n contraste con los gobiernos de Fox, Calderón y Peña Nieto, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha emprendido acciones en pro de la salud de la población y la soberanía alimentaria. Esta política responde, además, a demandas de las mayorías expresadas en múltiples acciones de organizaciones campesinas, ciudadanas y científicas, como La Red en Defensa del Maíz, Sin Maíz no Hay País, o la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad.
El 31 de diciembre de 2020 y 13 de febrero de 2023, en el Diario Oficial de la Federación (DOF), se publicaron sendos decretos presidenciales (DP) “para sustituir gradualmente el uso, …promoción e importación de glifosato por alternativas sostenibles, adecuadas, mantener la producción, salud humana, la diversidad biocultural del país y el ambiente”, en que se mandatan acciones para prohibir el uso de grano de maíz transgénico para el consumo humano y semilla para siembras comerciales.
Estos decretos son congruentes con las actuales políticas de bioseguridad integral en favor de la salud humana y el ambiente. Se revoca y abstiene de otorgar permisos de liberación al ambiente de semillas de maíz genéticamente modificado (GM). No autoriza el uso de grano de maíz GM en la alimentación humana. Promueve, junto con el Conahcyt, reformas a los ordenamientos jurídicos aplicables objeto del decreto. La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) podrá otorgar autorizaciones de maíz GM para alimentación pecuaria en tanto se realizan estudios para corroborar o descartar los daños del consumo de dicho maíz y el glifosato, que algunos estudios han reportado.
El maíz es nuestra raíz, nuestro sustento y nuestro porvenir. Resulta fundamental apoyar a las comunidades campesinas que siguen generando la diversidad de nuestros maíces nativos, los cuales han sido cuidados por miles de años. A partir de ellos se producen las verdaderas tortillas, las tortillas que no tienen glifosato ni transgénicos, tortillas realmente nutritivas.
El maíz es nuestro alimento básico, y los maíces nativos son parte cardinal de nuestra cultura, nuestro sustento y nuestra salud. Es también el núcleo de las milpas, en ellas se cultivan decenas de otras especies en todo el país, constituyendo sistemas agroecológicos campesinos productivos y sustentables.
El maíz nativo se originó y se ha diversificado en México, dando lugar a miles de variedades adaptadas a un sinnúmero de condiciones ambientales locales, y destinadas a multitud de platillos que dan esa calidad única a la comida mexicana.
Sin embargo, nuestra soberanía alimentaria ha estado en constante amenaza durante la larga noche neoliberal; particularmente por la sustitución de los maíces nativos por maíces mejorados
que en realidad se han seleccionado con el propósito de satisfacer demandas productivistas del mercado industrial de harinas y forraje de maíz. Estos maíces y sus líneas transgénicas se fueron transformando para privilegiar la cantidad de almidones y azúcares. Con ello, se sacrificó la calidad nutricional de los maíces nativos que poseen gran cantidad de componentes saludables, contenidos en el embrión, como proteínas, fibras, ácidos grasos de cadena intermedia, y antioxidantes que se han demostrado importantes en prevención de enfermedades. Además, los maíces transgénicos liberados a partir de 1994, no rinden más, implican riesgos, incertidumbres impredecibles para la salud y la mayoría tiene glifosato, tóxico para la salud.
Ese agrotóxico, además, afecta a los ecosistemas, los cuerpos de agua, el suelo, la flora y la fauna. Como resultado de los DP, se ha ido limitando la importación de glifosato y, en marzo de 2024, ya no se permitirá su importación, comercialización y uso en México. El Conahcyt ha articulado capacidades de investigación y desarrollo tecnológico para garantizar sistemas de producción de maíz y otros cultivos que dependían del glifosato, para que prescindan de él.
El Conahcyt ha publicado información acerca de las alternativas que se han coordinado con las secretarías de Bienestar (en su programa Sembrando Vida), de Agricultura (en su programa de Producir para el Bienestar y promoviendo lo que llamamos faros agroecológicos) y la de Medio Ambiente, promoviendo en todas las áreas naturales protegidas y sus alrededores la siembra de milpas diversas agroecológicas y campesinas sin maíz transgénico y sin glifosato.
La meta es recuperar la fuerza del campo mexicano, que emana de las comunidades campesinas y también de los campos de productores a mediana y gran escala, para recuperar nuestra soberanía alimentaria, prescindiendo de los maíces transgénicos y de agrotóxicos. Todo, con el objetivo de garantizar el bienestar del pueblo de México y la salud de todos.
* Directora general del Conahcyt