¿El viejo presidencialismo vuelve a imponerse?
espués del desastre de la presidencia de Francisco I. Madero, tanto en la ley como en el aspecto fáctico, se reforzó al Poder Ejecutivo. Los constituyentes de 1917 consideraron necesario dotarlo de amplias facultades para pacificar y hacer prosperar al país y crearon en la legislación un Ejecutivo sumamente fuerte. Daniel Cosío Villegas mostró que los constituyentes se inspiraron en las ideas de Emilio Rabasa ( La Constitución y la dictadura), en las que pretendía que Porfirio Díaz no había sido un autoritario por ambición, sino porque la Constitución de 1857 limitaba sus facultades, obligándolo a imponer una dictadura extraconstitucional por la necesidad del escaso desarrollo político nacional.
En el aspecto fáctico, el Poder Ejecutivo surgió como superpoder
y se consolidó como predominante mediante las llamadas, por Jorge Carpizo, facultades metaconstitucionales, al punto en que el presidencialismo mexicano se convirtió en el rasgo característico de nuestro sistema político. El Presidente de la República tenía tanto poder que su sucesor no era elegido mediante elecciones, sino que él mismo lo hacía con el ritual conocido como tapadismo
, lo que dio al partido en el poder una larga vida de siete décadas. Si a esto agregamos que el Presidente en turno tenía todas las facultades del Estado y a él se sometían no sólo el Congreso y la Suprema Corte de Justicia, sino los que se han llamado factores reales de poder
, la disciplina era total: nadie desafiaba los mandatos presidenciales. Las consecuencias que esto ha tenido en la vida pública se han observado en cómo el Poder Ejecutivo se impuso a los otros poderes, volviéndose tan absoluto como en la época de Porfirio Díaz. Todos intentan influir en el poder presidencial para obtener lo que quieren, y esto provoca una distorsión negativa, porque al aplastar a todos los demás desaparecen la seguridad y la certeza jurídica.
En la actualidad, el Poder Ejecutivo conserva sus facultades legales, pero su imposición mediante las llamadas facultades metaconstitucionales se ha limitado. Un ejemplo son las derrotas en las iniciativas presentadas y de gran importancia para el Ejecutivo. La reforma energética y la electoral se han visto frenadas en el Poder Legislativo al no obtener los votos necesarios para su aprobación. La oposición se ha empeñado en injuriar al Presidente y no han reconocido los avances que se han concretado en una verdadera división de poderes, campo en el que por primera vez se avizoran resultados favorables.