belleza terribleen la obra de Marlene Dumas
Open-end, en el Palazzo Grassi, incorpora 100 piezas que realizó la artista sudafricana de 1982 a la fecha
Sábado 7 de enero de 2023, p. 4
Venecia. La ciudad no se quedó apagada después del exitoso cierre de la Bienal de Venecia –que batió récord al superar 800 mil visitantes– y algunas de las exposiciones dispersas en la ciudad en los siete meses de exposición que mantuvieron abiertas sus puertas durante las fiestas decembrinas. Resalta la imperdible muestra monográfica Marlene Dumas Open-end, que concluye este domingo. Dumas es la cocuradora con la asistencia de Caroline Bourgeois, conservadora de la Pinault Collection, que la organiza en la espléndida sede expositiva del Palazzo Grassi, de cara al Canal Grande.
Las retrospectivas de la artista han sido limitadas. Su obra es relativamente exigua y, a excepción de sus primeras obras, están realizadas básicamente en óleo sobre lienzo y tinta sobre papel. La actual muestra tiene el valor de incorporar su producción más reciente distinguiéndola de aquella magna en Europa (The Image as Burden, 2014-2015, itinerante en: Ámsterdam, Londres y Basilea). Se muestran 100 obras realizadas de 1982 a la fecha. El lugar permite una visita gozosa porque las obras están espaciadas, pocas en cada sala, distribuidas en todo el edificio, favoreciendo una contemplación lenta y meditada.
La obra de Dumas (Ciudad del Cabo, 1953) se caracteriza por sus retratos y cuerpos de belleza terrible
, desagraciada y primaria, sin connotaciones temporales o espaciales. Capta una humanidad desapacible, compuesta por retratos similares a máscaras, cuerpos lívidos, casi siempre solitarios, y perturbadores.
Es la primera gran exposición monográfica en Italia dedicada a la sudafricana donde ha tenido una presencia temprana desde 1995, cuando inició su visibilidad internacional. Considerada una de las mayores, más influyentes y cotizadas artistas de nuestro tiempo. The Visitor (1995) aquí presente, retrae un grupo de prostitutas de espaldas –una de sus obras más importantes– se vendió en Sotheby’s de Londres en 2008 por 6.3 millones de dólares.
Dumas ha logrado romper con los moldes occidentales y abordar temas controversiales relacionados con la mujer, la política, la infancia, la muerte y el racismo. Lo hace con un medio aparentemente clásico, la pintura figurativa y el óleo, que, empleado por una mujer representaba un desafío, por haber sido hasta tiempos recientes un medio puramente patriarcal. Dumas describe el pincel más como una escoba que como un falo, evocando tanto al ama de casa como a la bruja en su invocación subversiva de la creatividad y el ingenio femeninos
(Tamar Garb, revista Parkett, 2017).
Su pintura no usa modelos en vivo, sino que crea las imágenes a partir de su archivo, tomado de los medios de comunicación que relabora. Son recurrentes las referencias a la publicidad, a la crónica, a las imágenes pornográficas, al cine, a la historia del arte y a la poesía. También hay del tipo biográfico, al retratar a amigos, amantes y en particular a su hija Helena, ya sea como modelo o como ayudante
. Ejemplos presentes son Underground (1994–95), en la que la niña completó un grupo de retratos en tinta de la madre, con toques de color para decorarlos. Dumas realizó también My Daughter (2002), único cortometraje de su producción.
Conexión entre arte y texto
La exposición pone el acento en la sexualidad y el amor, en el desnudo femenino, como también en la muerte, la política y la poesía. La interconexión entre arte y texto empezó en sus primeras obras hace 45 años en Don’t Talk to Strangers (1977) (ausente en la muestra), un año después de mudarse a Holanda –donde vive hasta ahora– para perfeccionar sus estudios en Bellas Artes, realizados en Ciudad del Cabo. Sobre ello expresa: “Quisiera que mis pinturas semejaran a poesías. Las poesías son frases que se han quitado los vestidos (…) Es escritura que respira y salta y deja espacios abiertos, permitiéndonos leer entre líneas”. El título Final abierto juega con este aspecto intrínseco de su obra: desafiar al observador con imágenes ambiguas que reten sus proyecciones, temores y prejuicios.
Sus cuerpos desnudos inspirados en las revistas pornográficas o en los famosos clubes eróticos y de striptease de Ámsterdam (Candle Burning, 2000) son figuras solitarias, deslustradas y entregadas al propio placer. Son obras corporales, táctiles, húmedas, hechas de carne y de tejidos. Son mujeres dueñas de sus acciones, sin dejo de sometimiento, ofrecidas a una mirada voyerista con altivez: “mis obras mejores –afirma– son eróticas de confusión mental”.
Son imágenes crudas y directas, ajenas a los cánones de belleza y al decoro occidental. El eros es explícito desde las primeras salas. Se inicia con D–reciton (1999) que muestra a un joven sorprendido por el fenómeno milagroso y natural
de su erección. Mientras otras como Turkish Girl (1999) y sobre todo Miss Pompadour (1999) y Fingers (1999), ostentan abiertamente los genitales. La artista captura también expresiones de placer y deseo sexual como en Longing (2018).
Ello se alarga a las salas subsiguientes como el desnudo de una ex modelo ahora anciana (Magdalena: Out of Eggs, Out of Business, 1995), o de su hija embarazada mostrada como un ídolo arcaico de la fertilidad (Birth, 2018) tema al que regresó después de su propia maternidad y del interés por la niñez y la adolescencia, entre los años 80 y 90.
Erotismo y sensualidad
En la muestra se exponen también detalles eróticos de pequeño formato, aislados, como el pubis (Magnetic Fields: for Margaux Hemingway, 2008; Immaculate, 2003), los labios (Lips, 2018; Teeth, 2018), el pezón (Aureola, 2018). La misma sensualidad emerge en las dos series de ilustraciones en tinta para la versión holandesa del poema de Shakespeare Venus y Adonis (2016), que muestra la historia de Venus, diosa del amor, y su insaciable y trágica pasión por Adonis
.
Existen también diversas obras pequeñas dedicadas a los besos donde se ven sólo los semblantes en close up, de los que la artista distingue sus diferencias: “Besos de mariposa, de vampiro o ‘a la francesa’ cuando se besa apasionadamente con la lengua y la boca abierta”, como en Tongues (2018), en la que los semblantes son indefinidos como en Kissing (2018), mientras en Kissed (2018) es un beso tierno, casi abstracto, que captó de la única escena con un beso del filme de Jean Renoir, Une partie de campagne (1936).
La artista habla también de la muerte y la muestra con la brutalidad de la descomposición carnal, desfigurando al ícono Marilyn Monroe (2008).
A Oscar Wilde dedicó un óleo (2016) que evoca a De Profundis, que escribió en la cárcel incriminado por sodomía; una de las más largas y complejas cartas de amor de la historia
. Para la bienal itinerante Manifiesta 10 en Rusia en 2014 realizó una serie de retratos en tinta (Great Men), aún en elaboración, dedicados a grandes homosexuales de las artes y la ciencia, algunos perseguidos, en correspondencia a la entonces recién incrementada represión contra la homosexualidad en ese país.
La exposición va acompañada por una guía escrita por la artista (www.palazzograssi.it), un podcast descargable de forma gratuita en Apple (Una specie di tenerezza) y un catálogo (37 dólares), todo en versión trilingüe: inglés, italiano y francés.