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¿La fiesta en paz?

El moreliano Isaac Fonseca y su confirmación en Madrid, o la olvidada capacidad de enloquecer en la cara del toro

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e baja estatura, sin facciones de galán ni ai-res de conquistador, el torero de Morelia Isaac Fonseca Soto, que el día de mañana cumple 25 años, confirmó el pasado lunes su alternativa en la plaza Monumental de Las Ventas de manos del extremeño Miguel Ángel Perera y como testigo al toledano Ángel Téllez, con un encierro de la ganadería de El Parralejo, parchado con dos reses de José Vázquez por disposición de una puntillosa autoridad.

No obstante mantener Isaac en España un paso ascendente desde 2019 con reiterados triunfos tanto de novillero como de matador de alternativa, la que recibió el 11 de agosto de 2022 en Dax, Francia, con José María Manzanares de padrino y Andrés Roca Rey de testigo, ante toros de Núñez del Cuvillo, para su confirmación en Las Ventas la empresa que encabeza el francés Simón Casas, siguiendo la línea de un sistema taurino de probada ineficacia, premió a Fonseca con un cartel discreto, por decir lo menos.

En inusual gesto, el moreliano decidió sustituir el automóvil por un autobús eléctrico de la Empresa Municipal de Transporte, y junto con su cuadrilla, enfundada en lujosos ternos, su mozo de espadas y su ayuda, lo abordó a las puertas del hotel y descendió frente al coso madrileño, claro, evitando ocupar los asientos verdes, para uso exclusivo de embarazadas, discapacitados y ancianos. No faltaron las censuras, pero Fonseca siempre ha sido censurado, pues el que tiene verdadera hambre de ser, molesta, sobre todo a los del poder.

Con el de su confirmación, del hierro de José Vázquez, de amenazantes pitones y sobrada sosería, Isaac supo sacar agua de las piedras y quedarse quieto, como es habitual en su tauromaquia, para ligar meritorios derechazos y despacharlo de pinchazo, estocada y descabello, escuchando tibias palmas. En sexto lugar salió Hostelero, ahora sí de El Parralejo, un toro con 575 kilos sobre los lomos y ancho de cuna o con amplia distancia entre pitón y pitón. Antes de que el burel saltara a la arena, el torero de Morelia, sentado en el estribo de las tablas y tomando con ambas manos la montera cubrió su rostro, a saber si invocando u ofreciendo su comprometido quehacer de los siguientes minutos, sabedor de que se la jugaría como siempre.

Con la muleta se fue a los medios de la plaza, se puso de rodillas y decidido citó a aquel torazo, que con fuerza se arrancó de largo y embistió a un cambiado por la espalda, desarmando al torero y cayendo a la arena. Sin inmutarse, Isaac repitió la suerte a la misma distancia de la anterior, realizó limpiamente el muletazo, lo ligó con uno de pecho, se puso de pie para instrumentar otro cambiado y remató nuevamente por alto. Los solemnes tendidos de Las Ventas se vieron obligados responder con una emocionada ovación.

En seguida logró meritorias tandas por ambos lados con la estética del pundonor, el estilo de la honestidad y la vergüenza torera consigo mismo, con su enemigo y con el público. Culminó su temeraria labor con escalofriantes bernadinas sin ayudado y sepultó tres cuartos de espada apenas desprendida. Los publicronistas de Mundotoro Tv calificaron la colocación de baja mientras el toro rodaba sin puntilla. Cuando aquella hombrada merecía siquiera una vuelta al ruedo, el público, contagiado de morantitis aguda, le dispensó benévolas palmas que Fonseca, aceptante y satisfecho, agradeció en el tercio. Dos días después, en el mismo escenario, dos toreros como de época pasaron inéditos ante la mansada del prestigiado hierro que habían exigido. ¡La tauromafia y sus nefastas consecuencias!