Tres escenarios
on la iniciativa de paz que presentó China sobre la mesa, Rusia y Ucrania, atrapados en una guerra que ayer cumplió un año y un mes, por ahora no tienen ninguna intención de buscar una solución negociada, convencidos de que pueden vencer al enemigo en los campos de batalla y, cuando esto suceda, imponer sus propias condiciones al derrotado.
Hoy por hoy, Moscú aceptaría firmar un acuerdo de paz si Kiev cede de modo definitivo casi 20 por ciento de su territorio (cuatro regiones que ya considera parte de la Federación Rusa y Crimea) y se compromete a asumir un estatus neutral, lo que presupone no ingresar en la alianza nor-atlántica ni instalar bases militares extranjeras. Así, aunque no habría alcanzado todos los objetivos de su llamada operación militar especial
como, por mencionar dos que quedarían incumplidos, desmilitarizar
y desnazificar
Ucrania, podría proclamar que liberó
todo el Donbás y tiene un corredor terrestre que une la península de Crimea con el resto del país, ocupando parte de Zaporiyia y Jersón.
Kiev lo haría sólo si el Kremlin retira todas sus tropas del suelo ucranio, incluyendo Crimea, y financia, a modo de repara-ción de daños, la reconstrucción del devastado país. Esto es impensable y Ucrania continuará combatiendo mientras reciba apoyo financiero y armas de Estados Unidos y sus aliados. Por su parte, Rusia seguirá empeñada en una solución militar mientras el Kremlin tenga el mismo titular, su ejército no sufra una derrota demoledora y su industria fabrique misiles y municiones.
Por tanto, se abren tres escenarios: en el corto plazo, las ofensivas de primavera que ambos preparan pueden inclinar la balanza hacia uno u otro lado y favorecer el inicio de negociaciones bajo condiciones rusas o ucranias; en el mediano plazo, hacia fines de 2024, el elevado costo de la guerra puede hacer reconsiderar el respaldo occidental a Ucrania y, en el otro lado, las fuentes de financiamiento rusas pueden agotarse, situaciones que, dándose juntas o por separado, también abren las puertas a negociar, y en el largo plazo, la guerra de desgaste continuaría hasta que uno de los contendientes, agónico, tire la toalla o se produzca una indeseada escalada, con empleo de armamento nuclear, no para ganar la guerra, sino para no perderla al precio de suicidarse.