as plantas tienen voz y nos hablan. Tal vez no las escuchamos porque no ponemos atención o porque los ruidos mecánicos de nuestra civilización urbana las enmudecen. Los yaquis, como muchas culturas originarias de nuestro país, saben escuchar a las plantas. Antes de cortar una raíz del mezquite le piden permiso al árbol; le piden permiso a la naturaleza para cortarla, con el fin de incorporarla a las tradiciones y celebraciones humanas. Las raíces del mezquite se convierten entonces en palos ceremoniales adornados con estambres de colores para que los líderes de cada poblado los sostengan en los días festivos.
Otro ejemplo es el sangregado, planta que, además de tener propiedades curativas, si se prepara de cierta manera, es hogar y alimento de un tipo específico de mariposas. Esta mariposa deja su capullo de oruga en los tallos y ramas, y los yaquis toman estos capullos para convertirlos en cascabeles, los cuales se usan para la danza del venado. En todos los sentidos, el sangregado tiene relevancia cultural, ambiental y medicinal.
¿Cómo protegemos el mezquite y el sangregado para que la cultura, la medicina y la naturaleza yaquis perduren? Muchas de las plantas medicinales en México son silvestres, libres y expuestas a la demolición por el crecimiento urbano y la industrialización. ¿Cómo detenemos directamente su explotación? ¿Cómo protegemos directamente su ambiente? ¿Cómo arropamos indirectamente su cultura? Es una problemática compleja que requiere de soluciones disruptivas y laterales.
La Cofepris, que se encarga de proteger a la población contra riesgos sanitarios, ahora también decide reconocer saberes centenarios y proteger las plantas y prácticas útiles y necesarias para la salud de la población. En esta misión de proteger el conocimiento medicinal de pueblos originarios, la Cofepris hizo el esfuerzo lateral de repensar la Farmacopea , documento expedido por la Secretaría de Salud que consigna los métodos generales de análisis y los requisitos sobre identidad, pureza y calidad de los fármacos, aditivos, medicamentos, productos biológicos y demás insumos para la salud históricamente destinada al sector e industria farmacéutica. Ahora, la Farmacopea se expande hacia los lados, extendiendo sus páginas para dar espacio dentro de la regulación sanitaria al saber medicinal de la cultura yaqui. La Farmacopea ya no sólo conserva los métodos para formular los medicamentos que te tomarás; ahora incorpora la voz de las plantas tradicionales del país al escuchar a las poblaciones centenarias del territorio nacional. Además, garantiza que desde la acción regulatoria grandes consorcios de trasnacionales no usurpen el conocimiento de nuestros pueblos al capitalizar las propiedades curativas de ciertas plantas patentándolas en otro país dejando fuera del mercado a los pequeños productores nacionales y con menos cultura a los pueblos originarios.
Es importante saber reconocer con qué se cura la gente y extender y compartir el uso y acceso a estas plantas medicinales no sólo a productores nacionales, sino a la población yaqui misma, cuyas curanderas ya tienen edad y las generaciones jóvenes no se involucran en preservar este conocimiento. También será de utilidad para investigadores que quisieran desarrollar temas o para el cuerpo médico que podría recetar algunas fórmulas de té o untamiento para remediar malestares.
Este ejercicio que se hace desde la Cofepris no es sólo documentar, sino hacerlo para incidir, impulsar y proteger el conocimiento de la cultura yaqui. De forma inusual, pero de acuerdo con la cosmovisión de pueblos originarios, la voz que escuchamos en esta edición no es la de la autoridad o la de la ciencia, sino la de la planta. En la Farmacopea de herbolaria mexicana , las plantas adquieren voz viva, nos hablan, nos dicen cómo tratarlas, qué propiedades tienen, cómo cultivarlas, cómo usarlas para curar. Esto, a la vez de fortalecer la medicina tradicional como algo riguroso y científico, rescata la imaginación y cosmovisión de una cultura humilde que pide permiso a la naturaleza para celebrar la vida humana. En la Farmacopea, ya no sólo se registra la ciencia, ahora también la tradición, la cultura, el ambiente, la práctica y la existencia misma del alma de cada planta.
Las plantas se comunican y, si llegamos a escuchar su voz, podremos curarnos.
* Titular de la Cofepris