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Expone fotógrafa la resistencia obrera en la etapa final de la fábrica La Fama

La Casa del Virrey de Mendoza alberga parte del amplio registro gráfico que hizo Rebeca Monroy Nasr en 1984 del inmueble y sus trabajadores

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▲ La intención de la también investigadora del INAH fue mostrar a los obreros en esa invasión de máquinas gigantes y la explotación de la que eran víctimas.Foto cortesía de la artista
 
Periódico La Jornada
Lunes 8 de mayo de 2023, p. 6

El cierre en 1998 de la fábrica La Fama, ubicada en el barrio al que le dio nombre en la hoy alcaldía de Tlalpan, no sólo puso punto final a una historia de casi 170 años de una empresa textil que fue una de las industrias más florecientes del valle de México. También cerró un largo capítulo en las vidas de decenas sino es que centenas de familias de obreros que dependían de ella y marcó el comienzo para ellos y sus descendientes de nuevos derroteros y formas de subsistencia.

Sin saberlo en su momento, a la historiadora Rebeca Monroy Nasr le tocó en suerte consignar de manera gráfica la etapa final de esa legendaria fábrica y a los últimos de sus trabajadores, cuando en 1984 levantó un amplio registro fotográfico tanto del proceso fabril como de las máquinas, los insumos y el equipo humano participantes en él.

Tarea nada sencilla en ese momento, y acaso aún en el actual, si se considera que los industriales no permitían el acceso a esos centros de trabajo de personas ajenas a los mismos, y mucho menos con equipo fotográfico o de video, en parte para evitar el robo del secreto industrial, pero también para que no se denunciaran las condiciones de trabajo y la sobrexplotación, explica la investigadora.

A casi 40 años de aquel registro documental, las imágenes de esa empresa y de los personajes que aparecen en ellas vuelven a ver la luz gracias a la exposición Algunos de los últimos obreros textiles de La Fama Montañesa, que se presenta hasta mediados de mayo en la Casa del Virrey de Mendoza (Juárez 15, Centro de Tlalpan), como parte del coloquio La Fábrica de Hilados y Tejidos La Fama Montañesa 1831-1998, y el presente: Historias del territorio Manantial Fuentes Brotantes-Barrio La Fama.

La muestra está conformada por 33 imágenes en blanco y negro, seleccionadas de las cerca de 140 captadas por Rebeca Monroy en 1984, varias de las cuales se exhibieron un año después en la otrora Escuela de Diseño y Artesanías, convirtiéndose en la primera exposición individual de la autora.

La hoy profesora investigadora de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) afirma que el propósito de ese registro fotográfico fue mostrar cómo la máquina avasallaba al ser humano: la manera en la que el obrero se enfrentaba a una maquinaria enorme y tenía que resolver procesos muy grandes e intensos, con ritmos de trabajo que no pueden parar, porque el que se para detiene toda la producción.

La intención, agrega, fue mostrar justamente a esos obreros en esa invasión de máquinas gigantes, mostrar la explotación o la sobrexplotación de la que eran víctimas; en ese momento venía yo de (la facultad) de Ciencias Políticas, estudiaba sociología, y mi mirada estaba condicionada por ese hecho. Entonces, en esas imágenes sí hay un afán de denuncia, de decir y mostrar con las fotos que estábamos peleando al lado de los obreros. Mi abuelo paterno era obrero de El Buen Tono (la desaparecida fábrica de cigarros), por lo que sí sabía de eso y de las carencias que tenían esas familias. A eso debo también la consciencia histórica y social que me ha llevado a todos esos caminos.

Rebeca Monroy se forjó como fotógrafa en medio del torbellino social de finales de los años 70 del siglo pasado, primero como estudiante de sociología y después de artes plásticas; luego, cámara en mano, cubriendo marchas y el acontecer de movimientos sociales.

Cuenta que tanto ella como su amigo el historiador Mario Camarena, quien realizaba trabajos de historia oral en comunidades, lograron traspasar las puertas de la fábrica La Fama gracias a un matrimonio de obreros jubilados, don Antonio Espinosa Montes y doña Justa Hernández Farfán, cuyos oficios permitieron que los trabajadores les compartieran pormenores de sus actividades y de sus vidas.

Según la especialista, esos obreros y obreras se caracterizaban por ser muy combativos, procurando tener mejores condiciones de vida y de trabajo. Ahora sus herederos: hijos, nietos y vecinos de esa localidad siguen procurando mejorar esa calidad de vida al cuidar su entorno: el afluente de agua que los nutre de las Fuentes Brotantes, al mantener vivos los árboles y plantas propias del hábitat, para lo cual han formado grupos culturales y de estudio, una forma de resistencia poco usual en esta enorme ciudad.

Por ello, dice, es que la muestra está dedicada a todos esos personajes, porque es esencial recuperar la memoria de estos abuelos que dejaron el pellejo en el camino, lo mismo que sus uñas, piernas y espaldas; pero, sobre todo, recuperar esta parte de la identidad; que las nuevas generaciones que se van por lo banal o que están en otra condición, se den cuenta del esfuerzo que fue crear esa base familiar, esa base de sustento económico, que no fue nada fácil para estos obreros. Es importante conferir este sentido de identidad, no negar el pasado. Si no rendimos culto a nuestros viejos, estamos perdidos.