asta hoy, los pasados 100 años de vida electoral del estado de México se definen por la compleja disputa del poder entre organizaciones y liderazgos ideológicamente reconocibles dentro de la triunfadora familia posrevolucionaria: obregonistas (los hermanos Gómez); callistas (Riva Palacio); cardenistas (Labra y Zárate Albarrán; avilacamachistas (Fabela) y alemanistas que definieron el rumbo político y económico desde 1945 hasta 2023 (desde Del Mazo Vélez hasta Del Mazo Maza, todos identificables en el mítico Grupo Atlacomulco).
La oposición orgánica de derecha al proyecto posrevolucionario existió y la ofreció en algunos municipios urbanos el Partido Acción Nacional; desde 1963, cuando en la entidad fue nombrado Víctor Guerrero primer jefe del Comité Regional de Acción Nacional, hasta 2021, cuando las dirigencias del PAN y del Partido Revolucionario Institucional (PRI) consuman una bizarra alianza ideológica y política para desaparecer como organismos independientes, y así disputar el Poder Legislativo federal en ese año a la coalición partidaria vencedora electoral de 2018.
A los dirigentes panistas de 2021, que se dieron por vencidos y se convirtieron en palafreneros del partido del gobierno, del priísmo mexiquense, se les olvidó la lucha histórica de panistas consecuentes, como Astolfo Vicencio Tovar, Víctor Guerrero o Javier Paz, que junto con sus familias sufrieron represión y hostilidad durante décadas por los gobiernos priístas. Desde 2021, en la entidad se atestiguó cómo decenas de militantes panistas verdaderos fueron desplazados por un pequeño pero poderoso grupo de burócratas blanquiazules.
La corriente de izquierda se estableció hasta la década de 1960 en la entidad. El profesor Gustavo G. Velázquez y su partido, el PPS, dieron batalla mínima, pero real al partido de Estado. Sólo hasta 1988, la izquierda creció gracias y con liderazgos políticos juveniles, que no aceptaron nunca ser comparsas del PRI ni del PAN: Gerardo Fernández Noroña, Alejandro Encinas, Higinio Martínez, entre muchos, se organizaron primero en el Frente Democrático Nacional y luego en el PRD. Su militancia duró hasta que este partido, manejado por algunos dirigentes corruptos, se alió al gobierno nacional de Enrique Peña Nieto, en el Pacto por México, confirmando su declive como organización autónoma desde 2012.
La última década es sumamente atractiva para los interesados en elecciones locales: los panistas perdieron gradualmente su identidad y fueron corrompidos hasta su probable desaparición como fuerza real; el priísmo se debilitó tanto, que hoy día no tiene los cuadros políticos de expertos que organicen como antaño a la sociedad local mexiquense a su favor. Por ejemplo, casi todo el valle de México, donde vive la mayoría de la población estatal, desde hace años está perdido para el PRI. El Valle de Toluca vive la confusión de la coalición Va por el Estado de México. Para la gente del sur y centro es difícil entender la alianza con los enemigos históricos
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El ejemplo mayúsculo de declive y descomposición partidaria del PRI en el estado de México es haber hecho añicos el apotegma más preciado de Carlos Hank González: la unidad de la clase política priísta. La alianza electoral con PAN, PRD y Nueva Alianza para designar candidata a la gubernatura rompió ese dispositivo histórico que desde 1942 habían construido todos los gobernadores. Que no se rompa la unidad, repetía siempre Carlos Hank. Un pretendido gobierno de coalición, si ganara, también terminará por dividir territorialmente al estado, como lo temía, además, el más afamado y rico político mexiquense. El axioma hankista de no dividirse de ir siempre unidos y conservar el territorio llegó a su fin sin que los priístas reaccionaran en su defensa.
La designación de su candidata cooperó también para afirmar la agonía. El PRI en la entidad utilizó históricamente varios métodos para la selección de su candidato a la gubernatura: la democracia dirigida, la democracia transparente, la auscultación, el voto de la militancia, el acuerdo de sus gobernadores. En 2023, el método fue sólo un pacto cupular de la partidocracia.
La nueva organización dominante en la entidad es Morena. Desde 2015 aumenta en cada comicio su presencia, sin fraude electoral. En 2017 contaba sólo con un municipio: Texcoco. En 2023 ese partido tiene la Presidencia de la República, las cámaras del Congreso, la gran mayoría de las gubernaturas como de los ayuntamientos de la República. Cuenta con la experiencia electoral de cinco elecciones locales y federales. Es muy posible el triunfo de su candidata este 4 de junio.
* Miembro del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM