Entre ángeles y demonios // Estrategias de los suspirantes // Las bondades del INE
o falla: los primeros correos que recibe la columneta los lunes a partir de las 7 de la mañana son de críticas y reclamos, aun cuando en lo general sean solidarios y apoyadores del texto en contexto. Digamos que, estando de acuerdo con el fondo de lo dicho, les resulta verdaderamente blandengue y descolorida la forma de decirlo. Ejemplo: fue aplaudido todo lo escrito y descrito sobre el Ángel de la dependencia. No todos sabían sus antecedentes y, por supuesto, les asombró e indignó su proceder. Es un cínico, un desvergonzado, escribieron. A los que sí conocían la biografía, la crónica les resultó una página rosa. Esto merece una explicación y la que la columneta ofrece es la siguiente: El PRI ha presentado a un selecto número de militantes que expresaron la intención de participar en una elección interna, de la cual saldría su candidato a la Presidencia del país. Sé que lo que voy a informar a muchos les parecerá un verdadero exabrupto, una irrealidad de tal magnitud que inscribe a la columneta, de golpe y porrazo, en la primera fila de esa caterva infame, creadora cotidiana de falsedades, de infundios, de verdades a medias y de mentiras totales, rebosantes de insidias que hoy es la constante en medios formales, informales, redes sociales y señales de humo. Pero no, la noticia que paso a comunicar es una verdad expresada por el propio protagonista. No son fake news, sino una confesión de parte que, como bien lo saben casi todos los ministros de la SCJN, implica el relevo de la prueba: el dirigente máximo de la OCDE, José Ángel Gurría, ha hecho público su deseo de ser candidato a la Presidencia de la República.
Tengamos paciencia (la del santo Job, cuando menos) y pasemos a la báscula de la honorabilidad al ángel que, ensoberbecido y fuera totalmente de su realidad, pretende ascender a superiores categorías; primero, a la de los arcángeles, luego a la de los principados, potestades y ya encarrerado, a las de virtudes y dominios, tronos, querubines y serafines. Es decir, las nueve órdenes que conforman el estado mayor del Supremo Hacedor. Lástima que su ausencia de lecturas no le haya permitido saber que un ángel, ligeramente superior a él, también cayó a la provocación de la soberbia: Luzbel se encandiló con la posibilidad del poder divino y, endiabladamente estúpido, no sopesó la correlación de fuerzas y, sin metáfora posible se fue al infierno. Dejemos a este ángel en paz porque la columneta le guarda un profundo respetillo, pues por algún lado leyó que la máxima estratagema fraguada por Satanás para confundir el corazón de los hombres es precisamente convencerlos de su inexistencia. Del otro Ángel (con una mayúscula del tamaño de su pensión), ya iniciadas las precampañas y descaradas hostilidades, sus propios correligionarios se encargarán de proporcionarnos suficiente y, por supuesto, mordaz información.
Antes de pasar a referirnos a la machincuepa (pirueta, maroma, cambio de partido), trastupije (trampa con dolo), trapisonda (enredo, embrollo) o chanchullo (acuerdo secreto entre varias personas para conseguir un beneficio), dejemos claro que, sin lugar a duda, lo que vamos a relatar al final de esta crónica es una componenda delictiva para lucrar.
Aquí la columneta se da un espacio para comentar algunas de las racionales y, por lo mismo, razonables medidas del INE que se tuvieron que adoptar ante el recorte aplicado por la Cámara de Diputados. Para atender la presión, el instituto postergará el proyecto de infraestructura inmobiliaria y sólo ajustará varios proyectos
. Por otra parte, ha aprobado 159.7 millones de pesos para la remodelación y remozamiento de sus oficinas centrales
. La presión
del recorte no redundará en modificación de sueldos (¡nomás eso faltaba!), sino en la reducción de la compra de materiales de oficina. O sea, una ampliación del periodo vacacional: todos en la oficina para un concurso de papirolas, pero sin papel.
Y vayamos por fin a conocer alguna de las cerezas que han dañado irreparablemente la imagen del pastel conmemorativo que el instituto intenta implantar como su imagen impoluta ante la opinión pública. Este pastel, ya sin metáfora, es el de la boda de la señorita Lía Limón y el caballero Luis Carlos Ugalde. Acto por demás privado que nadie tendría derecho a cuestionar, si no fuera porque éste se realizó en razón de algunas deplorables influencias que todavía persisten y el silencio cómplice de las siguientes camadas de funcionarios que les han otorgado, a saber por qué razones, una vergonzosa impunidad. Compartámosla y ya veremos.