Futbol americano en México
“Unidos los que triunfan y luego combaten. El sueño es realidad”.
Combate, personaje de la cinta La 4a compañía
a efeméride suele variar en detalles, pero en general concluye que fue en 1896 cuando se realizó por primera vez un juego de futbol americano en México; la sede fue la ciudad de Xalapa, Veracruz. Compitieron marinos juveniles estadunidenses que habían desembarcado en el puerto jarocho y se movieron por invitación a la capital de la entidad; con ellos, jóvenes mexicanos entraron en el campo, especialmente Raúl Dehesa, que conocía del deporte por su estancia en Estados Unidos. El partido se jugó en terrenos usados como campo recreativo y que se convertirían oficialmente en el primer estadio público del país el 5 de mayo de 1922; a partir de 1925, y ya con gradas, tuvo el nombre oficial de Estadio Xalapeño. El futbol americano se desarrolló y arraigó en el país. Hoy tiene ligas en casi todo el territorio nacional, con millones de seguidores.
Los estadios y el clásico Poli contra Pumas
El primer clásico Poli contra Pumas se jugó en el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria precisamente en duelo para definir el título, el 29 de noviembre de 1952, nueve días después de su inauguración. Los episodios memorables del clásico del futbol americano son numerosos, como el del 20 de noviembre de 1965 en ese estadio. Con el marcador empatado a 13 puntos, a Pumas le bastaba el empate para el título. Con menos de 60 segundos, el corredor del Politécnico Omar Fierro (padre del actor) recibió un pase. Hizo una anotación de 70 yardas oficiales. La gesta se conoce como La noche de Fierro
. Omar aparece como extra entre los jugadores de Juventud sin Dios (Miguel Morayta, 1962).
El Estadio Olímpico de la Ciudad de los Deportes fue construido para el futbol americano y se mantuvo un tiempo como casa del equipo del Instituto Politécnico Nacional (IPN). Ahí se jugó el primer partido de la NFL fuera de Estados Unidos en duelo celebrado el 5 de agosto de 1978 entre los Santos de Nueva Orleans y Águilas de Filadelfia (con derrota alada 14-7). No fue juego memorable y las condiciones fueron de gran deficiencia, pero fue el primer antecedente de conocimiento y expansión internacional de la liga. El inmueble fue sede de la final de la Liga Profesional de Futbol Americano de México en 2018, con triunfo de Mexicas 17-0 sobre Raptors; el juego se denominó Tazón México.
El Tazón Azteca
El Tazón Azteca es un compromiso que normalmente juega la selección nacional con elementos de la Liga Mayor en Organización Nacional Estudiantil de Futbol Americano (Onefa) contra la División III de Estados Unidos, integrada por la selección o equipo campeón de la NCAA. Cuando se formó la división de los conjuntos nacionales más poderosos agrupados en Comisión Nacional Deportiva Estudiantil de Instituciones Privadas (Conadeip), con el Teconológico de Monterrey y colegios como Auténticos Tigres (de la Universidad Autónoma de Nuevo León) y UDLA (Universidad de las Américas), cambió la conformación de la liga y, por tanto, la disputa del Tazón Azteca, ya que una selección de esos colegios privados turna con la Onefa el importante juego contra el equipo estadunidense. Varios jugadores que llegaron como juveniles a disputar el encuentro en México han llegado a la NFL, como el mariscal de campo Cam Newton, quien jugó el Supertazón 50 con las Panteras de Carolina. En 2018 se lanzó la Liga de Futbol Americano Profesional de México (LFA), llegando hasta la conformación de nueve equipos, cada vez con mejor organización y convocatoria de aficionados.
La tacleadas en pantalla grande
A pesar de que México es el país con mayor número de practicantes, ligas y equipos después de Estados Unidos, no hay muchas cintas con el deporte de las tacleadas. Fernando Méndez dirigió La locura del rocanrol (1957), que muestra la rivalidad entre el Poli y Pumas, con locaciones en el IPN y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pero sin escenas del emparrillado. Alejandro Galindo muestra el futbol americano con buen pietaje de juego en Ciudad Universitaria en La edad de la tentación (1959), mientras en la gran cinta Mañana serán hombres (1961), el mismo Galindo pone a Héctor (Alfonso Mejía) en un mitin de estudiantes que exige un estadio para entrenar y competirle a otras universidades.
Tacleadas disparatadas de ensoñación
son imaginadas por Angélica María en Vivir de sueños (Rafael Baledón, 1964), pensando en Enrique Guzmán como implacable ganayardas en secuencia musical hecha en set, donde el galán es llevado en hombros hasta por los rivales, después de que los pone en suelo con viento de titán. Por su parte, el largometraje Un callejón sin salida (Rafael Baledón, 1965), muestra el paso por el futbol americano de Alberto (Alberto Vázquez), con Ángel Fernández en la narración del clásico sin salir a cuadro.
El futbol Americano también está presente en Sube y baja (Miguel M. Delgado, 1959), que pone en el terreno de juego (y con bacinica en lugar de casco) a Mario Moreno Cantinflas, quien hace de corredor del equipo Los Changos de Tepito. En Mi campeón (Chano Urueta, 1951), Rosita (Rosita Arenas) es parte de las porristas de los Pumas. En tanto que ¡Viva la juventud! (Fernando Cortés, 1956) es una comedia de musicales y algunas tacleadas del jugador de los Burros Blancos del Politécnico Cheché Reyes (Adalberto Martínez Resortes), casi tres décadas antes del musical ¡¡Cachún cachún ra-ra!! (Una loca, loca, preparatoria) (René Cardona Jr., 1984). En Juventud sin Dios, la vida del padre Lambert (1962), el realizador Miguel Morayta, muestra al padre Lambert (Joaquín Cordero) entrenando a jóvenes desenfrenados sin ley divina que los aplaque, para que compitan y ganen el clásico nacional para el Politécnico. Es espectacular ver a tres legendarios en las narraciones: Jorge Sonny Alarcón, Pedro El Mago Septién y Ángel Fernández. Cordero interpretó a otro sacerdote (Carlos) ligado al futbol americano en Una calle entre tú y yo (Roberto Rodríguez, 1952). También hay tomas del emparrillado en Manos libres (José Buil, 2005). Por su parte, el nostálgico cortometraje documental Hermanos (Andrea Pérez Su, 2016), muestra la historia de los equipos Canarios y Buitres, ambos de escuelas filiales de la UNAM.
El muy buen largometraje La 4a compañía (Mitzi Vanessa Arreola y Amir Galván Cervera, 2016), muestra la organización de un equipo de futbol americano dentro de una penitenciaría. La cinta se basa en el equipo real Los Perros, que alcanzó a jugar en la liga mexicana de la especialidad. Con pietaje auténtico de las tacleadas del conjunto y reportajes de época, se hace una gran compilación documental que permite ilustrar de forma adecuada un periodo tenebroso de la capital del país (y todo México), cuando Arturo El Negro Durazo organizó el crimen con la policía y los delincuentes. Desaparecidos efímeramente en 1982, Los Perros volvieron a competir y existen hasta la fecha.
La NFL y México
En 1967 se hicieron las primeras transmisiones de futbol americano en México por Canal 2, donde pasaban regularmente los juegos de los Vaqueros de Dallas, lo que fundó la gran afición al equipo de la Estrella Solitaria en nuestro país. Con Dallas estuvieron los pateadores mexicanos Efrén Herrera (campeón con el equipo en el Supertazón 22), Rafael Septién (de números fantásticos de 1978 a 1986) y Luis Zendejas (de 1987 a 1989).
Oficialmente el primer mexicano en NFL fue Tom Fears, de padre estadunidense y madre mexicana, nacido en Guadalajara. Fue receptor de los Rams en 1948; Frank Corral estuvo también con este equipo de 1978 a 1981; José Portilla jugó con los Halcones de Atlanta en 1998, mientras Víctor Leyva participó con Bengalíes de Cincinnati en 2001; Rolando Cantú jugó para los Cardenales de Arizona en 2005; Marco Martos hizo pretemporada con Dallas y Broncos de Denver, pero no se quedó en el roster, aunque brilló con los Dragones de Barcelona en la NFL Europa. En los años recientes también llegaron a la NFL el tacle ofensivo Isaac Alarcón, con los Vaqueros de Dallas, y Rigoberto Sánchez figura como brillante pateador de despeje de los Potros de Indianápolis. Poco se ha exaltado en México el caso de Tom Flores quien, siendo hijo de inmigrantes mexicanos (nació en California, donde sus padres laboraban en el campo), pudo llegar a ser atleta profesional. Como jugador (en el Supertazón 4, en 1969, fue mariscal suplente de los Jefes de Kansas City), asistente de entrenador (de John Madden en el Supertazón 11) y entrenador en jefe, Thomas Raymond Flores Sánchez, el gran Tom Flores, ganó un total de cuatro anillos de Supertazón, una verdadera leyenda del deporte. Por su parte, el coahuilense Raúl Allegre fue un magnífico pateador, el único mexicano con dos anillos de Supertazón, ambos con los Gigantes de Nueva York. Fue seleccionado por Dallas, pero jugó con Baltimore, antes de brillar en la Gran Manzana para coronarse en los títulos de los tazones 21 y 25. Como analista del juego, ha sido uno de los mejores.
En tocho o equipados, los equipos mexicanos femenil y varonil han tenido participaciones muy destacadas a nivel internacional. El futbol americano se juega en México desde los primeros pasos en el deporte.