e afirma que a las personas se les conoce en las dificultades y, añadiría, también en las militancias. En el caso de Pablo González Casanova es posible afirmar que a lo largo de más de dos décadas, desde los diálogos de paz entre el EZLN y el gobierno federal, en la integración del Grupo Paz con Democracia, la formación de la Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad y, sobre todo, durante el acompañamiento, desde la sociedad civil, de los procesos autonómicos zapatistas y el CNI-CIG, dio prueba de una notable congruencia ética y de un compromiso social que distingue a los intelectuales orgánicos de los pueblos en resistencia. Él fue, durante todos estos años, nuestro referente teórico y moral, y la personificación del pensamiento crítico al que convocan los zapatistas.
Para la antropología comprometida, la contribución teórica de González Casanova fue su concepto de colonialismo interno y, en esa dirección, su crítica a la antropología mexicana como una disciplina que, aunque mantenía un sentido humanista del problema indígena: nunca tuvo un sentido anticolonialista, ni en las épocas más revolucionarias del país
. González Casanova precisa: Influida por la metodología de una ciencia que precisamente surgió de los países metropolitanos para el estudio y el control de los habitantes de sus colonias, no pudo proponerse como tema central el estudio del problema indígena como un problema colonial y como un problema inminentemente político.
Su comprensión de la cuestión étnica nacional explica su magistral análisis de la democracia zapatista. En “Los caracoles zapatistas: redes de resistencia y autonomía”, González Casanova afirma que el movimiento zapatista ha dado ricas aportaciones a la construcción de una alternativa. La idea de crear organizaciones que sean herramientas de objetivos y valores por alcanzar y hagan que la autonomía y el mandar obedeciendo
no se queden en el mundo de los conceptos abstractos es una de sus aportaciones más importantes. “Todas las comunidades construyeron las organizaciones de redes mínimas de gobierno, así como de alianzas mayores. Este proyecto no se construye bajo la lógica del ‘poder de Estado’ que aprisionaba a las posiciones revolucionarias o reformistas anteriores, dejando en ayuno de autonomía al protagonista principal, fuera éste la clase obrera, la nación o la ciudadanía.” Asimismo, dirige sus señalamientos críticos a las posiciones anarquistas, al destacar que el poder zapatista: “Tampoco se construye con la lógica de crear una sociedad ácrata, esa lógica que prevalecía en las posiciones anarquistas y libertarias (y que subsiste en expresiones poco felices como las de ‘antipoder’, que ni sus autores saben qué quiere decir”).
Consideraba que los caracoles son pueblos-gobierno que se articulan entre sí y que buscan imponer caminos de paz, en todo lo que se pueda, sin desarmarlos moral o materialmente, menos en momentos y regiones donde los órganos represivos del Estado y las oligarquías locales, con sus variados sistemas de cooptación y represión están siguiendo pautas cada vez más agresivas, crueles y necias del neoliberalismo de guerra que incluyen el hambre, la insalubridad y la ‘ignorancia obligada’ de la inmensa mayoría de los pueblos, ya sea para debilitarlos, para diezmarlos o incluso acabarlos si es necesario, cuando fallen los sistemas de intimidación, cooptación y corrupción de líderes y masas.
González Casanova encuentra seis características de hacer y pensar de los zapatistas: “Usar combinaciones más que disyuntivas. En lugar de decir y hacer ‘esto o esto’, se dice y hace ‘esto y esto’. La segunda consiste en generalizar los conceptos al tiempo que se generalizan las redes de comunidades. En tercer lugar, el método permite la elaboración de conceptos cada vez más profundos, como cuando se percibe quien está por aumentar la resistencia y quien está por debilitarla, por corromperla o destruirla, ya sea de manera deliberado o no. La cuarta característica es que el concepto y la fuerza de las redes se profundiza cuando tanto en la acción como en la reflexión se pasa de la lucha contra el cacique a la lucha contra el gobernador que apoya al cacique, y de allí se sube a toda una ‘especie’ o ‘clase’ de ‘ricos y poderosos’. Una quinta característica es subir de lo abstracto o formal a lo concreto o actual que corresponde a la expresión ‘ir más allá’, adaptaciones y redefiniciones que exige la experiencia. Una sexta y última característica está relacionada con las utopías que se expresan y se realizan entre contradicciones”.
Una vida plena del lado de los explotados y desposeídos, diáfano y firme en sus posiciones sobre Cuba, consciente de lo que Martí afirmó sobre que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz
, y, por ello, enemigo del poder y su capacidad de cooptación, Pablo González Casanova, nuestro comandante Contreras , ha sido y será de los imprescindibles.