urante el festejo del 1° de mayo de 2022, en Tabasco, el presidente Andrés Manuel López Obrador reiteró la fecha de inauguración de la refinería Olmeca, situada en el puerto Dos Bocas, municipio de El Paraíso, Veracruz. A partir de entonces, sistemáticamente, ese anuncio se convirtió en noticia detractora de la prensa adversaria al proyecto de la Cuarta Transformación (4T).
El periodismo neoliberal, brazo informativo
de los grupos oligárquicos, está impaciente de que el presente sexenio caiga en desgracia. Los medios adversos a la democracia y a la vida digna de la mayoría del pueblo mexicano se han encargado de difundir los supuestos errores, atrasos y fraudes económicos del proyecto petrolero.
Sin embargo, el funcionamiento de la refinería no ha presentado ninguna circunstancia de inconsistencia. Se espera que en unas semanas se obtengan los resultados esperados. El beneficio de esta construcción, además, se reflejó en los miles de contratos a más de 35 mil personas de diversas especialidades, desde albañilería, electricidad, diseño ergonómico, ingeniería, jardinería y otras áreas.
El 1° julio de 2022, durante la inauguración de la refinería Olmeca, el presidente AMLO se dirigió al personal obrero y administrativo:
Ustedes son fundamentales en la construcción de esta obra, porque no se haría una refinería en ningún lugar del mundo con nueve mil millones de dólares ni en tres años y medio ni con la calidad de esta refinería.
Faltan 97 días, aproximadamente, para que el primer barril de gasolina salga a la luz. Con esta primera entrega estaremos iniciando una etapa de autosuficiencia en combustibles y de recuperación de la soberanía energética. La fecha no debe tomarse como un acto en sí, ya que lo importante es la producción del combustible con la calidad y la cantidad esperadas.
El autoabasto y el valor agregado a la industrialización de los hidrocarburos es tema principal, dentro de los prioritarios, que han venido desarrollándose a lo largo del proceso por eliminar, totalmente, la reforma energética neoliberal en contra de la industria petrolera mexicana. Ésta fue defendida y –por poco– concretada por el ex presidente Enrique Peña Nieto.
Otro de los asuntos prioritarios para el gobierno de la 4T es la optimización de la extracción del petróleo y el aprovechamiento total del gas natural. Con ambos asuntos en franca aplicación, la industria energética garantizará un paso seguro para cambiar las energías contaminantes por las llamadas energías limpias, aunque éstas registren grados bajos de daño a la salud.
Si bien es imposible abstenerse de consumir electricidad, sí podemos organizarnos para cambiar los estilos de vida, condición indispensable para lograr la transición energética. Y aunque existe el temor a esta práctica, racionar es una forma posible de aprovechar al máximo la mínima energía para la supervivencia.
Pero también la valoración del recurso no renovable nos permitirá hacer conciencia de la utilidad del hidrocarburo para la conservación del planeta, aunque esto parezca contradictorio. De hecho, la posibilidad de contar con luz eléctrica, calefacción, aire acondicionado y otras comodidades han sido exigencias de la población que ha carecido por años de esos beneficios.
La sociedad ha logrado organizarse en diversos momentos para que se registre en las agendas políticas la solución a la falta de acceso a estos bienes. Por esa razón, existe la industria energética, para cubrir las necesidades de la población. Pero, además, tenemos una industria petrolera, porque contamos con los recursos naturales para poder llevarla a cabo.
Hemos contado con yacimientos, lo suficientemente abundantes como para haber permitido el desarrollo social y económico desde años atrás. Asimismo, hemos tenido en abundancia hidrocarburos que permitieron desarrollar la industria de la transformación desde la expropiación petrolera en 1938.
Por este hecho histórico, se construyeron las únicas siete refinerías con las que contó Petróleos Mexicanos (Pemex), hasta 2023. Ahora, podemos agregar en los activos de Pemex la nueva refinería Olmeca.
Las siete refinerías anteriores dieron a esa empresa paraestatal la fuerza y la trascendencia en la vida económica del país. Sin la industria de la transformación petrolera, no contaríamos con el desarrollo de otras industrias paralelas.
Es la de la transformación del crudo, la que nos ha provisto de los productos necesarios y por esa razón ha sido un error no haber construido otras refinerías más. El beneficio habría sido mucho mayor para la solvencia económica de la población y del país.
La ingeniera Rocío Nahle García reiteró el pasado 18 de marzo, durante el festejo de la Expropiación Petrolera, que la productividad de la refinería nueva se demostrará en los próximos días.
Aunque, como hemos visto a lo largo de los sexenios anteriores, no ha existido en ningún momento un reparto de utilidades justo, ni mucho menos, la distribución de la riqueza que este importante recurso ha generado, existe la posibilidad de que ahora sí, la población general se beneficie.
Twitter: @AntonioGershens