Glifosatos, otros datos
ay un modo de aprender a morir: aprendiendo a vivir cada día, con los ojos bien abiertos, confiados y descreyendo a la vez. El glifosato, medio prohibido en México desde el lunes pasado, es un herbicida que puede causar cáncer en animales y probablemente en humanos, de acuerdo, entre otros, con la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer.
“El glifosato –escribe la prestigiada investigadora agrícola Rosa María Gómez Garza– hace mucho que se utiliza, quizá con otro nombre, y sirve para que las malezas de una siembra se limiten mediante la aplicación de ese producto. Sólo que éste, además de quemar las malezas, daña una buena cantidad de especies que sirven de alimento, especialmente el maíz. Entonces decidieron añadir a su genética un organismo que queda incluido en su mapa genético (maíz transgénico), y con ello pueden usar ese herbicida a destajo. Entonces, el glifosato se está usando con exageración. Dejan contaminados los suelos y el grano que se produce tiene el genoma de este microorganismo. Se dice que causa problemas de salud, por lo que el glifosato no sólo es problema para el campo, sino también para la salud de los consumidores de alimentos como el maíz.
“Desde que aparecieron los maíces transgénicos hay problemas de contaminación de maíces con genoma natural. Incluso existen demandas porque el polen del maíz se da en la parte de la espiga transgénica, vuela a buena distancia e incluye a estos genes. Por ello se tiene que revisar en qué plantas se aplica el glifosato y si se hace en exceso. Lo mejor es sembrar y antes de que nazca cualquier especie de planta, aplicarlo para que no caiga en plantas que están naciendo. Entre menos herbicidas se usen, mejor, pues los suelos quedan contaminados.
Existe una agricultura de conservación en la que se mueve poco el suelo y se dejan las pajas de las plantas sembradas después de cosechar, no se queman. Se les trata para que se descompongan y transformen en materia orgánica. Allí no entra para nada el glifosato, sino que se maneja a microorganismos que atacan a los que dañan a las plantas y merma el porciento de estos en los suelos, considerando que los daños no son severos y dejan en paz a las plantas. Sólo que estas medidas no dan a ganar a productores, comercializadores e intermediarios, que son los que perciben utilidades y arguyen que lo que venden es lo mejor
, concluye la agrónoma Gómez Garza.