piezas de su taller en Amaxac de Guerrero, Tlaxcala, donde se estableció en 1985, lo que representó un reto en el traslado de las esculturas, debido a su peso y composición, para ser exhibidas.
Multifacético y multidisciplinario
Además de ser un tributo, la muestra introduce a las nuevas generaciones en el conocimiento de este artista multifacético y multidisciplinario. A lo largo de su vida, Federico Silva realizó estudios de veterinaria y se interesó por la física y la química, aparte de las artes plásticas.
–¿A qué se atribuye los cambios en su obra?
–Federico Silva sostuvo la noción de la destrucción para la creación. Para él, no se podía crear lo nuevo a partir de algo viejo. La constante renovación del artista conllevaba la creación de un tipo nuevo de lenguaje, siempre en avanzada. También profesaba la idea de un arte social, no en el sentido tradicional de la Escuela Mexicana de Pintura, sino de constantemente crear algo nuevo que tuviera un sentido útil. Siempre volteaba al pasado, no con el fin de revivirlo, sino de encontrar algo nuevo. Tiene muchas influencias del arte rupestre que estudió ampliamente en México.
Somos los cazadores de la luz en busca de la muerte
, escribió el homenajeado después de concluir cerca de 5 mil metros cuadrados de murales a lo largo de un túnel-cueva de 225 metros de longitud, en Huites, Sinaloa. “Como artista fue la punta de una flecha de lanza que constantemente rompía al rebelarse en contra de sí mismo. Muchas de sus obras están firmadas con una flecha o ésta forma parte de la estructura.
“De hecho, practicaba el tiro de flecha. En una entrevista televisiva con Paco Malgesto, a fines de los años 60, en una suerte de performance, flechó una de sus obras realistas. Fue una manera simbólica de romper con este tipo de producción.”
La exposición Federico Silva, lucha y fraternidad. El triunfo de la rebeldía permanecerá hasta el 19 de marzo de 2023 en el Museo del Palacio de Bellas Artes.