ntes de entrar en el tema ambiental, y como este año oficialmente está dedicado a recordar a Francisco Villa al cumplirse 100 años de su asesinato, es de justicia mencionar la obra más importante escrita sobre el famoso dirigente revolucionario. Me refiero a Pancho Villa, de Friedrich Katz. Más de mil páginas en dos tomos editados por Era, trabajo distinguido con importantes premios. Katz nació en Viena en 1927, pero muy joven emigró con su familia a México donde inició sus estudios profesionales en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Obtuvo después doctorados en prestigiosas universidades. En su honor, el Centro de Estudios Mexicanos de la Universidad de Chicago, lleva su nombre. Otra de sus obras, La guerra secreta en México (también editada por Era) se catalogó como el mejor libro en inglés sobre historia latinoamericana. El gobierno de México le otorgó la Orden del Águila Azteca. Murió en Filadelfia en 2010. Katz, uno de los intelectuales que con mayor rigor han contado parte de la historia de nuestro país.
Si alguna duda existe todavía en México de que los efectos del cambio climático los tenemos también en los 11 mil kilómetros de nuestra franja litoral, basta mirar lo que ha ocurrido los últimos años en el sur del estado de Tabasco o en el polo turístico por excelencia: Cancún y la Riviera Maya. El mar avanza tierra adentro. El pasado martes, Eirinet Gómez, corresponsal de La Jornada en Veracruz, nos describió lo que también sucede en la región de Alvarado, donde el oleaje destruye viviendas y otras construcciones. No sólo por el aumento del nivel del mar, sino por obras mal construidas y desaparición de barreras naturales contra los huracanes y los nortes
que azotan el golfo y el Caribe entre noviembre y marzo de cada año.
Junto con las naciones insulares, Canadá, Estados Unidos y México figuran entre los más expuestos a los efectos nocivos del aumento del nivel del mar a medida que se derrite el hielo marino del polo norte, donde se transforma el paisaje típicamente congelado en uno más verde y marrón. Y esto se debe a que dicha región se calienta cuatro veces más rápido que el resto del mundo. Así ocurrió entre 1979 y 2021, según estudios del Instituto Meteorológico de Finlandia. En ellos se advierte que la tasa de calentamiento es particularmente alta en la región euroasiática del Ártico, y en especial en el mar de Barents y sus islas, el cual se ha calentado siete veces más rápido que el promedio mundial: hasta 2.7 grados centígrados cada década en los últimos 20 a 40 años.
Mientras, investigadores de University College de Londres advierten que “el espesor del hielo marino es un indicador sensible de la salud del Ártico. Esto es así, pues el hielo más grueso funciona como manta aislante. De esa manera impide que al océano caliente la atmósfera en invierno y protege el océano del sol en verano. Pero ese espesor fundamental disminuye aceleradamente.
No sólo se derrite el Ártico. También el hielo de los glaciares. Un estudio en los 40 más importantes del mundo así lo demuestra. Entre los más afectados figuran los de los Alpes, en Europa. El glaciar Aletsch, declarado Patrimonio Natural Mundial en 2001, se ha reducido en varios kilómetros. Igual sucede con los de Noruega.
Pero mientras el nivel del mar aumenta cada año y afectará a los 17 estados costeros de México, ni el Poder Legislativo ni el Ejecutivo tienen en su agenda como prioridad una nueva política para proteger nuestros litorales. Allí están los centros turísticos más importantes; numerosos asentamientos humanos; los puertos para el comercio internacional de mercancías; la industria petrolera y petroquímica. Además, la acuacultura y numerosas actividades agropecuarias.
Actualmente la llamada zona marítima federal terrestre, en la que por ley se prohíbe construir, apenas mide 20 metros tierra adentro desde donde rompen las olas. Pero esa pequeña franja en muchas partes la borró el mar, es invadida por obra pública y por construcciones de particulares. Y ello, gracias a la corrupción. Avanza el mar sobre México, pero no las iniciativas para evitar los daños que ocasiona.